Hambre: la otra pandemia en Mali

 

Más de un año después de que estallara la pandemia en todo el mundo, en Mali, la emergencia sanitaria se ha convertido en una crisis del hambre sin precedentes: 5,9 millones de niños, niñas, mujeres y hombres, dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir. 

Los conflictos y la crisis económica han agudizado la pobreza, las desigualdades y la inseguridad alimentaria. El aumento de precios de los productos básicos unido a la falta de ingresos, está reduciendo el consumo diario de alimentos de las familias en todo el continente africano. Cada día, miles de niños y niñas en Mali se van a la cama con hambre.  

En África Occidental (en países como Burkina Faso, Chad, Malí, Níger y Nigeria), 23,6 millones de personas se enfrentarán a niveles de crisis de hambre en la próxima temporada de escasez (junio-agosto), lo que representa un aumento del 250% respecto a las cifras de hace solo dos años. 

Inseguridad alimentaria y niñas

En este contexto de crisis alimentaria, las niñas, jóvenes y mujeres están sufriendo las peores consecuencias. Ahora que muchas familias tienen que racionar sus alimentos, las niñas son quienes menos comida reciben y las últimas en hacerlo. Además, cuando las familias afrontan una escasez de alimentos muy grave, pueden llegar a someter a sus hijas adolescentes a diferentes formas de explotación sexual para conseguir algo de comida para ellas y su familia. 

Asimismo, las niñas y adolescentes se enfrentan al matrimonio infantil — y, como consecuencia, al embarazo adolescente — como una de las opciones para conseguir alimentos. 

En Mali el matrimonio infantil es uno de los mayores problemas ya que el 52% de las niñas se casan antes de los 18 años, y el 17% antes de cumplir los 15 años. Muchas familias creen que las niñas deben casarse a los 16 años, independientemente de sus esperanzas y sueños.  

Niñas como Soucko, de 16 años, apenas tienen opciones para decidir sobre su futuro. “Me acaban de entregar en matrimonio a un hombre que no conozco. Quiero estudiar medicina. Ni siquiera sé si me dejarán continuar con mis estudios. ¡Los hombres deciden y nosotras obedecemos! Es triste no tener el control de nuestras propias vidas”. 

El cierre de las escuelas también ha afectado al hambre de los niños, y especialmente de las niñas. Más de 26 millones de niñas de toda África que normalmente dependen de las comidas escolares para alimentarse diariamente, deben ahora buscar otras alternativas. 

Para garantizar que los niños y niñas tienen acceso a una dieta equilibrada y saludable, desde Plan International hemos iniciado un proyecto para ayudar a las mujeres del pueblo pongan en marcha su propio huerto comunitario. Las mujeres, encargadas de la alimentación de sus familias, reciben formación, apoyo técnico y semillas para cultivar una gran variedad de frutas y verduras, como papaya, okra, moringa y plátanos.  

Además, estamos repartiendo kits escolares para que los niños, niñas y adolescentes, sigan asistiendo a la escuela, al tiempo que se aliviaba la presión económica que supone para las familias que sus hijos e hijas continúen con su educación. Aun así, queda mucho trabajo por hacer, ya que la tasa de desnutrición ha empezado a aumentar de nuevo en el país debido a la ola de familias desplazadas por el conflicto.