Jóvenes activistas en la primera línea de un mundo en transformación

Nos encontramos en un momento histórico marcado por profundos cambios en el panorama político. Se están llevando a cabo esfuerzos concertados y bien organizados para polarizar a la sociedad y mantener normas patriarcales y estructuras de poder desiguales. Están infiltrándose en los espacios de toma de decisiones a todos los niveles, incluido el global, como ha señalado Plan International en su reciente informe “El fortalecimiento de los derechos de las niñas como derechos humanos”. 

Los actores del desarrollo y la acción humanitaria están enfrentando un drástico descenso en los fondos disponibles, lo que debilita a las organizaciones de la sociedad civil e impide que puedan llevar a cabo su labor fundamental, que en muchos casos salva vidas. El informe “Estado de la Sociedad Civil en el Mundo 2025”, publicado recientemente por la alianza global de la sociedad civil CIVICUS, subraya que, en este contexto de crisis, una sociedad civil activa y libre es más necesaria que nunca. Tal como afirman: 

“Es hora de dejar atrás las estrategias de supervivencia o la esperanza de volver a la normalidad, y en su lugar, reimaginar la sociedad civil en una era de crisis múltiples, entrelazadas y aceleradas. Una sociedad civil más orientada al movimiento, impulsada por las comunidades, centrada en la narrativa, preparada para la resistencia, conectada en red, con principios sólidos y autonomía financiera, podrá resistir mejor las amenazas actuales y cumplir de forma más eficaz su misión colectiva de construir un mundo más justo, igualitario, democrático y sostenible.” 

La juventud sigue liderando iniciativas en favor de los derechos humanos, la justicia social y el desarrollo sostenible. Pero esto también implica que están en el punto de mira de poderosos esfuerzos, bien financiados y coordinados, que buscan desmantelar los avances logrados. 

¿Cuál es el impacto del contexto político actual en las jóvenes activistas? 

Son objeto de represión 

Las personas jóvenes suelen estar al frente de movimientos feministas y de lucha contra el cambio climático. Las leyes restrictivas y la represión de protestas, especialmente aquellas lideradas por jóvenes que defienden los derechos LGTB, el feminismo y otras causas progresistas, tienen un impacto desproporcionado sobre su activismo. Los gobiernos tienden a reprimir de manera preventiva y violenta las movilizaciones masivas cuando estas son protagonizadas por la juventud. 

En todo el mundo, activistas jóvenes están siendo agredidas, arrestadas, detenidas o deportadas, ya sea explícitamente por su activismo o bajo pretextos diversos. Las personas jóvenes que denuncian violaciones de derechos humanos en contextos de conflicto ven, con frecuencia, cómo se les niega su derecho a protestar y se limita su libertad de expresión. 

Sufren ataques en entornos digitales 

El acoso online contra personas activistas no es algo nuevo. Aunque jóvenes de todas las edades y géneros pueden ser blanco de estos ataques, las niñas, mujeres jóvenes y personas LGBT se enfrentan a un riesgo especialmente alto.
Según el informe Turning the World Around de Plan International, publicado en 2023 como parte del Estado Mundial de las Niñas, un 61% de las niñas y jóvenes encuestadas sufrió consecuencias negativas a causa de su activismo. Un 27% incluso se desanimó a continuar debido a las opiniones negativas expresadas por personas de su comunidad, su familia o amistades.

Las amenazas hacia las activistas jóvenes y niñas se normalizan o se minimizan con demasiada frecuencia, enmarcadas dentro de normas sociales de género que ya justifican la violencia contra las mujeres. 

Carecen de financiación 

Las activistas jóvenes, especialmente las niñas y mujeres jóvenes, nos reiteran constantemente la necesidad urgente de contar con más recursos para su labor. Tan solo un 1% de la ayuda internacional centrada en la igualdad de género llega a organizaciones de mujeres. Esta cifra no está desglosada por edad, pero podemos suponer que el porcentaje que llega a grupos liderados por niñas es aún menor. 

En el contexto actual de crisis financiera para el desarrollo y la acción humanitaria, esta cifra probablemente se reducirá aún más. Necesitamos que todos los tipos de financiadores, como gobiernos, entidades multilaterales y donantes privados, prioricen una financiación flexible y a largo plazo para los grupos liderados por jóvenes, de forma que puedan continuar con su labor esencial en comunidades de todo el mundo.  

La juventud es resiliente 

Pese a los desafíos y amenazas que enfrentan por su activismo, las personas jóvenes demuestran una gran capacidad de resiliencia, encontrando estrategias innovadoras y alternativas para seguir impulsando sus agendas. Algunas optan por organizarse de forma informal, como mecanismo para evitar restricciones o pasar desapercibidas, especialmente en contextos donde pueden ser blanco de persecución por parte del gobierno.  

También despliegan su creatividad en el entorno digital, desarrollando estrategias para protegerse frente al acoso y los abusos, como muestra un reciente estudio de Plan International en colaboración con CNN. Las activistas jóvenes y niñas también recurren a formas expresivas como el “artivismo” para comunicar sus mensajes de forma sutil pero muy efectiva. 

Apoyar a las personas jóvenes activistas  

En este contexto de retroceso de derechos y recortes en la financiación, desde Plan International renovamos nuestro compromiso con el activismo juvenil y el impulso de la justicia social y los derechos humanos. Algunos ejemplos de nuestro trabajo incluyen: 

  • She Leads: un proyecto implementado en África y Oriente Medio que empodera a niñas y jóvenes para que alcen su voz, defiendan sus derechos y lideren cambios en sus comunidades y más allá. 
  • Cambio climático y educación de las niñas: una plataforma estratégica para apoyar a jóvenes de Asia, especialmente mujeres jóvenes, a convertirse en líderes e influenciadoras en adaptación al cambio climático con perspectiva de género. 
  • Equality Accelerator: una plataforma innovadora donde jóvenes activistas acceden a oportunidades de financiación adaptadas, recursos útiles y redes de conexión a nivel global. 

Las niñas y jóvenes necesitan aliadas y aliados que estén dispuestos a dar un paso al frente, ceder espacios y, lo más importante, invertir en sus iniciativas transformadoras. Gobiernos, donantes y sector privado deben garantizar financiación flexible, plurianual y accesible, además de apoyo no financiero, a organizaciones feministas lideradas por jóvenes. Desplazar el poder hacia las organizaciones locales lideradas por niñas y jóvenes garantiza mejores resultados y un impacto duradero, promoviendo la equidad en las comunidades.