Una Boda
22 de febrero 2010. Enviado por Heidi Reed.
El viernes estando en Haití, recibí una llamada inesperada que decía que me necesitaban en Puerto Príncipe la pasada tarde. Guerdy, la directora de Recursos Humanos de PLAN en Haití, se casaba, y querían que les ayudara tomando las fotos. Un compañero de PLAN Canadá que estaba de visita, y otros compañeros de PLAN Haití de la oficina de Croix-des-Bouquets fuimos.
Tras un largo camino en coche, cuando llegamos a la iglesia, apenas podía creer que estuviésemos en el lugar correcto. Justo al lado de la iglesia, había una enorme montaña de escombros de alrededor de unos 30 pies de alto.
Entre los escombros, encima de todo, vi algunas sillas destrozadas. El tamaño de estas, era para niños pequeños. Entonces, es cuando entendí que era la escuela de la iglesia la que se había derrumbado. El aire, desprendía olor a muerte, y como me habían advertido, será imposible de olvidar.
Una sonrisa jovial
Guerdy llegó a su boda
Guerdy no estaba todavía cuando nosotros llegamos. Tampoco habian llegado los otros compañeros de PLAN Haití, que venian de la oficina de Puerto Principe, quienes probablemente encontraron tráfico. Mientras esperábamos, tomé fotografías de las damas de honor que con sus bonitos vestidos blancos, estaban expectantes a las puertas de la iglesia. A través de la lente de la cámara, parecía como si estuviesen en cualquier otro lugar; y no en el país destrozado que nos envuelve.
Cuando Guerdy llegó, le hice una foto a través del cristal del coche. Sabia que habia perdido familiares en la tragedia, pero ahora sonreia de felicidad. Era su día, y nada, ni siquiera el devastador terremoto, podia quitárselo.
La boda fue preciosa, en aquella enorme iglesia de techos reforzados con bigas metálicas. Los compañeros de PLAN al final llegaron, todos vestian la camiseta azul de PLAN; llenaron dos grandes bancos de la iglesia.
Esto es lo que más me gusta de PLAN; saber que la gran mayoría del personal de las oficinas del país vienen de los paises donde nosotros trabajamos.
En este caso, el personal de PLAN Haití, empatiza particularmente con los niños de las comunidades en las que trabajamos, porque ellos también han experimentado emociones y miedos similares.
Protegiéndose unos a otros
No pude entender bien cada palabra en francés que decia el sacerdote por el micrófono, en la boda de Guerdy. Me pareció entender algo como, ?la vida puede cambiar en un solo instante, es importante para nosotros apreciar el tiempo que tenemos con otros, y valorar el amor que somos capaces de compartir?.
Observando a todos mis compañeros de PLAN Haití, no podía imaginar por todo lo que habian pasado juntos desde el 12 de enero; pero sabia que era significativo el verles sonreir, rodeándose por la espalda unos a otros, acompañando a Guerdy, su amiga.
Esperanza en el futuro
Enviado por Heidi Reed. 19 de Febrero de 2010.
Conocí por primera vez a Myriam Valme Joseph de la oficina del PLAN Haití hace dos veranos cuando estuvo trabajando durante un corto periodo en la oficina del PLAN USA en Rodesia. Tuve la ocasión de entrevistarla y aprender más sobre los desconcertantes retos a los que se enfrentan los niños de Haití. Cuando nos despedimos en la oficina, nunca imaginé que tendría la oportunidad de volver a verla.
Después de escuchar las noticias del terremoto lo primero que pensé fue en Miriam. Mientras estaba sentada en el salón viendo las noticias en el televisor y siguiendo desde mi ordenador las últimas actualizaciones desde Twitter y Facebook, me preguntaba cómo estarían sufriendo la situación ella y a su familia.
Sabía que Miriam era una mujer haitiana fuerte, que había logrado un master en Europa y había vuelto a su tierra para ayudar a fortalecer el país que amaba. Y por ello no me sorprendió cuando la vi en un video de PLAN coordinando la distribución de comida y kits de emergencia para familias desde el aparcamiento de la oficina de PLAN en Port-au-Prince, severamente dañada, mientras contaba la historia de cómo salió huyendo de su casa después del terremoto y fue testigo de cómo su marido rescataba a su familia de los escombros, entre ellos a su hija pequeña.
Miriam Valme Joseph en la oficina del programa Croix-des-Bouquets
El encuentro
Durante mi primer día en Haití, coincidí con Miriam de nuevo por casualidad en la oficina del programa de Croix-des-Bouquets. Estaba tras un ordenador trabajando junto a sus compañeros, muchos de los cuales habían perdido sus casas, amigos y familiares, y también desgraciadamente un compañero de PLAN. Ni si quiera sabía si se acordaría de mí, pero de todos modos corrí a darle un abrazo, y le transmití los saludos de mis compañeros de Warwick, Rodesia. El centro de la comunidad de PLAN Haití situado tras ella apenas se tenía en pie, con escombros rebosando por la entrada principal
Ayer regresé a ese mismo lugar para ver de nuevo a Miriam. Me había ayudado a organizar una entrevista con cinco jóvenes que habían aceptado compartir sus impresiones sobre como era la vida antes y después del terremoto. Nos sentamos en círculo sobre sillas plegables bajo la sombra de un gran árbol con tres chicas y dos chicos, y un compañero ecuatoriano de PLAN, Santiago Davila, experto en participación y protección infantil.
En lugar de grabarlos con la cámara yo misma, se la presté para que fueran los periodistas de sus propias vidas. Nunca habían usado una antes, así que después de unas instrucciones rápidas, se turnaron para hacerse y contestarse preguntas los unos a los otros en Creol, y un voluntario de la comunidad tradujo sus palabras al inglés y al francés.
Sueños rotos
En un momento dado, uno de los chicos comentó que antes del terremoto quería ser piloto, pero ahora, después de lo ocurrido, sus sueños se habían volatilizado, y tendría que replantearse el futuro ya que no era probable que sus sueños fueran a hacerse realidad.
¿Qué necesitas para volver a soñar?- le pregunté, y después al resto, tras una larga discusión sobre qué pensaban que necesitaba Haití para ser un todo de nuevo. Todos estaban de acuerdo: querían un lugar para ir a la escuela. Eso nos dará la esperanza de que el futuro está todavía ahí, decían.
Blog de Haití: Llegando a Haití
17 de febrero 2010: enviado por Heidi Reed, de PLAN en Haití.
El viaje en autobús a Haiti desde República Dominicana resultó ser un largo pero fascinante viaje de ocho horas. El autobús refrigerado y con servicio en la parte de atrás, estaba ocupado en su mayoría por haitianos que viajaban a casa para ver a la familia que no habían podido visitar desde el terremoto.
Sentí una mezcla de temor y excitación por todas las nuevas experiencias que iba a vivir en Haiti formando parte del equipo de comunicación global de PLAN. Dediqué un tiempo a charlar con una familia haitiana-americana de Brooklyn , NYK, que me hablaba de su hija que estaba subida en el tejado de su casa con su hijo cuando sacudió el terremoto, y como ambos cayeron junto con el edificio de tres plantas sin un solo rasguño.
País de las maravillas en invierno
El paisaje de verdes y frondosos valles de la República Dominicana cambió bruscamente una vez entramos en Haití. Justo después de la frontera, la gravilla de las minas próximas, levantada por los vehículos que pasaban habían blanqueado de polvo los árboles a lo largo del camino, de manera que parecía un país de las maravillas en invierno. Había un gran lago a nuestra derecha que brillaba bajo el sol del mediodía.
Pronto las cunetas se llenaron de gente: oleadas de personas, pequeños objetos a la venta, jóvenes tumbados sobre sus motos y enormes sacos de arroz a la venta desde las traseras de los camiones. Entonces me crucé la mirada con una mujer de sonrisa serena y experimentada que se había parado a mirar según pasábamos. Y el cabritillo que seguía a su madre. Y la mariposa amarilla revoloteando. Signos de vida en continuidad y constante renovación.
Visita a la ciudad campamento
Hoy mi primer día completo en Haití, he ido con un especialista de protección infantil de PLAN a un campamento en Croix-de Bouquets donde PLAN está construyendo otro centro de cuidado infantil con ayuda y colaboración de los miembros de la comunidad que viven allí. A la entrada del campamento me acogieron calurosamente. Hablábamos en francés y en algo de Creole que voy aprendiendo sobre la marcha. Pregunté si podrían enseñarme el entorno y se mostraron felices de ello. Las tiendas se habían puesto muy juntas pero había una gran calle central con sinuosas calles laterales. Ni una ciudad ni un campamento, realmente más parecido a un pueblo.
Casas de acogida
Antes de sacar fotos pedí permiso. Muchos dijeron que no. Pero pronto me encontré rodeada de peticiones de aquellos que querían su foto, particularmente las mujeres. Muchos querían que les hiciera la foto delante de su propia y exclusiva tienda.
Un niño enseña parte de su cometa hecha de palos y alambre
Algunas tiendas tenían algunos adornos, como un trozo de sábana en la que se leía ? felices vacaciones?. Una mujer puede construir un hogar en cualquier parte pensé. Y además, toda mujer merece un hogar que le proteja, a ella y a su familia . Esta es la gran necesidad de Haití .
Justo antes de irme, pasó un niño pequeño. En sus manos llevaba una cometa muy bien hecha que había hecho con algunos palos y alambres. En un insignificante campamento que desde la distancia parece un montón de basura, había fabricado algo bonito que podía volar.
La vicealcaldesa apoya la campaña de PLAN por las niña
Marie Dumay Miracles apoyando la campaña de PLAN “Porque soy una niña”, para mejorar la vida de las jóvenes.
8 de febrero de 2010: La vicealcaldesa de Croix-des- Bouquets en Haití, a la que PLAN ayudó durante la escuela hace años, está apoyando la campaña de PLAN “Porque soy una niña”, como parte de sus esfuerzos para reconstruir las vidas después del terremoto. Marie Dumay Miracles, de 37 años, es la prueba de que invertir en la educación de las niñas genera grandes retornos a la comunidad. Creció en Croix-des ? Bouquets en una familia de agricultores con nueve hermanos. Hoy Marie es ingeniera civil y vicealcaldesa de su ciudad de nacimiento.
Me he especializado en la construcción de carreteras y edificios?, explica, ? son conocimientos muy valiosos especialmente ahora?.
Niños apadrinados.
Su futuro cambió hace años cuando PLAN entró a formar parte de la vida de su familia. Un hermano menor fue apadrinado, pero toda la familia y la comunidad resultaron beneficiadas.
PLAN proporcionó enseñanza a sus padres para mejorar la productividad agrícola ? su única fuente de ingresos y además trabajó con la comunidad para crear sistemas de regadío. Los padres también recibieron ayuda para mejorar sus condiciones de vida y apoyo apara enviar a sus hijos a la escuela.
Los Derechos de las niñas.
“Los nueve hermanos finalizamos la escuela? dice Marie, y añade que en áreas donde PLAN no trabaja, los niños se enfrentan a muchos obstáculos para ir a la escuela. Las niñas en particular, se quedan en casa para ayudar en las tareas domésticas. ?Con PLAN la familia tienen la oportunidad de enviar a todo el mundo a la escuela?.
PLAN le ayudó a estudiar un curso de un año de informática y después le ayudó a asistir a la universidad para estudiar ingeniería. ?Mis padres trabajaban mucho pero no podían pagar la universidad?, dice.
Coordinación de las ayudas
Como parte del gobierno de Croix-des- Bouquets, donde PLAN trabaja, está activamente involucrada coordinando los esfuerzos de ayuda de la organización, que incluyen distribuir agua, alimentos, tiendas y miles de paquetes de supervivencia.El mandato de Marie como vicealcaldesa termina dentro de tres meses y se prepara ahora para ser alcaldesa de manera que pueda continuar dirigiendo los trabajos de reconstrucción de su comunidad.
Un mes después: dando voz a los niños en la recuperación de Haiti.
15 de febrero de 2.010: PLAN se preocupa de que los niños se vean involucrados en el proceso de recuperación de los efectos del terremoto que desarrolla el gobierno de Haiti.
Una niña presentando un programa dentro de un proyecto de comunicación de Plan.
Hace un mes que ocurrió el desastre- en el que murieron 230.000 personas y dejó a más de un millón sin hogar. En un país en el que casi la mitad de la población es menor de 18 años, serán los niños de Haiti los que reconstruirán su nación.
Resistentes y efectivos
Los niños y jóvenes se han visto particularmente afectados por el terremoto de Haiti. Sin embargo suelen ser vistos simplemente como víctimas del desastre, en tanto que en realidad, pueden ser tan resistentes, creativos y eficaces en adaptarse al cambio como los adultos?, dice Roger Yates, Director para Desastres y Respuesta Humanitaria de PLAN.
?Tienen importantes redes sociales y de comunicación que pueden ser vitales no sólo recuperando esta joven nación, sino evitando y minimizando el impacto de futuros desastres?. ?Hay, de hecho, una oportunidad de construir un futuro mejor para Haiti, pero a menos que escuchemos a los jóvenes y les involucremos en la protección de sus hogares y comunidades, no se conseguirá ningún cambio significativo?.
Apoyo de Plan
Hasta ahora, los jóvenes apenas han tenido oportunidad de ser oídos en Haiti, ?antes el Gobierno excluía completamente a los jóvenes en este país. Ahora necesitamos una nueva estrategia?, dice Jean Kency Vixama, de 22 años.
PLAN trabajará con niños y grupos de jóvenes para asegurar que el Gobierno y la comunidad internacional escuchen sus preocupaciones. Apoyados por monitores de PLAN, jóvenes periodistas hablarán con niños en diferentes partes de Haiti, hacer programas de radio, videos y blogs. La información que recolecten re-alimentará el proceso de reconstrucción.
Declaraciones
Muchos jóvenes supervivientes del terremoto tienen una clara visión de lo que el nuevo Haiti debería ser. ? Quiero que los derechos de los niños sean respetados y que todos los niños sepan cuáles son sus derechos?, dice Daphnika , de 15 años. ? También quiero que todo el mundo tenga acceso a la educación?
La descentralización es otra gran preocupación . ? Es importante que la reconstrucción de Haiti no se concentre en Port-au-Prince. De otra manera la gente de los pueblos seguirá viniendo aquí y habrá más y más chabolas?, dice Meite, de 19 años.
Blog Haití: Lidiar con el dolor
4 de febrero 2010: Publicado por PLAN (Steve Theobald) en Puerto Príncipe, Haití.
Cuando se trata de dolor, yo soy un cobarde confeso. ¿Por qué sufrir cuando una pequeña pastilla puede ocuparse de ello? Nunca he entendido a las personas que se niegan a aceptar ni siquiera una aspirina. Yo comparo la variedad de analgésicos de mi botiquín de viaje con una bonita colección escocesa; la mejor opción para cada ocasión.
Gracias a mi talento para herirme a mí mismo ? como cogerme la punta del dedo con la cuchilla de un afilado cuchillo de cocina, o fracturarme una costilla por deslizarme por una placa de hielo en las pistas de la montaña Whistler. Tengo una gran variedad de recetas de analgésicos. Rara vez los tomo – por eso sigo teniendo muchos.
Incluso con mi baja tolerancia al dolor. He elegido vivir con dolores crónicos de oído. Siempre los he tenido, empezaron cuando era niño. Mi madre me daba una medicina con un desagradable sabor, pero pronto la deje. Se aprende a vivir con algo de dolor.
Pastillas mágicas
Para el pueblo de Haití, tratando de reconstruir sus vidas, cuando las farmacias vuelvan a abrir, no habrá ninguna pastilla mágica esperándoles. Han pasado 3 semanas y el dolor por la pérdida de sus seres queridos, de sus hogares y de su ciudad comienza a aliviarse, tan sólo un poco.
Mis amigos y compañeros aquí pueden hablar de ello durante un tiempo antes de que la desesperanza y desesperación, les vuelvan hacer estallar en lágrimas. Este es el camino hacia el luto. Sólo he visto un funeral en la última semana. Los problemas de salud pública exigen fosas comunes.
La miseria, definitivamente no es amante de la compañía. La gente está desesperada por distraerse para dar tiempo a curar sus heridas. La señal de televisión ha vuelto a emitir, pero la mayoría de gente todavía no tiene electricidad para ver las cadenas que han sobrevivido. Para aquellos que podían permitirse tener una televisión, la mayoría de los generadores han quedado dañados. No hay urgencia por arreglarlos pues después del terremoto los precios de la gasolina son muy altos.
Ver la televisión podria ser la única actividad cerebral aburrida, pero la rutina ofrece alguna promesa. La gente vaga por las calles a todas horas, sin un destino concreto. Parecen tener puesto el piloto automático para que les lleve hacia la esperanza de dar a sus mentes un tiempo de inactividad.
La distracción del fútbol
La única distracción de Haití podría ser ver el fútbol; aquí lo llaman de otra manera. Los países que no tienen equipo propio son seguidores de Brasil, y Haití no es una excepción.
La próxima Copa del Mundo (que ocurre cada 4 años) será en Sudáfrica en junio.
Pregunté a un amigo, y estaba abatido ante la idea de no tener la red eléctrica, gravemente dañada, arreglada a tiempo para el Mundial.
Entonces él se imaginaba a la gente viendo los partidos en grandes pantallas de TV instaladas en lugares públicos. Al igual que en 2006 – pero esta vez las pantallas serian enormes.
Si tan sólo pudiéramos reconstruir el sistema de energía de inmediato para cuando comience la Copa del Mundo. Esto podría dar una razón a los haitianos para disfrutar de la vida de nuevo.
Ayudar a los niños con sus pesadillas
1 de febrero 2010: Publicado por Steve Theobald, en Puerto Principe, Haití.
Es fácil lidiar con monstruos debajo de la cama – una luz de noche por lo general los hace desaparecer. Los niños en Haití están luchando con un tipo de bestia totalmente diferente, y viene de arriba. No hay una solución rápida.
Un techo sobre la cabeza debería ser una de las necesidades básicas de la vida. Para la mayoría de los niños y adultos; hace 3 semanas el terremoto cambió todo eso.
Incluso si una casa parece completamente intacta, los niños no se atreven a entrar. Y tienen razón.
Dondequiera que mire, las familias están acampando en tiendas de campaña o refugios improvisados, a menudo junto a sus casas si tienen espacio. Los adultos están dispuestos a arriesgarse unos minutos en el interior de la casa, siempre alerta para un nuevo temblor; casi como si esperaran otro en el momento que están bajo techo. Pero no se contempla dormir en el interior.
Llevará semanas o incluso meses para hacer que las estructuras sean seguras y algunas se sumaran a los montones de escombros cada vez mayores. Llevará el mismo tiempo ayudar a los niños a superar sus pesadillas.
La acción del voluntariado
Conocí a un grupo de 35 jóvenes entre 18 y 24 años, que ya estaban en la organización. Ellos trabajaban con PLAN en su juventud, en calidad de voluntarios, poniendo en contacto directo a PLAN con las bases locales. Ahora son estudiantes universitarios o profesores o profesionales sin trabajo o con los edificios universitarios derruidos.
Cuando se produjo el terremoto, se movilizaron rápidamente ? al principio trabajando con PLAN para coordinar la distribución de alimentos, tiendas y otros elementos básicos. Ahora están siendo formados por personal experto, incluyendo psicólogos y médicos con experiencia para poder responder a las necesidades de los niños después del desastre. Algunos han venido desde las oficinas de PLAN en el extranjero. El objetivo es capacitar a los voluntarios de la comunidad, para proporcionar apoyo emocional y físico a los niños.
Las úlceras de decúbito pueden matar, por lo que visitando a los niños en cama que están recuperándose de graves heridas es vital para ayudar a prevenir o tratar las llagas.
Las zonas de seguridad infantil; el papel de seda rosa mágico
Con la misma importancia, estos jóvenes ya están organizando zonas seguras para que los niños puedan jugar y reír. Los voluntarios planifican detalladamente el dia y los juegos. Una madeja de hilo y unas cuantas hojas de papel de seda es todo lo que se necesita para hacer reír a un grupo de más de 100 jóvenes. A pocos giros y pliegues: claveles rosados. Pura magia.
Los niños están más que dispuestos a liderar el grupo y empezar a cantar. Esta escena se desarrolla en un acogedor espacio con muchos árboles y pasto. No hay edificios derrumbados o paredes a la vista. Tres cachorros pequeños corren alrededor, divirtiéndose también.
Por otra parte, los familiares de los niños se sienten mejor de lo que han hecho en mucho tiempo. Ver a sus hijos riéndose les recuerda tiempos mejores. Ellos necesitan ese descanso del trabajo diario, casi tanto como los niños. Y yo también.
De regreso a Puerto Príncipe
30 de enero 2010: Publicado por Steve Theobald desde Puerto Príncipe, Haití.
Tardé casi 30 minutos después de cruzar a Haití para ver los primeros signos de la destrucción. En el fondo de mi mente esperaba que la cobertura mediática exagerara la situación. Entonces vi el primer edificio derrumbado, y luego el siguiente. No tarde mucho tiempo en dejar de contar.
Yo siempre había disfrutado viendo a los haitianos construir sus propias casas haciendo ellos mismos los bloques de cemento. – una simple mezcla de cemento, arena y agua. Docenas de bloques se alineaban para ser endurecidos por el sol, como un Lego artesanal.
Pero no tenía ni idea de que Puerto Príncipe se encuentra en una línea de falla, hasta pasadas las 5 de la tarde del 12 de enero. Con poco dinero para incrustar en el hormigón bigas de hierro, el terremoto hizo caer los edificios como si fuesen naipes.
Me considero muy afortunado. Hace 2 semanas del terremoto y gran parte de la eliminación de los cadáveres ya se ha hecho. Sin embargo, el sufrimiento de los supervivientes permanecerá durante años. Han perdido a sus familiares, sus hogares y su ciudad.
Incluso las casas que quedan aún en pie están vacías. Nadie se atreve a entrar en ellas.
Calles abarrotadas
Port-au-Prince se vería como un pueblo fantasma si no fuera por las calles abarrotadas. La vida debe continuar. Todavía hay tarjetas de recarga de teléfonos y fruta por vender.
Incluso han vuelto los artistas de la ciudad para mostrar sus productos, colgar sus cuadros en las vallas.
Pero este no es el Puerto Príncipe que yo conocía. Detrás de las vallas esta todo cubierto de tiendas de campaña que se han expandido por todos los espacios abiertos.
Sábanas atadas proporcionan un poco de refugio, pero estos campamentos muestran signos de permanencia. La gente ha comenzado a juntar las piezas de metal de desecho y láminas de acero sacados de los escombros.
Ponerse al día
No podía esperar a ver a mis amigos de visitas anteriores, pero sabía que cada abrazo iba a ser seguido por la pregunta incómoda. Sí, muchos están de luto por la pérdida. Pero no todas las noticias son malas. Estoy seguro que mis ojos se salieron de las órbitas cuando me dijeron de un ex colega fue sacado de los escombros de una tienda de ultramarinos días después del seísmo, vivo, por la cadena CNN. (Me perdí esa emisión. Tuve que dejar de ver las imágenes).
Hemos incluso llegado a reírnos sobre esto. La mujer tenia pánico a volar pero no a los terremotos. Lo descubrí después de estar sentado a su lado en un pequeño avión volando hacia el norte de la isla. Yo bromeaba sobre esto y aún tengo cicatrices de las uñas que me clavaba. Era una risa que tanto necesitaba.
Colabora con los afectados por el terremoto de Haití
La inspiración de los lugares más inesperados
29 de enero 2010: Publicado por Steve Theobald en el camino a Haití.
La inspiración puede venir de los lugares más inesperados. Estamos a 45 minutos de la frontera con Haití haciendo una parada en boxes para encontrarnos con otro vehículo de PLAN cargado de suministros de socorro.
Es mi cuarto viaje a Haití, pero no tenía ni idea de qué esperar al otro lado de la frontera.
Estoy de camino para relevar al responsable de prensa de PLAN, Stuart Coles, que se encontró en el suelo poco después del terremoto.
Como conocí a Joseph
Parte de mí – una gran parte ? lamenta haber dicho sí a la misión. Entonces conocí a Joseph, un niño haitiano valiente de 12 años que estaba interesado en un grupo de extranjeros que se encontraban fuera de un hospital local.
Nos dijo que entráramos en el hospital a ver a los haitianos llevados allí tras el terremoto. Muchos ya han salido, pero hay un niño, también de 12, que no se puede mover todavía porque esta escayolado.
“Todo está roto de la cintura para abajo”, explicó Joseph, que suaviza las cosas con las enfermeras para que nos dejen verlo.
Yo estaba un poco receloso, pero nos explicó que tiene acceso como voluntario traductor criollo por las mañanas para ayudar al personal medico español con las víctimas del terremoto.
Efectivamente, las enfermeras adoran a Joseph.
Risoterápia médica
Su familia se trasladó a la República Dominicana hace 8 años en busca de una vida mejor. José nos presentó a su nuevo amigo, a quien visita todos los días con el objetivo de hacerle reír. Los chistes son cursis pero su compañero no puede parar de reír – Joseph esta claramente ayudando a su nuevo amigo a superar esta terrible experiencia.
A mi también me esta ayudando.
Vuelta a Puerto Príncipe
24 de enero de 2010: Enviado por Plan Stuart Coles en Puerto Príncipe, Haití.
El camino hacia Puerto Príncipe. Está ?despejado?, pero conducimos precariamente por carreteras con pedruscos del tamaño de un autobús de dos pisos y grietas, casi como las que salen en los dibujos animados. Mi madre no se hubiese divertido.
El camino nos revela una devastación antes nunca vista. La ciudad de Mariani es inhóspita, inundada de tuberías rotas y de escombros. Intentamos repetir el éxito de Jacmel aquí. El modelo es bueno, utilizando a la comunidad local para ayudar a evaluar y distribuir la ayuda necesaria ? pero la dimensión y el estrés de esta ciudad son otro tema.
Parece que la marea está empezando a cambiar. Se ve algo de luz en la oscuridad. Hay menos gente con máscaras protegiéndose del hedor de la muerte, algo que parecía ser habitual en el día a día. Más tiendas abiertas, gente buscando entre los escombros para seguir con sus asuntos.
Los remolques cisterna retumban por las calles y las organizaciones no gubernamentales están llegando a los campos y las comunidades ? se ven cada vez más tiendas de campaña de ayuda entre las masas improvisadas de tela y plástico.
Una trampa
Pero está muy lejos de resultar fácil. Todas las ONG informan de dificultades. Nosotros no somos diferentes. La tensión aumenta en la ciudad. Naciones Unidas y otros son atacados mientras prestan ayuda. Es una trampa. La desesperación engendra frustración ? la frustración engendra problemas de seguridad, entorpece la ayuda, crea desesperación (se repite hasta el desgaste?).
Estamos ayudando pero no siempre de la forma que nos gustaría. Y nunca es suficiente. Nunca lo será. La necesidad nos obliga. Tenemos que agilizar el equilibrio, la seguridad y el orden. El tiempo lo dirá.
PLAN saca provecho de sus fortalezas. Fuertes vínculos con la comunidad. Los haitianos son personas orgullosas y con ganas de ayudar.
La Acción de los jóvenes
De entre las cosas más impresionantes he visto un grupo de jóvenes voluntarios, conocidos entre mis colegas desde hace muchos años. La mayoría ahora no tienen hogar y aparecen todos los días para ayudar con las mismas ropas. Hay estudiantes, profesores, graduados ? inteligentes, atrevidos y listos y con ganas de ver su país de nuevo en pie. Me pongo manos a la obra con ellos mientras cargamos y descargamos más de 600 kits de supervivencia familiar, con comida y artículos básicos, y los distribuimos por la ciudad.
Compartimos algunas galletas de mantequilla de Sainbury?s en la parte trasera de la camioneta. No hay suficiente para todos. Un problema de micro-distribución.
Humildad
Sus esfuerzos y los de nuestro personal en Haití, continúan llenándome de humildad. Van a funerales de familiares y vienen directos a trabajar. Desde el alba hasta medianoche y se van a dormir una dura noche. Oculto mi culpa por tener un día libre de Haití y mis sentimientos contradictorios.
Nuestra atención está cambiando y centrando en la protección de los niños, intentando asegurar algo de estabilidad entre tanto caos cuando todo se calme. Hay tantos miles de niños y familias desplazadas que a veces me abruma.
A menudo por la noche mis pensamientos se vuelcan en Johnny, un adolescente que conocí en el sur. Huérfano, duerme bajo un árbol y cuida de su hermana. Me pregunto cómo estará, y si alguna vez podré volver a verle.
Colabora con los afectados por el terremoto de Haití
Cortes de electricidad y otros problemas han supuesto un retraso en la comunicación
19 enero: Enviado por Stuart Coles.
La tasa de mortalidad no es tan alta como en Puerto Príncipe, pero el dolor y la pérdida que se siente en Jacmel no es menor. Nuestras 10 horas de viaje nos conducen a lo que una vez fue un bello y decadente pueblo costero, con edificios blanqueados por el sol y una historia basada en el comercio de café.
La luz del día irrumpe y contemplamos que mucho de esto ha desaparecido o cuelga precariamente por las calles.
El número total de muertos oscila entre los 400 y los 1000 en la región. Aproximadamente el 50% de la población no tiene ningún tipo de protección ni vivienda. Cada anochecer se genera un éxodo de personas que se reúnen a dormir en masa en las calles. Rocas alrededor de improvisadas camas en un esfuerzo por protegerse de los coches.
La esperanza llega en forma de dos grises botes guardacostas procedentes de la República Dominicana. Vienen cargados con 4.000 tiendas de campaña, botellas de agua y 1.000 kits para familias con suministros básicos, además de comida y herramientas enviadas desde allí. El puerto se convierte en un ruidoso hormiguero de actividad, los locales llegan para ayudar. Al poco tiempo aparecen jeeps rebosantes y camiones escoltados por guardias de la ONU que van de camino a la ciudad. Por fin ocurre algo.
Al día siguiente visitamos un centro de abastecimiento. El arroz y las judías pueden no tener ninguna estrella Michelín pero sacian los pequeños estómagos hambrientos. Una de las coordinadoras de la comunidad es una animada y rechoncha mujer llamada Marie-Ange. Minutos más tarde veo su cama; un colchón en el acerado. Nos hace señales.
Juego con algunos niños de seis años que se divierten con mi terrible acento francés. Los pros están a la cabeza. Una de las especialidades de PLAN es el apoyo psicosocial, no obstante he de reconocer mi escepticismo en cuanto a ?charlar amigablemente? frente a tal carnicería, me parecía que había otras necesidades más apremiantes. Una hora más tarde, estoy convencido de que está es la mejor medicina que mis ojos han presenciado.
Los niños se dividen por grupos y forman círculos para jugar y realizar otras actividades. Lentamente los ceños fruncidos se convierten en sonrisas, en carcajadas, en risas y antes de que nos demos cuenta, somos el centro de una creciente curiosidad. Más y más niños se acercan y la sesión acaba con el organizador permitiéndoles saltar y gritar a sus anchas.
Aparentemente estos juegos y actividades tan simples tienen varias funciones importantes. Dan a los padres un merecido respiro, los niños agotan sus energías y permiten a los coordinadores observar. Aquellos niños que se muestran distantes, tristes o tienen un comportamiento agresivo son sometidos a seguimiento.
Las escondidas cicatrices del shock en los niños nos envuelven. Nos vamos a la cama por la noche con unos 30 compañeros y otras personas más. Dormimos en un hotel anexo donde también comemos, trabajamos y dormimos . Un niño pequeño se despierta cada noche llorando por su madre.
Una mañana su hermano mayor, normalmente un chico tranquilo, se acerca a la televisión que muestra la cobertura global de la CNN en Haití, el volumen es bajo. Coje el mando a distancia y elige otro canal con desinterés, se marcha sin ni siquiera mirar la pantalla.
Mi compañera sale a grabar por la noche. Me comenta que vio a Marie-Ange haciéndole señas desde la tienda.
Al día siguiente nos despedimos del lamento en calma de Jacmel. De vuelta a la caldera que es Puerto Príncipe dudo si tal progreso puede ocurrir aquí.
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Al límite
18 enero: Enviado por Stuart Coles desde Puerto Príncipe,
Haití. Domingo. Veo amanecer y oigo cantar mientras estoy en la azotea.
Para este país fervientemente católico hoy es día de culto, contemplación y de muchos funerales.
La gente de Puerto Príncipe hace un receso para recordar a sus seres queridos pero con la necesidad de ayuda de los que han sobrevivido, este momento de reflexión desaparece demasiado pronto.
Miles y miles de haitianos sin techo todavía vagan por las calles en una búsqueda desesperada de servicios básicos como agua y cobijo que les mantendrá sanos y salvos.
La ayuda es aún lamentablemente inadecuada en esta ciudad golpeada en la que cada uno está al límite.
Inundados de heridos
Ayer visitamos una de las organizaciones con las que PLAN colabora, una clínica local. La plantilla está desbordada por los cientos de heridos, todos con las lesiones comunes de los terremotos, fracturas de cabeza, de los miembros superiores e inferiores y heridas.
En un desperado intento de ayuda a los que peor se encuentran, la clínica deriva algunos casos a los especialistas de Médicos sin Fronteras, pero nos comentan que ellos también están trabajando a destajo.
Y así continua. Incesante.
Nuestro equipo de comunicación, la periodista Shona y yo mismo nos dirigimos hacia el sur. El terremoto ha convertido un viaje normal de 2 horas a Jacmel en un viaje salvaje y movido de 12 horas debido al camino tan pedregoso.
El barco de rescate de PLAN
El barco de rescate de Plan viene de camino desde la República Dominicana hasta la desierta Jacmel con camiones que contienen 4000 tiendas de campaña tamaño familiar y kits de emergencia con agua, comida deshidratada, jabón, mantas de plástico, tazas y platos.
Una lista de la compra común, pero aquí estos artículos toman un valor incalculable.
Esperamos llegar a la costa al anochecer y ver qué retos y futuro le espera a la gente de Jacmel.
Colabora con los afectados por el terremoto de Haití
Trabajando para revertir la situación extrema
17 enero de 2010: Enviado por Stuart Coles desde Puerto Príncipe, Haití.
La frustración aumenta mientras todos trabajamos para revertir esta situación extrema. Pero parece que todo está en contra. La duración de los viajes se ha triplicado, las telecomunicaciones son irregulares y poco fiables. La comida es muy necesaria ya que las tiendas y bancos están la mayoría cerrados por miedo al saqueo.
Los colegas confirman las noticias de ataques de bandas armadas y pasamos por un banco, en otros tiempos intacto y ahora con la fachada destrozada. Filas de gente esperando pacientemente por su parte de combustible deambulan por las calles, otro obstáculo.
Ayuda básica e inmediata
Nos reunimos con grupos locales para ver la mejor manera de unirnos a ellos. Nuestra lista de la compra de letrinas portátiles, agua, cobijo y otros artículos esenciales, crece. A veces, todo lo que podemos hacer es inmediato y básico- algunos buscan en nuestro jeep un diagnóstico a sus lesiones, consejo o incluso cualquier cosa, nuestro suministro de mascarillas. Cojo algunas botellas de agua y se las entrego a un voluntario estudiante de medicina que está en una tienda de campaña de la Cruz Roja. Me incomoda su agradecimiento.
Una mujer de Croix de Bouquet ha perdido a su marido y dos de sus niños murieron en el derrumbe de su casa. Le preguntamos si su hija de tres años que ha sobrevivido entiende lo que ha ocurrido.
Ella lo entiende perfectamente? dice con seriedad.
Un comentario casual de alguien revela preocupación sobre la protección infantil. Cerca de 40 niños malheridos han sido enviados al otro lado de la frontera para recibir tratamiento sin sus padres. Lo investigaremos ya que los traficantes acosan a los vulnerables en estas situaciones.
Pesadillas de los niños
En un campamento temporal a las afueras de Puerto Príncipe, con personal de PLAN Haití, se informa a las familias desplazadas reunidas bajo una lona sobre los problemas de salud para que cuiden de sus niños.
¿Cuántos estáis teniendo pesadillas?, pregunta Unni. Muchas manos pequeñas se alzan.
¿Es normal? les dice. E incluso logra arrancarles una risa.
Recibimos noticias. Jacmel, una ciudad costera al sur de Puerto Príncipe, fuera del interés de los medios de comunicación, también está dañada seriamente. Nuestro personal está allí pero la ciudad está aislada de alimento y los suministros de medicamentos se están agotando. Nuestro barco con suministros está de camino desde la República Dominicana. Nos daremos prisa para estar a su llegada.
Colabora con los afectados por el terremoto de Haití
Un viaje a través del infierno
16 de enero de 2010. Publicado por Stuart Coles, responsable de prensa de Plan Internacional desde Puerto Príncipe, Haití.
La República Dominicana nos ha dado una falsa sensación de seguridad. Haití no se puede describir como su vecino pobre, pero el contraste entre ambos países es grande. Los suministros y la ayuda cruzan la frontera. Nuestro convoy transporta suministros básicos y nuestro equipo de expertos se dirige hacia la frontera.
La vida en la República Dominicana parece extrañamente normal ?los niños van a la escuela, la gente trabaja en sus cultivos, incluso vemos una pareja de ciclistas pasear por la carretera-. Pero tras unas horas conduciendo, conforme nos acercamos al caos del control fronterizo, el impacto del terremoto comienza a ser evidente. Y según nos vamos acercando a Puerto Príncipe, comenzamos a ver las zonas más dañadas.
Cuando nos reunimos con nuestros compañeros de PLAN Haití, la sensación es una carretera que circula a través del infierno. Un compañero y yo intentamos centrarnos en filmar mientras vamos viendo cuerpos tirados en las calles, ataúdes siendo transportados hacia algún lugar donde depositarlos y bulldozers demoliendo los edificios que han quedado demasiado dañados por el seísmo ?no preguntamos si todavía habrá gente bajo esos escombros-.
Nos reunimos en un aparcamiento. El equipo de PLAN Haití explica sus experiencias y cómo han colaborado en las labores de ayuda en la emergencia ?repartiendo alimentos básicos, refugios, mantas y kits de higiene y salud-, así como apoyar a sus propios compañeros, muchos de ellos traumatizados por su propio drama y la pérdida de amigos y familiares.
Un terrible golpe psicológico en los niños
Sabemos que el impacto provocado por el desastre entre los niños ha sido enorme y permanece oculto y latente en su interior ?en las caras de nuestros compañeros resulta claramente visible-.
Nuestro siguiente objetivo es ayudar a la gente de Jacmel, una ciudad costera de 150.000 personas donde el 65% de las casas han quedado seriamente dañadas ?lejos de la mirada de los medios de comunicación-. Helicópteros del ejército norteamericano nos ensordecen con su vuelo constante hacia Puerto Príncipe, lejos de nuestro punto de encuentro, aunque como todo el mundo sabe aquí la presencia militar es vital en este paisaje sin tiendas ni bancos abiertos, con riesgo de inundaciones y una necesidad desesperada de que más ayuda llegue cuanto antes.
Colabora con los afectados por el terremoto de Haití
15 de enero de 2010.
Intentando llegar a Puerto Príncipe
Publicado por Stuart Coles, responsable de prensa de Plan Internacional desde Puerto Príncipe, Haití.
Las comunicaciones, en su sentido más amplio, están demostrando ser un asunto vital en Haití. Mientras decenas de miles de personas esperan, atrapadas, heridas, muriendo entre los escombros o en las calles ?hacia los que se dirige la ayuda- la rapidez es un tema esencial.
En nuestro vuelo de Air France viajan equipos de ayuda provenientes de todos los puntos del globo ?doctores, técnicos en emergencia, bomberos o especialistas en comunicaciones-. Desde Francia, Alemania, Reino Unido y otros países que también han padecido los terremotos como México, Italia o Turquía. Todos listos y desesperados por poder llegar a Puerto Príncipe para poder ayudar. Se producen aplausos entre la tripulación del avión y los turistas cuando aterrizamos en la pista.
Importantes barreras
En Santo Domingo uno de nuestros compañeros de PLAN, el Dr. Unni Krishnan, experto mundial en emergencias, que voló desde Reino Unido el día anterior, nos pone al día sobre la situación. Los vuelos cancelados y el derrumbe de muchos edificios de Naciones Unidas y de otras organizaciones que colaboran en la zona ha creado una gran barrera y ha roto la vía principal por la que debería estar fluyendo la ayuda.
El sentimiento de frustración por no poder ayudar crece rápidamente cuando te enfrentas a estas dificultades. Paso el vuelo hacia Haití hablando con un cirujano alemán. Es un amante de Handel y un fanático del queso, justo el tipo de presencia calmada que necesitas en este tipo de situaciones, pero él, como todos, no sabe cómo ni cuándo conseguirá llegar a las zonas afectadas para ponerse a trabajar.
Atendiendo a los más vulnerables
Hablamos sobre los niños. Le explico que PLAN trata de ayudar a los más vulnerables lo más rápidamente posible y mantenerles protegidos. Él asiente y muestra su comprensión ?ambos sabemos que la situación es grave-. Nosotros esperamos entre equipos italianos de rescate con perros, literalmente aprisionados entre las correas de los animales y sus dueños. Nuestros compañeros en la República Dominicana y otros colegas de la región expertos en respuesta ante emergencias, en comunicaciones y en agua y sanidad inician ahora el viaje para incorporarse al creciente convoy que según indican hace cola para poder cruzar la frontera-.
Mientras tanto nuestro equipo en Haití está trabajando en las labores básicas de ayuda a los afectados. Dejan de lado sus propios traumas y pérdidas para hacer su labor de la forma más profesional. PLAN tiene una experiencia de más de 30 años de historia en Haití, pero en esta ocasión se va a necesitar mucha más ayuda, dinero, trabajo y recursos para esta situación desesperada.