Una reflexión personal del Dr. Unni Krishnan, Director Global de Ayuda Humanitaria de Plan International, tras el terremoto que ha afectado a Haití.
Acero retorcido y escombros es todo lo que queda donde antes había casas.
El terremoto de magnitud 7.2 grados que ha sacudido el suroeste de Haití el sábado 14 de agosto ha dejado al menos más 1.200 muertos, muchos heridos y una destrucción generalizada. El temor a las réplicas ha aumentado la ansiedad, especialmente entre los niños y las niñas. Las vidas no volverán a ser las mismas.
LOS DESASTRES RECONFIGURAN LOS PAISAJES Y LAS VIDAS.
Este terremoto multiplica el sufrimiento de las comunidades pobres que ya viven en un estado de incertidumbre política, una pandemia que ha puesto al límite a los servicios sanitarios y una crisis de hambre masiva.
Durante una llamada de coordinación de emergencias de Plan International, a las pocas horas del terremoto, mis compañeros haitianos me advirtieron de una tormenta mortal que se espera que toque tierra en el país, el más pobre del hemisferio occidental. Es sólo el comienzo de otra temporada de tormentas mortales en Haití.
LA COLABORACIÓN ES FUNDAMENTAL.
Ya hemos visto la actitud heroica de los voluntarios locales y las organizaciones comunitarias, que son siempre los primeros en responder. A menudo son los primeros en llegar al lugar de los hechos para sacar con sus propias manos a los supervivientes atrapados entre los escombros. Nuestro trabajo es, a menudo, mano a mano con estas estrellas locales.
TODAS LAS NECESIDADES NO SON VISIBLES.
La asistencia médica y el suministro de agua potable y alimentos, marcan la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones de crisis como la de Haití. Sin embargo, no todas las necesidades de los supervivientes son visibles.
Imagínese a las personas aisladas en pueblos lejanos, a los niños y niñas que han perdido a sus padres, separados de sus familias y amigos, a los niños y niñas con discapacidades y a las personas traumatizadas por la experiencia: todos necesitan una atención especial. Mejorar la participación de las adolescentes en la toma de decisiones tiene a menudo el poder de cambiar la historia de la ayuda de emergencia.
Todo el mundo se ve afectado, pero los niños y las niñas son más afectados y vulnerables que otros. Los niños, y en concreto las niñas, son una prioridad para Plan International, el contexto de emergencia amplifica sus vulnerabilidades preexistentes y las convierte en un blanco fácil para el abuso, el tráfico y la violencia.
COMPASIÓN Y SOLIDARIDAD
La asistencia humanitaria es un acto de colaboración y solidaridad. Los esfuerzos de ayuda deben reconocer a los supervivientes como seres humanos dignos y adherirse a las normas de ayuda humanitaria internacional, basadas en la evidencia. La protección de los niños y niñas y la lucha contra la violencia de género en todas sus formas, así como la mejora de la seguridad de las adolescentes son fundamentales.
He visitado Haití en numerosas ocasiones durante los últimos 15 años, debido a catástrofes naturales como terremotos, huracanes, deslizamientos de tierra, brotes de cólera y disturbios políticos. Durante esos viajes, mis colegas haitianos, algunos de los más resistentes que he conocido, me recordaron la importancia de invertir en las comunidades para reforzarlas y en los equipos locales para mejorar su preparación: ésta es la fórmula clave para romper el ciclo de desastres e inseguridad. Este trabajo debe continuar incluso cuando los equipos de cámara se van.
TODO EL MUNDO PUEDE MARCAR LA DIFERENCIA.
La compasión y la colaboración son los dos motores que hacen avanzar a la humanidad en situaciones de crisis. En un mundo globalizado, todo el mundo puede marcar la diferencia compartiendo mensajes de solidaridad en las redes sociales, haciendo donaciones y haciendo campaña para centrarse en las niñas y los niños.
Las catástrofes y los terremotos monstruosos dejan huellas duraderas. En una crisis como la del terremoto de Haití, hay miles de cosas que hacer, pero los niños y las niñas son los que más necesitan nuestro apoyo y son el punto de partida.