Un terremoto de 7,2 grados de magnitud sacudió Haití el sábado 14 de agosto, dejando más de 1.900 fallecidos, miles de personas heridas y cientos de edificios, escuelas, iglesias y hospitales derruidos. Las labores de búsqueda continúan en medio del caos y bajo la amenaza de entrar en temporada de huracanes.
Presentes en Haití desde 1973 y con conocimiento de primera mano de la actual situación del país, estamos trabajando, junto con las autoridades y otras organizaciones de ayuda humanitaria, para evaluar las necesidades en las tres zonas más afectadas: Nippes, Sud y Grand-Anse. En coordinación con el gobierno, y tomando como referencia las lecciones aprendidas del devastador terremoto de 2010, queremos proteger a los niños y las niñas y facilitar el retorno a la normalidad.
Tanto los niños y niñas apadrinados como nuestro personal están a salvo.
En estos momentos, el acceso a las tres áreas más afectadas es extremadamente complejo ya que las carreteras están controladas por bandas armadas y se han producido múltiples deslizamientos de tierra como consecuencia del terremoto que obstaculizan la circulación. A pesar todas estas dificultades, nuestros equipos están trabajando para tratar de acceder a las comunidades y garantizar, de la mano de otras organizaciones, la seguridad de los niños, niñas y familias que más lo necesitan.
Por nuestra amplia experiencia respondiendo a emergencias de todo tipo, sabemos que actuar con rapidez es esencial para proteger a los niños y las niñas. En este sentido, una de nuestras prioridades es garantizar la seguridad de los menores y facilitar la vuelta a la normalidad, especialmente a la educación de las niñas y adolescentes, quienes han quedado aún más expuestas a los abusos, el tráfico de personas y otras formas de violencia.
En todas las emergencias, las niñas y adolescentes tienen más probabilidades de abandonar la escuela, sufrir violencia, verse obligadas a casarse a una edad temprana, quedarse embarazadas y perder sus medios de vida. Por eso, trabajamos para construir comunidades resilientes y garantizar el derecho a la dignidad y la protección de niños y niñas antes, durante y después de una catástrofe como este terremoto.