Desde que estalló el conflicto en Ucrania, miles de personas que huyen de sus hogares siguen llegando a Rumanía a través del paso fronterizo de Siret, uno de los pasos principales a lo largo de la frontera entre ambos países, que suma más de 600 kilómetros de longitud.
Julia tiene 33 años y es responsable de varias marcas y proyectos en Kiev. Recientemente, ha llegado a Siret. Su vida anterior ha cambiado por completo en apenas unas semanas como consecuencia del conflicto. En lugar llegar todos los días a su oficina por la mañana para hacer un trabajo que le gustaba, Julia acaba de hacer un viaje de 20 horas para llegar a la frontera con Rumanía.
En un primer momento, sin conocerla, parece que Julia viaja con su hermana y sus hijos, pero lo cierto es que ambas se han conocido durante el largo, frío y agotador viaje hacia un lugar seguro. Su nueva compañera se gira y nos dice: “la vida nos ha convertido en hermanas”.
A pesar de los obstáculos que Julia tiene por delante, sabe que otras personas, incluida su nueva “hermana”, lo tienen aún más difícil: “El grupo con el que viajábamos se fue sin nosotras, la ayudé con el equipaje porque está sola con sus hijos. Sé lo difícil que está siendo para ella. La gente que no conoces, en un momento, puede llegar a ser como tu familia”. Ambas planean ir a Bulgaria, pero a ciudades diferentes. “Esteremos en ciudades cercanas”.
Julia nos habla de la vida que ha dejado atrás en Ucrania y de su trabajo en la industria de la moda, que le apasionaba. Colaboraba con algunas de las marcas y diseñadores más famosos de Ucrania; ahora su vida ha cambiado radicalmente, “hace una semana, no esperaba estar aquí”, dice.
“Solo quiero volver a mi vida anterior”
Durante años, su vida se ha basado en la escena de la moda ucraniana. “La empresa para la que trabajo empezó en 2015. Hemos tenido un boom de marcas ucranianas. Unas 200. He organizado eventos en Kiev con diseñadoras ucranianas muy relevantes”.
Julia lleva sus pertenencias más relevantes en un bolso negro. No sorprende el hecho de que trabaja en el mundo de la moda. Sin embargo, al principio Julia no quiere que le hagan una foto y nos propone compartir una de su vida anterior: “puedo mandarte un retrato mío de antes. Solo quiero volver a mi vida anterior”.
En el centro de recepción, todo ocurre muy rápido y no hay tiempo para intercambiar esta imagen una vez que la entrevista termina. Como muchas de las personas que transitan por estos centros de acogida, las novedades sobre el alojamiento llegan rápidamente y de la nada, y todo lo demás pasa a un segundo plano.
Julia no esperaba estar aquí, y desde luego, no quiere estarlo: “solo quiero estar en casa, en mi ciudad, con mi familia”. Sus padres se han quedado en Ucrania: “Mi padre no puede irse al extranjero y mi madre no quiere dejarlo solo. Por eso han decidido quedarse y me envían fotos. Siempre estamos en contacto, pero tengo mucho miedo”.
Al igual que Julia, la mayoría de sus amigas se han marchado: “algunas están en Ucrania, pero muchas se han ido al extranjero, especialmente las que tenían hijos. Casi todas las que tenían hijos se han marchado. Algunas se han ido a Polonia, otras a Alemania y otras a Holanda”.
Desearía reunirse con ellas en Kiev, pero por ahora mantienen el contacto por WhatsApp. Sin embargo, incluso esto se complica cuando se cruza una frontera. “Alguien me dio gratis una tarjeta SIM, pero no se conecta, así que solo uso los datos de mi teléfono móvil”.
Julia tiene la esperanza de reunirse algún día con sus amistades, su familia y volver al trabajo que le gusta, pero por ahora debe empezar su vida de cero llena de incertidumbres.