Esta historia empezó cuando Careline tenía cuatro años, vivía en Cali, Colombia, y empezó a participar en el programa de apadrinamiento de Plan International, donde conoció a su padrino a través de las cartas que se enviaban regularmente.
George es un hombre canadiense, fiel defensor de los derechos humanos y tiene un corazón enorme. La relación con Careline fue constante a través de las cartas, en las que le contaba sobre su trabajo y sobre los otros niños y niñas que tenía apadrinados.
Cuando Careline terminó el bachillerato le contó a su padrino que estaba muy triste porque su mayor deseo era estudiar en la universidad, pero que la situación económica de su familia no era la mejor, lo que dificultaba que continuara con sus estudios. Fue entonces cuando Careline, que para entonces ya tenía 17 años, recibió una comunicación de su padrino en la que le decía que quería apoyarle para que cumpliera sus sueños.
George sabía que la situación económica de los padres de Careline no era buena, por lo que, además del dinero de la matrícula, le enviaba dinero para el transporte, la alimentación y los materiales que pudiera necesitar. Así se forjó una relación de absoluta confianza. “Yo le escribía constantemente, le contaba cómo me iba, le mandaba el reporte de notas porque yo sentía ese compromiso, esa obligación de tener que ganar mis materias con buenas notas”, cuenta.
Gracias al apoyo de su padrino, Careline logró culminar exitosamente sus estudios como abogada. Hoy tiene 36 años, es madre de un niño de 8 años, está casada y cuenta con una especialización en derecho administrativo. Está vinculada a la Secretaría de Cultura de la ciudad de Cali y está iniciando su propio emprendimiento de una oficina de dirección jurídica en compañía de su marido.
Siente que la oportunidad que le brindó su padrino, no solo le abrió las puertas a ella, sino a toda su familia: “incluso mi mamá pudo terminar su bachillerato y más adelante se convirtió en locutora y comunicadora”, narra con gran emoción.
Hasta hace muy poco tiempo Careline siguió comunicándose con su padrino. Nunca tuvieron la oportunidad de conocerse personalmente, pero, a pesar de la distancia, se consolidó una relación de confianza, cariño, respeto y mucho amor entre los dos. George nunca tuvo hijos biológicos, pero sí cuatro niños y niñas apadrinados de los que seguramente se sentirá orgulloso. A los cuatro les ayudó con sus estudios superiores y hoy todos son abogados como él.
“Mi apadrinamiento sirvió para que toda la comunidad mejorara. Me gusta mucho el enfoque de la organización y estoy muy agradecida con ella. El trabajo que hacen por el desarrollo de toda una comunidad es muy bonito, por eso yo apoyo a Plan International, porque sé que el dinero se invierte realmente en las comunidades menos favorecidas y porque creo que debo ser agradecida”, concluye Careline.