Hasta hace poco, hablar de sexo con niños y niñas en la escuela era un tema tabú en Guinea. Como resultado, muchos crecían sin información, y muchas chicas dejaban los estudios por embarazos tempranos o infecciones de transmisión sexual. Pero hoy las cosas están empezando a cambiar.

En Kissidougou y Macenta, dos profesoras, Fanta y Marthe, han decidido actuar. Comprometidas con su labor, están transformando sus aulas gracias a su participación en el proyecto Mi Salud, Mis Derechos, de Plan International.
“Estoy segura de una cosa: no es hablar de sexo lo que pone en riesgo a los niños y niñas. Es la ignorancia lo que los pone en peligro”, afirma Fanta, docente en una escuela primaria. Ella celebra la incorporación de la educación sexual y reproductiva en el currículo escolar, con apoyo de Plan International. “Es esencial para el bienestar de nuestra infancia”, subraya.
Marthe coincide. “Hemos visto a demasiadas estudiantes dejar la escuela. A demasiadas chicas quedar embarazadas antes de terminar la primaria. Este proyecto realmente está salvando a nuestras hijas del abandono escolar y sus consecuencias”, explica.
Para ella, las clases de educación sexual integral eran una necesidad urgente: “Teníamos que hacer algo diferente. Los niños y niñas están muy implicados. Y personalmente, como docente, también he aprendido mucho y me siento cómoda enseñando estas clases”.
A través del proyecto Mi Salud, Mis Derechos, tanto Fanta como Marthe han recibido herramientas educativas y psicosociales para tratar estos temas con respeto, sensibilidad y competencia. “La educación sexual integral no se trata solo de hablar de sexo”, explica Fanta.
“También implica enseñar a los niños y niñas sobre sus derechos, el respeto a sus cuerpos, la igualdad entre chicos y chicas y la capacidad de tomar decisiones responsables para su bienestar. Es un paquete completo, que incluye también contenidos sobre violencia de género”.
Gracias a una metodología participativa, sus estudiantes se muestran cada vez más interesados. Preguntan, expresan sus inquietudes y reconocen que tienen derechos y que sus cuerpos les pertenecen.
Hasta hace poco, hablar de sexo con niños y niñas en la escuela era un tema tabú en Guinea. Como resultado, muchos crecían sin información, y muchas chicas dejaban los estudios por embarazos tempranos o infecciones de transmisión sexual. Pero hoy las cosas están empezando a cambiar.
En Kissidougou y Macenta, dos profesoras, Fanta y Marthe, han decidido actuar. Comprometidas con su labor, están transformando sus aulas gracias a su participación en el proyecto Mi Salud, Mis Derechos, de Plan International.
“Estoy segura de una cosa: no es hablar de sexo lo que pone en riesgo a los niños y niñas. Es la ignorancia lo que los pone en peligro”, afirma Fanta, docente en una escuela primaria. Ella celebra la incorporación de la educación sexual y reproductiva en el currículo escolar, con apoyo de Plan International. “Es esencial para el bienestar de nuestra infancia”, subraya.
Marthe coincide. “Hemos visto a demasiadas estudiantes dejar la escuela. A demasiadas chicas quedar embarazadas antes de terminar la primaria. Este proyecto realmente está salvando a nuestras hijas del abandono escolar y sus consecuencias”, explica.
Para ella, las clases de educación sexual integral eran una necesidad urgente: “Teníamos que hacer algo diferente. Los niños y niñas están muy implicados. Y personalmente, como docente, también he aprendido mucho y me siento cómoda enseñando estas clases”.
A través del proyecto Mi Salud, Mis Derechos, tanto Fanta como Marthe han recibido herramientas educativas y psicosociales para tratar estos temas con respeto, sensibilidad y competencia. “La educación sexual integral no se trata solo de hablar de sexo”, explica Fanta.
“También implica enseñar a los niños y niñas sobre sus derechos, el respeto a sus cuerpos, la igualdad entre chicos y chicas y la capacidad de tomar decisiones responsables para su bienestar. Es un paquete completo, que incluye también contenidos sobre violencia de género”.
Gracias a una metodología participativa, sus estudiantes se muestran cada vez más interesados. Preguntan, expresan sus inquietudes y reconocen que tienen derechos y que sus cuerpos les pertenecen.
“Gracias a estas clases, he aprendido que puedo decir no a cualquier cosa que dañe mi salud y, sobre todo, mi bienestar. Sé que tengo derecho a terminar mis estudios y estoy muy feliz con este programa”, cuenta Pauline, estudiante de Macenta.
Saran, otra alumna, añade: “Antes pensaba que era vergonzoso hablar de mi cuerpo. Ahora sé que es importante protegerme y respetar a los demás. Y también he entendido que tengo que respetar a mis compañeras y que nadie debe tocar mi cuerpo sin mi permiso”.
En Guinea, todavía hay muchas niñas, niños y adolescentes que crecen sin acceso a información y servicios adecuados sobre salud sexual y reproductiva. Normas sociales perjudiciales, estereotipos de género, desigualdades y percepciones sobre la sexualidad de las mujeres siguen siendo barreras.
Plan International cree que todas las niñas, niños y jóvenes tienen derecho a tomar decisiones libres e informadas sobre su salud sexual y reproductiva, libres de coacción, violencia, discriminación y abuso.
El coraje de Fanta y Marthe ha abierto camino a una nueva generación que crece con más información, más confianza y mayor capacidad para tomar decisiones sobre su salud y su futuro.
“Gracias a estas clases, he aprendido que puedo decir no a cualquier cosa que dañe mi salud y, sobre todo, mi bienestar. Sé que tengo derecho a terminar mis estudios y estoy muy feliz con este programa”, cuenta Pauline, estudiante de Macenta.
Saran, otra alumna, añade: “Antes pensaba que era vergonzoso hablar de mi cuerpo. Ahora sé que es importante protegerme y respetar a los demás. Y también he entendido que tengo que respetar a mis compañeras y que nadie debe tocar mi cuerpo sin mi permiso”.
En Guinea, todavía hay muchas niñas, niños y adolescentes que crecen sin acceso a información y servicios adecuados sobre salud sexual y reproductiva. Normas sociales perjudiciales, estereotipos de género, desigualdades y percepciones sobre la sexualidad de las mujeres siguen siendo barreras.
Plan International cree que todas las niñas, niños y jóvenes tienen derecho a tomar decisiones libres e informadas sobre su salud sexual y reproductiva, libres de coacción, violencia, discriminación y abuso.
El coraje de Fanta y Marthe ha abierto camino a una nueva generación que crece con más información, más confianza y mayor capacidad para tomar decisiones sobre su salud y su futuro.


