Por qué es importante invertir en la educación de las niñas

Jenifer tiene diez años y sueña con ser enfermera. Vive en Quiché, hogar de muchas comunidades indígenas mayas de Guatemala. Alegre y responsable, dedica con entusiasmo su tiempo a los estudios. “Estudiar me hace sentir bien. Siempre sigo las indicaciones de mi maestra y quiero aprender más”, explica. 

Cuando sus padres tuvieron que dejar la comunidad y migrar en busca de empleo, Jenifer y sus hermanos tuvieron que ir a vivir con su abuela materna. “Me siento feliz viviendo con mi abuela porque me cuida y me anima a esforzarme en mis estudios”, añade. 

La vida de las niñas en esta región no es fácil. La pobreza, la desigualdad de género y las normas sociales limitan sus oportunidades y su bienestar. Mientras que las niñas en comunidades rurales de Guatemala suelen estudiar aproximadamente cuatro años, las niñas indígenas apenas llegan a completar tres. A los 15 años, seis de cada diez niñas indígenas ya habrán abandonado la escuela, a menudo debido a la presión económica, el matrimonio infantil o las responsabilidades domésticas. 

Plan International apoya la educación de las niñas en Quiché a través de programas específicos que abordan barreras como la pobreza, la desigualdad de género y la falta de acceso a las escuelas, con especial atención a la capacitación y empoderamiento de las niñas indígenas, en particular de las comunidades mayas. Becas, formación en liderazgo y la entrega de materiales educativos ayudan a que las niñas puedan continuar sus estudios, superar obstáculos y defender sus derechos. 

Hace poco, Jenifer y su hermana pequeña recibieron material escolar nuevo, como cuadernos y lápices, que les permitirán seguir aprendiendo sin preocuparse por tener que comprarlos ellas mismas. “Esto nos ayuda a mí y a mi abuela”, cuenta con entusiasmo. “Ahora puedo hacer mis tareas y seguir estudiando”. En casa, Jenifer también colabora en las labores del hogar: cuida de los animales, atiende a su hermana pequeña y enseña español a su abuela. “Ella antes solo hablaba k’iche’”, explica. “Me gusta ayudarla a aprender”. 

Aunque echa de menos a sus padres, Jenifer entiende por qué tuvieron que marcharse. Ahora está decidida a esforzarse al máximo en la escuela. “Mi abuela es mi mayor apoyo, y estudiar es la mejor forma de darle las gracias”, asegura. “De mayor quiero ser enfermera para poder ayudar a mi abuela y a mis hermanos”.