Khuyen trabajaba en una granja, mientras que su marido era jornalero, así que, a veces, le tocaba ir al bosque a recoger miel. Pero cuando estalló la pandemia de la COVID-19, su marido se quedó sin trabajo y no encontró nada.
Khuyen tiene 20 años, es de Vietnam y tiene dos hijos: un niño y una niña. Como la mayoría de las madres con las que hablamos, nos cuenta, orgullosa, que sus hijos son lo que más feliz le hacen. “Me casé a los 17 años, y en ese momento no pensaba mucho. Pero cuando tuve el primer hijo, empecé a darme cuenta de que hay muchas cosas de las que preocuparse”.
Como se casó muy joven, Khuyen admite que no sabía mucho sobre sus derechos ni sobre cómo alimentar a sus hijos de una forma saludable, pues su mayor preocupación en ese momento era cómo llegar a fin de mes, sobre todo teniendo en cuenta que ni ella ni su marido tenían un trabajo estable.
Cuando su segundo hijo nació y le dijeron que estaba desnutrido, Khuyen se sintió muy avergonzada. “Me gustaría haber aprendido más, o, al menos, haber tenido más tiempo para cuidar de mis hijos”.
Khuyen trabajaba en una granja, mientras que su marido era jornalero, así que, a veces, le tocaba ir al bosque a recoger miel. Pero cuando estalló la pandemia de la COVID-19, como el país estuvo confinado durante tres meses, su marido se quedó sin trabajo y no encontró nada. El transporte de alimentos también se paralizó, así que tampoco había nada que comprar en el mercado. La familia estuvo meses dependiendo exclusivamente de las verduras que podían cultivar ellos mismos.
Con el fin de apoyar a las familias con niños y niñas con desnutrición, hemos puesto en marcha un proyecto en la provincia de Quang Binh. en el norte de Vietnam. Además de enseñar a los participantes cómo cultivar su propia huerta y supervisar la salud de la infancia, cada familia recibe 20 gansos para que tengan sus propios huevos, con lo que pueden alimentar de forma nutritiva a sus hijos e hijas.
Hace pocos días, Khuyen ha recibido su nueva bandada de gansos y, el día que la visitamos, preparaba con mucho entusiasmo una comida para su hijo y su hija. “Esta misma mañana he aprendido a cocinar un nuevo plato para mis hijos, ¡les ha encantado! Desde que estalló la pandemia de la COVID-19, esta es la primera vez que mis hijos comen huevos”.
Ahora que, tras el período de cuarentena, el país se va adentrando en una fase de nueva normalidad, Khuyen y las demás familias beneficiarias del proyecto pueden acceder y participar en diferentes actividades como clases sobre nutrición, exámenes prenatales y también pueden ir a que midan el peso de sus hijos e hijas.
Además, se ofrecen demostraciones de cocina para enseñar a las familias a preparar comidas saludables para sus hijos. “Me encanta cocinar”, dice Khuyen riendo. “Los profesores nos enseñan paso a paso cómo preparar una deliciosa y nutritiva papilla de avena”.
Una vez que aprenden teoría sobre nutrición, las madres pueden poner en práctica sus conocimientos con los huevos y las verduras que ellas mismas han producido.
Hasta ahora, 200 familias se han beneficiado de este proyecto con el que hemos llegado a 384 niños y niñas con problemas de nutrición en tres distrtitos: Quang Ninh, Le Thuy y Minh Hoa.
A través de este apoyo, nuestro objetivo principal es que las familias estén ahora mejor preparadas en el caso de que ocurra otro desastre o pandemia. “Ahora, nada me hace más feliz que ver a mis hijos crecer saludablemente, comiendo la papilla que preparo y cocinando los huevos de los gansos que he criado”, nos cuenta Khuyen, mientras sus ojos brillan de alegría.