Nicaragua tiene la tasa más alta de embarazo adolescente de América Latina, con un 28% de mujeres que da a luz antes de cumplir los 18 años. Plan International trabaja para garantizar la protección de niños, niñas y jóvenes.
La pobreza, la violencia de género son dos grandes lacras en la Región Norte de la Costa Autónoma del Caribe (RACCN), en Nicaragua. Los casos de violación son a menudo ignorados y rara vez se cumplen condenas, mientras que algunas comunidades sienten que su única opción es resolver los casos por la vía del sistema de justicia tradicional que pueda compensar a las víctimas.
A través de su proyecto “El Poder de las Niñas”, Plan International Nicaragua trabaja con las comunidades para garantizar la protección de los niños, niñas y jóvenes.
María*, de 18 años, fue violada cuando tenía 13 años y enviada a vivir con su agresor. La única opción de hacer justicia por parte de las familias es llevar su caso a un whista (juez comunitario), ya que no existen estructuras legales formales en el RACCN.
Los whistas pueden resolver los casos con un Tala Mana (“pago por la sangre”), que supone un pago compensatorio por parte del agresor a la familia de su víctima. “El whista me dijo que debía alegrarme de estar viva y que aceptara un Tala Mana por la violación”, cuenta María. “A mi familia le ofrecieron 50.000 córdobas (unos 1.682 euros) para cerrar el caso. Al final recibimos 5.000 córdobas (168 euros), pero yo nunca vi el dinero”.
Esta región posee uno de los índices más altos en casos de violencia sexual. El Instituto de Medicina Legal de Nicaragua afirma que el 88% de las víctimas de violencia sexual en el país son chicas jóvenes, en su mayoría adolescentes.
Según Shira Miguel Downs, de Nidia Blanca (organización que colabora con Plan International Nicaragua), “en el momento en que una niña puede transportar mercancías en la cabeza, se piensa que está lista para compartir su vida con un hombre”.
El país tiene la tasa más alta de embarazo adolescente de América Latina, con un 28% de mujeres que da a luz antes de cumplir los 18 años. Jennifer* tenía 14 años cuando un hombre de 29 años de edad mantuvo relaciones sexuales con ella.
“Yo no sabía cómo protegerme”, afirma. “Fui maltratada durante todo el embarazo, a manos de mi madre y de aquel hombre”. Después de dar a luz, Jennifer se fue a vivir a un refugio para niñas. “Cuando las personas sufren violencia, no pueden disfrutar de una vida normal. Si la gente sufre, debe romper su silencio e informar a la policía”.