El brote de ébola ha afectado a más de 10.000 personas en Liberia en los últimos dos años, cobrándose más de 4.800 vidas. La superviviente al ébola Bendu Kamara nos cuenta su historia.
La superviviente al ébola Bendu Kamara, de 26 años, de Bomi, en Liberia Occidental, perdió a su marido y a su hija de tres años debido a la enfermedad mortal. Ahora, dos años después del primer caso registrado en África Occidental, Bendu cuenta cómo está reconstruyendo su vida…
“Durante el brote de ébola, fui muy desafortunada. Mi marido contrajo ébola, y después me lo contagió a mí y a mis cuatro hijos. Él murió en Agosto de 2014, y pocos días más tarde mi niña de tres años murió también a causa del virus.
Yo me puse muy enferma y me llevaron a la Unidad de Tratamiento de Ébola (UTE). Tuve que permanecer allí durante 40 días antes de ser dada de alta.
Fue un infierno para nosotros. No podía creer que todos hubiésemos contraído el virus letal del ébola.
Fui marginada por mi comunidad y abandonada. La gente me dio comida y agua para mí y para mis hijos – pero parecía como si estuviesen echando de comer a los perros. Nos lanzaban la comida. Nadie quería hablar con nosotros. Llegamos a estar días sin comida ni agua. Estaba agotada y muy enferma. Sólo Dios podia salvar mi vida.
El brote de ébola hizo mucho daño a las infraestructuras del país, especialmente a los sistemas sanitario y educativo. Las escuelas permanecieron cerradas durante casi seis meses. Los hospitales se hundieron. Todo se detuvo durante la crisis del ébola, aunque ahora estemos recuperados, la economía ha caído mucho y la vida sigue siendo difícil.
Luchando por sobrevivir
Estoy tratando de salir adelante vendiendo pescado. Recibí una ayuda económica de Plan International y del Comité de Emergencia para Desastres de Reino Unido de $110. He utilizado el dinero para comprar algo de pescado en la ribera y he comenzado a venderlo en la comunidad. El beneficio es mínimo pero me las arreglo para pagar el alquiler y dar de comer a mis hijos. Por desgracia, no han podido volver a la escuela porque soy muy pobre y el negocio es muy pequeño.
Para mí, la mayor dificultad es la que estoy experimentando ahora.
Desde que se produjo la crisis del ébola, perdí a mi marido y a mi hija pequeña y el dolor sigue siendo inmenso. Mi marido constituía un gran apoyo, él era quien traía el pan a casa y quien de hecho podía mirar y obrar por la familia. Éste es un momento duro, tan duro que muchos días nos vamos a la cama sin comida ni agua. A veces no consigo vender nada en absoluto.
El brote de ébola también ha afectado a mi salud. Mi corazón se resiente casi todos los meses. Una ONG local me proporcionó medicación cuando comenzó la enfermedad.
A la espera
Nuestra comunidad comienza lentamente a reconstruirse gracias al apoyo de organizaciones como Plan International. Todas mis pertenencias, incluida la ropa, fueron quemadas cuando contraje el virus del ébola. Cuando los miembros de mi comunidad me rechazaron, Plan International nos apoyó y proporcionó vestimenta, colchones, comida y productos no alimenticios.
Cada día es una batalla, la esperanza es lo único que me queda. Espero que todo vaya bien. Espero que mis hijos puedan volver a la escuela. Espero poder comenzar un negocio en el que la renta dependa del tiempo de trabajo y poder dar de comer a mis hijos. Al fin y al cabo, yo soy ahora la cabeza de familia. Mi marido ya no está, lo que significa que yo soy quien lleva el pan a casa y no tengo otra opción más que asumir ese role.
No podemos olvidar lo que ha pasado en los últimos dos años. Se ha declarado Liberia libre de ébola en tres ocasiones desde el primer brote y no queremos que se produzca un nuevo caso.
Nuestra comunidad continúa trabajando con Plan International y otras ONG para concienciar acerca del ébola a través de carios comunitarias en Bomi. Utilizamos megáfonos para informar sobre la enfermedad y la importancia de la educación y distribuimos folletos con mensajes pedagógicos sobre el ébola.
“De una cosa estoy segura: no lo queremos de vuelta.”
Como parte de la estrategia de recuperación de Plan International en Liberia, la organización apoya el proceso de recuperación proporcionando botiquines de higiene en las escuelas, formando a los profesores en protocolos de seguridad y construyendo comunidades fuertes. Plan International también apoya a las comunidades con la instalación de fuentes seguras de agua potable en los pueblos de Nimba, Lofa y Bomi, así como construyendo tres escuelas modernas en Nimba y Lofa que benefician a más de 3.000 alumnos. El objetivo es reconstruir comunidades fuertes y asistir a las comunidades afectadas por el brote para que puedan recuperar sus vidas.