Yuma, 15 años, relata cómo ha sido testigo de la violencia física y el acoso –en gran parte llevado a cabo por bandas- en Nicaragua. "La formación de Plan International me ha ayudado de muchas formas. Me entusiasma seguir aprendiendo y compartir mis ideas con los demás. Confío en que las mujeres pueden conseguir lo mismo que los hombres", afirma.
Yuma, 15 años, Regiones Autónomas de la Costa Caribe Norte (RACCN), Nicaragua
“Los actos de violencia son habituales en mi comunidad. He sido testigo de la violencia física y el acoso –en gran parte llevado a cabo por bandas. En mi barrio hay muchas: merodean por las calles, acechando a los niños y niñas y provocando peleas. Cuando nos ven a las chicas, caminan hacia nosotras e intentan cogernos de la cintura, tocarnos los hombros o la cara.
Las bandas nos asustan. Este tipo de comportamientos causa problemas de confianza y desemboca en una falta de autoestima, especialmente a las niñas de mi edad. Si llevamos pantalones ajustados, nos acosan.
Es duro ser una niña en las Regiones Autónomas Regiones Autónomas de la Costa Caribe Norte de Nicaragua, porque somos mucho más vulnerables que los niños. Los hombres tienen el poder –sobre todo en casa–. Son ellos los únicos que toman las decisiones.
Sin embargo, participar en el proyecto de Plan International en favor del empoderamiento de las niñas me ha hecho darme cuenta de que las mujeres somos tan fuertes como los hombres, y que la vida no tiene por qué ser como nos han dicho hasta ahora. Por este motivo y por haber visto a la gente sufrir por causa de la violencia, quise convertirme en agente de cambio.
Cuando Plan International visitó mi barrio para hablarnos del programa, decidí que quería cambiar la mentalidad de la gente entorno a la violencia. Quería fomentar nuevas ideas y ayudar a quienes han sufrido acoso.
Cuando me convertí en agente de cambio, advertí que una amiga tenía muy baja la autoestima. Su madre se comportaba de manera violenta con ella y sus compañeros le hacían bullying. Vi que no estaba bien, me gané su confianza y ella me contó cómo se sentía. Desde que tiene a alguien en quien confiar ha dado un cambio positivo.
Para mí es importante apoyar a las víctimas de la violencia de cualquier manera en la que pueda ayudar. Si soy incapaz de lidiar con ello, pido ayuda a los profesores, o a las personas que trabajan en Plan International. Lo más importante es apoyar a la víctima en todo lo que podamos.
Como jóvenes, queremos ser libres y expresarnos – pero existen dificultades. Algunos no reciben apoyo de sus padres, otros tienen miedo al rechazo.
Entiendo los problemas a los que las personas tienen que hacer frente. Yo soy hija única y mi madre tuvo que hacerse cargo de mí sola cuando mi padre nos abandonó. Ahora vivo con mi tía porque hay más oportunidades de educación en la ciudad principal. Mi padre también vive aquí, pero nunca hemos hablado, Creo que tiene cuatro hijos. Le vi una vez, pero no me gustó cómo actuó conmigo así que ahora mantengo las distancias.
La formación de Plan International me ha ayudado de muchas formas. He aprendido cómo interactuar con la gente y cómo expresarme. Ahora sé qué hacer si alguien es víctima de la violencia. Disfruto aprendiendo cosas nuevas y ver a alguien que está más feliz gracias a mi apoyo, me hace sentir bien.
Me entusiasma seguir aprendiendo y compartir mis ideas con los demás. Confío en que las mujeres pueden conseguir lo mismo que los hombres. Estoy decidida a seguir estudiando y espero poder ir a la universidad para estudiar psicología”.