Por Julia López
En marzo viajamos con un equipo del programa Informe Semanal de TVE al “cálido corazón de África” para conocer la lucha de los y las jóvenes malauís y los programas de Plan International contra el matrimonio infantil. Los equipos de Plan International en Malaui trabajan con los niños y niñas, los padres y madres, los comités de protección infantil, los profesores y profesores y los líderes tradicionales para erradicar los matrimonios infantiles, promover los derechos de las niñas y garantizar su educación.
Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en lugares pequeños, puede cambiar el mundo, decía Galeano. En febrero de 2017, un pequeño grupo de chicos y chicas jóvenes consiguió un hito histórico en Malaui, un pequeño país en el sudeste africano. Después de meses haciendo campaña para cambiar la Constitución, consiguieron que el Parlamento votara a favor de una enmienda que prohíbe definitivamente el matrimonio infantil en su país.
El problema, sin embargo, es grande: una de cada dos niñas malauís, el 46%, se casa antes de los 18 años. El matrimonio infantil hunde sus raíces en causas profundas. La pobreza, las dificultades para acceder a la educación, la desigualdad de género, las creencias y las tradiciones empujan a muchas niñas a matrimonios que les roban sus derechos y sus oportunidades de futuro.
En marzo viajamos con un equipo del programa Informe Semanal de TVE al “cálido corazón de África” para conocer la lucha de los y las jóvenes malauís y los programas de Plan International contra el matrimonio infantil. Los equipos de Plan International en Malaui trabajan con los niños y niñas, los padres y madres, los comités de protección infantil, los profesores y los líderes tradicionales para erradicar los matrimonios infantiles, promover los derechos de las niñas y garantizar su educación.
Tionge, que a sus 25 años ha sido la portavoz del movimiento de jóvenes activistas contra el matrimonio infantil apoyado por Plan International, sabe que el cambio de ley es solo el primer paso. “Ahora queda mucho trabajo por delante, tenemos que hacer saber a todas las niñas del país que hay una ley que les protege y que impide que nadie les obligue a casarse antes de los 18 años”, explicaba.
En Kasungu, una región central de Malaui, conocimos a Wazi. Tenía una mirada triste que decía más que sus escasas palabras. “Me gustaría ser médico”, nos contaba mientras su hijo mayor correteaba entre sus piernas. Estaba de visita en casa de sus padres porque su marido, con el que se casó cuando tenía 13 años, se había marchado a buscar trabajo a Sudáfrica. Le gustaba estar de vuelta allí, pero la producción de maíz y yuca de su familia no daba para cubrir las necesidades de tantas bocas, así que se vio obligada a casarse e irse a vivir con la familia de su marido. Dice que querría volver a estudiar, pero ahora ve difícil poder criar a sus dos hijos e ir al instituto. Wazi es una de tantas niñas que, a una edad que no les corresponde, cargan a sus espaldas con el peso de los niños, la casa, el campo y demasiadas responsabilidades.
En las escuelas apoyadas por Plan International los niños y niñas reciben formación sobre sus derechos y sobre las consecuencias del matrimonio infantil. En una clase abarrotada y con escasa luz, la profesora de la asignatura de “Habilidades para la vida” pregunta qué efectos tiene el matrimonio para las niñas. Se alzan varias manos que van desgranando consecuencias que conocen de cerca por muchas compañeras: abandono escolar, niñas embarazadas y madres, pobreza, falta de oportunidades.
A sus 15 años, Chiffundo también había vivido ya una vida que no le pertenecía. Ahora estaba orgullosa de haber vuelto al instituto y poder vivir en la residencia con compañeras, pero el camino hasta ahí no había sido fácil. El trayecto que tenía que recorrer hasta el colegio cada día era largo, la comida escaseaba y sus padres ya no podían permitirse pagarle el material escolar, así que dejó el colegio y accedió a casarse con un hombre mayor que le prometió comprarle todo lo que necesitara.
A través del comité de protección infantil y los trabajadores comunitarios, Plan International intervino para que Chiffundo pudiera volver al colegio. La policía comunitaria detuvo al hombre con el que se casó y el jefe de la comunidad, con el apoyo de la organización, se reunió con ella y su familia y rompió el matrimonio. Plan International ahora apoya su educación en un nuevo instituto donde ha podido comenzar de nuevo, sin enfrentarse a las burlas o la culpa.
El rol de los líderes tradicionales, custodios de las tradiciones y de la justicia consuetudinaria, es fundamental para promover cambios en las comunidades. Plan International trabaja para conseguir que los jefes y las autoridades locales se conviertan en aliados contra el matrimonio infantil y promuevan la educación. En Kasungu y otras regiones, muchos jefes y jefas locales ya están luchando contra estos matrimonios y devolviendo a las niñas al colegio.
Además, los grupos juveniles de Plan International organizan sesiones de concienciación y sensibilización a través de juegos, canciones y obras de teatro para que toda la comunidad sea consciente de los peligros y consecuencias negativas del matrimonio infantil.
“¿Por qué le dijiste que sí?”, le preguntamos a Chiffundo. “No lo sé”, nos contestó ella. Como muchas otras niñas casadas, Chiffundo no sabía que podía decir que no. La mayoría de las niñas en las zonas rurales de Malawi no conocen sus derechos y no pueden defenderlos. Por eso es fundamental trabajar con los comités de protección infantil, los líderes tradicionales, las familias, la policía y los jueces, los colegios y con las propias niñas para que todos sepan que todas las niñas tienen derecho a decir NO al matrimonio infantil.