La vida no es fácil para las niñas que crecen en la conflictiva provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique. La región ha estado asolada por un conflicto armado desde octubre de 2017, lo que ha provocado el desplazamiento de más de un millón de personas. Las mujeres y las niñas son las que se ven más afectadas por esta emergencia humanitaria, con sus derechos, seguridad y perspectivas de futuro gravemente comprometidos.
Tras la muerte de su padre, la familia de Josefina, de 13 años, se trasladó a otra zona de la provincia y ya no pudo costear su educación, obligándola a abandonar la escuela. “Estaba en segundo curso, pero mi familia no tenía los medios para mantenernos a mí y a mis hermanas en la escuela. La vida era difícil, y la escuela no parecía ser una prioridad para la familia”, explica.
La madre de Josefina cultiva un terreno y quería que sus hijas la ayudaran en la granja en lugar de asistir a la escuela. La desigualdad y la pobreza hacen que pocos niños en Mozambique completen su educación. A menudo, los niños abandonan la escuela por razones financieras o culturales, como la falta de apoyo de los padres, especialmente en el caso de las niñas.
Josefina vive en una comunidad profundamente afectada por el conflicto. Las familias en Cabo Delgado luchan constantemente por acceder a servicios sanitarios, medios de subsistencia y educación. Los episodios continuados de violencia han obligado a cientos de escuelas a cerrar, impactando el aprendizaje de más de 50.000 niños y niñas.
Para ayudarles a regresar a las aulas, Plan International, gracias a la financiación de la Unión Europea, está implementando un proyecto de dos años para restaurar el acceso a la educación en un entorno seguro y protegido para la infancia afectada por el conflicto en el norte de Mozambique.
Con el proyecto “Educación en Emergencias” estamos reparando escuelas dañadas por el conflicto, construyendo Espacios Temporales de Aprendizaje (TLS, por sus siglas en inglés), proporcionando kits de aprendizaje para ayudar a los estudiantes a volver a las aulas, capacitando a maestros y construyendo letrinas e instalaciones de higiene. Equipos móviles trabajan en la comunidad para identificar a niños y niñas que no acuden a la escuela y animar a sus familias a inscribirlos. Este fue el caso de Josefina y sus hermanas.
“Mi nombre y el de mis hermanas fueron incluidos en el registro de las jóvenes que necesitábamos recibir apoyo para poder comenzar la escuela al año siguiente, y así pudimos regresar a la escuela”, explica.
Ya de vuelta en la escuela primaria, que actualmente tiene 4.419 estudiantes matriculados, la mitad de los cuales son niñas, Josefina dice que poder regresar al colegio ha sido un hito enorme en su vida: “Volver a la escuela fue lo mejor que me ha pasado”, dice con una sonrisa.
“La vida aquí es muy difícil, y la escuela es una oportunidad para soñar con dónde quiero llegar en el día de mañana y dar pequeños pasos para moldear mi futuro. Cuando me inscribí en la escuela, estaba tan feliz, pero no tenía cuadernos, lápices, uniforme ni otros materiales para asistir a las clases. Pero luego, el mismo equipo del proyecto de Plan International que tomó nuestros nombres y nos inscribió, nos dio kits escolares con todo lo que necesitábamos para asistir a clases. Incluso nos dieron uniformes escolares. ¡Estaba tan feliz!”
A través de nuestro socio, HelpCode, también estamos implementando iniciativas de protección para mejorar el bienestar de los niños y niñas afectados por el conflicto. A través de juegos, apoyo psicológico e iniciativas educativas, los niños en Cabo Delgado están recuperando poco a poco el control sobre sus vidas, donde el aprendizaje se convierte en una forma de resiliencia.
Para Josefina, el entorno de apoyo y protección creado en su escuela le ayuda a sentirse segura y bienvenida, dándole mejores condiciones para aprender y participar en actividades escolares. Sin embargo, es consciente de que hay muchos niños en su comunidad que no tienen acceso a la educación.
“Tengo amigas que aún no están en la escuela. No sé exactamente por qué, pero creo que deberían estudiar”, dice Josefina. “También tengo otras amigas que han abandonado la escuela, y no creo que sea por embarazo o matrimonio, aunque hay varios casos en la comunidad.”
Josefina piensa mucho en el futuro y en cómo puede ayudar a su madre cuando ya no tenga fuerzas para trabajar en la granja. Por eso se toma muy en serio sus estudios.
“Estudiar es muy bueno porque estoy adquiriendo conocimientos. En el futuro, me gustaría ser maestra para ayudar a quienes no saben leer ni escribir. Realmente quiero contribuir a mi comunidad y ayudar a los niños. Quiero apoyar a mi madre para que pueda tener una vejez más fácil y descansar después de toda una vida de trabajo. También me gustaría pedir a los líderes del país que nos den paz, que pongan fin a la guerra para que podamos desarrollar nuestras comunidades”.