Los hombres que quieren hacer Kampala segura para las chicas

Un componente vital del programa es involucrar a hombres y chicos para cambiar su percepción y ayudarles a acabar con las actitudes que discriminan a las mujeres.

Los hombres y los chicos jóvenes son la principal razón por la que que las chicas en Kampala se sientan amenazadas. Nuestro programa Ciudades Seguras trabaja en  ésta y otras 7 ciudades del mundo para construir urbes inclusivas y espacios seguros para las jóvenes. Un componente vital del programa es involucrar a hombres y chicos para cambiar su percepción y ayudarles a acabar con las actitudes que discriminan a las mujeres.  Desde que comenzara el programa, en 2014, hemos trabajado en Kampala con cientos de hombres y jóvenes. 

Las actividades incluyen: 

  • Concienciación sobre roles de género dañinos.
  • Debates sobre problemas locales y caminatas seguras en las que se recorren sus barrios evaluando los principales peligros.  
  • Desarrollo de propuestas formales para mejorar sus comunidades y compartirlas con las autoridades pertinentes para hacer estos cambios
  • Participación en debates comunitarios para discutir los hallazgos de las caminatas seguras y ofrecer a las chicas una plataforma en la que expresar su perspectiva entorno a los espacios públicos de su ciudad.
  • Evaluación de la calidad de los servicios de la ciudad y los espacios que son importantes para las chicas. Las jóvenes presentan los resultados de este ejercicio a las autoridades y hasta ahora, se han nombrado las calles, ha mejorado el alumbrado público y se han construido aceras.
  • Campañas de concienciación dirigidas al personal de transportes para que puedan tomar acciones para mejorar la seguridad de la ciudad. También se entregaron chaquetas reflectantes con el mensaje “Un hombre de verdad promueve la seguridad de las chicas ¿tú lo haces?”. Con el objetivo de promover el mensaje entre todos los hombres de la comunidad. 

Según Plan International Uganda, estas actividades han mejorada la seguridad en las comunidades y han aumentado la concienciación respecto a la protección de las chicas. Las jóvenes de la localidad dicen que se percibe una notable reducción del acoso en Kampala. 

Dos jóvenes, Eric y Umar, comparten cómo el programa Ciudades Seguras ha transformado su visión de las mujeres y niñas. 



 Antes solía piropear a las chicas, pero nunca más lo haría.

Eric tiene 24 años y vive con su mujer y su hijo de 9 años en Kampala. “Mi comunidad tiene una alta tasa de criminalidad, un sitio muy agobiante con bandas que hacen que sea inseguro para todos” cuenta.

Su mujer quedó embarazada cuando tenía 13 años y el 15, dejó la escuela para trabajar y hacerse cargo de su familia: “Tuve que rechazar una beca para ir a la universidad y trabajar como moto-taxista”.

Se enteró del programa a través de un miembro de Plan International que les invitó a formar parte de las sesiones. “Primero no tenía ningún interés, pero no tardé mucho en darme cuenta de que las cosas de las que hablaban eran útiles, y no solo para las chicas, los chicos también tenemos un buen trabajo que hacer”.

“Antes de participar en el proyecto solía acosar y piropear a las chicas, ahora me doy cuenta de que las degradaba. Tiene que ver también con la cultura del sector en el que trabajo. Lo que solíamos pensar de las mujeres, definitivamente no estaba bien. Veía a las mujeres como objetos, no veía su valor. Realmente no sabíamos cómo de equivocados estábamos. Dentro del sector del moto-taxi teníamos nuestras propias reglas que no tenían en cuenta a las mujeres y niñas, sólo nos beneficiaban a nosotros. Pero a través del programa de Ciudades Seguras hemos aprendido a ser empáticos. Nos ha hecho ponernos en el papel de las chicas cuando están siendo acosadas”.

Eric continúa: “No fue de un día para otro, pero poco a poco empezamos a ver la mujeres y jóvenes como nuestras hermanas, primas, madres, mujeres, como personas, por muy duro que pueda sonar. Nuestra mentalidad cambió y empezamos a implicarnos en la lucha por la igualdad de género, hemos revisado nuestras normas y reglas y cambiado nuestras rutas. Solíamos conducir por los caminos más largos para beneficiarnos y al final pasábamos por sitios que no eran seguros para las chicas”. 



Ahora la forma en la que Eric se relaciona ahora con su familia también ha cambiado. Dice ser un padre diferente. Ha abandonado los prejuicios que transmitía a su hijo, los juguetes que le regalaba, la forma en la que se comunica con su mujer: “Respeto su opinión, y aprecio todo el esfuerzo y los obstáculos que afronta como nunca”. 

Eric se ha convertido en un modelo de ejemplo para los demás moto-taxistas que ahora se sienten incómodos acosando a las chicas delante de él.

Los hombres y niños juegan un rol muy importante para hacer Kampala segura para las mujeres y niñas. “Cuando mi hijo tenga mi edad, quiero que Kampala sea segura  e inclusiva para las chicas, quiero que participe activamente para que ellas se sientan seguras”.  





Los hombres que acosan a las mujeres son unos cobardes

Umar vive en Kampala y tuvo que abandonar el colegio a los 16 años porque es hijo de madre soltera y no podía permitirse la educación de todos sus hermanos y su hermana. “Dejé el colegio para que mi hermano pudiera seguir estudiando”. 

“Paso los días ayudando a mi madre vendiendo patatas y boniatos. A veces tengo trabajos temporales, pero hace poco fui despedido por ser menor de 18 años, siendo tan joven es difícil encontrar un trabajo permanente. 

Mi hermana pequeña me inspiró a unirme al programa de Ciudades Seguras. Aunque Umar no ha acosado ni agredido a nadie nunca, había mucho camino que hacer para cambiar su perspectiva de las mujeres. “Algunos chicos ven a las mujeres como objetos y yo pensaba que no valían para nada. He cambiado. Ahora quiero luchar para que las mujeres de mi comunidad puedan ser libres. Ahora sé que hay que respetar a las mujeres y niñas, y educar a los niños para que también lo hagan. Los hombres que acosan a las mujeres son cobardes a incapaces de empatizar con ellas. Quiero que todos los chicos se den cuenta de que somos iguales, todos somos personas y nos merecemos el mismo respeto”.