La vida después del apadrinamiento: Ronald

Ronald creció en Uganda, con su madre, sus dos hermanas y sus dos hermanos pequeños.

Su padre seguía en la Universidad y la vida parecía un viaje lleno de obstáculos. Ronald no podía ir al colegio y en casa, a menudo no había suficiente comida, lo que acabó afectando a su salud. El apadrinamiento cambió su vida.





Cuando Ronald empezó a formar parte del programa de apadrinamiento de Plan International, comenzó a participar en multitud de proyectos que se llevaban a cabo en su comunidad: aprendió muchas cosas, desde los derechos y responsabilidades de las niñas y niños hasta cómo tener una buena higiene para prevenir enfermedades. 

Se instaló un nuevo bloque de aseos y un tanque de agua en la escuela local y la higiene de los niños y niñas mejoró, lo que también generó un mejor ambiente de aprendizaje y animó a los alumnos y alumnas a asistir a clase y persistir en su educación. 

Mientras Ronald veía como su vida cotidiana mejoraba poco a poco con a materiales como libros, bolis y mosquiteras, también su comunidad iba progresando con los proyectos. 

Un día Ronald recibió una foto de su padrino que cambió su vida. “Me envió una foto de un cerdito, recuerdo que era un cerdo blanco. Me encantó y me prometí a mí mismo que montaría mi propio criadero de cerdos cuando fuera mayor, y así lo hice”.

Ahora Ronald ha cumplido 25 años y ha construido una pequeña porqueriza con 25 cerdos. Lo ha hecho en su propia casa, en la tierra de sus padres. “Estos cerdos, literalmente, se multiplican, y han cambiado mi vida y la de mi familia”. 

Con los ingresos de la cría de cerdos está pagando la educación de sus hermanas y hermanos pequeños y asegurándose de que su familia tiene todo lo que necesita. “Mis hermanos y hermanas pueden ir al colegio gracias a mi apadrinamiento y esa idea que me dio la foto”. 

Pero su ambición no acaba aquí: actualmente está estudiando un grado de Estudios de Desarrollo y en un futuro quiere apoyar a las personas jóvenes y a los niños y niñas de su comunidad para que puedan acceder a servicios sanitarios y de educación y así poder mejorar la calidad de vida de sus familias, tal como él lo hizo. 

El apadrinamiento es motor de transformación de comunidades enteras y más de 72 niños y niñas pueden beneficiarse de tu ayuda. Y a veces, como en el caso de Ronald, va más allá de lo que piensas. Por nuestros años de experiencia en miles de comunidades, sabemos que, para transformar realmente la vida de un niño o una niña, lo que debemos hacer es prestar atención a las necesidades de su comunidad y su país. 

De esta manera, el apadrinamiento ayuda crear proyectos locales sostenibles: desde la construcción de colegios, de letrinas o de pozos hasta formación para que los profesores sepan cómo administrar vacunas que salvan vidas. 

Por eso buscamos que los niños y niñas apadrinados y sus familias se involucren, creen y tomen decisiones respecto a los programas que desarrollamos con ellos en su comunidad. Así no solo garantizamos que tienen un impacto duradero, si no que los niños y niñas tienen la oportunidad de aprender nuevas habilidades que les acompañaran para siempre.  

“La generosidad de mi padrino ha mejorado mi vida, la de mi familia y la de la comunidad entera”, dice Ronald. “El apadrinamiento me permitió seguir en el colegio y conseguir mis metas. Todos los niños y niñas se merecen una oportunidad”.