Mi certificado de nacimiento es más que un papel

Muchas personas ven el certificado de nacimiento como un papel prescindible y reemplazable. Pero 7,5 millones de personas filipinas no registradas, según la Oficina de Estadísticas de Filipina, no pueden decir lo mismo.

“Nunca estuve registrada, así que me sé muy bien los inconvenientes de no tener un certificado de nacimiento. No quería que mis propios hijos tuvieran estos problemas”, comparte con nosotros Rubelita, madre de 6 niños y niñas.

Rubelita tiene 34 años, vive en las afueras de Tocloban, una de las ciudades más importantes de Bisayas Orientales en Filipinas. La familia se sustenta gracias al sueldo del padre, Novencito, que trabaja en el sector de la construcción por unos 5€ al día.

Debido a su situación de pobreza, tuvieron que escoger entre comprar comida o registrar a sus hijos e hijas. Gracias a los abuelos, 4 de sus hijos fueron registrados poco después de nacer, pero los dos más pequeños no lo estaban. Su única opción era hacerlo más tarde.

 





Este registro tardío es un proceso a seguir si la persona no fuer inscrita en el registro civil cuando nació. Cuesta en torno a 1000 pesos filipinos, unos 17€. Una cantidad que Rubelita no podía invertir, incluso para algo tan valioso como el certificado de nacimiento. 

Rubelita y sus dos hijos sin registrar, Rowena de 4 años y Vicente de 2, son parte del 25% de la población que, se estima, no está registrada de Bisayas Orientales. Esto les priva de algunos de los derechos básicos. 

“Sin un certificado de nacimiento, no puedes probar quién eres y quiénes son tus padres. No puedes obtener un documento de identificación, y si no lo tienes cuando estás enfermo se te niegan los servicios que necesitas”, explica Rubelita. 

El registro de nacimiento, uno de los derechos fundamentales de la infancia, es una inversión para su protección y bienestar. Sin el mismo, los niños y niñas son más vulnerables a la violencia, el abuso y la explotación; no pueden acceder a servicios educativos y sanitarios básicos y se convierten en presas fáciles del tráfico de personas, ya que es menos probable que vayan al colegio y aparezcan en algún informe oficial. 

Básicamente, sin registro civil son invisibles para la ley. 

Como parte de nuestro trabajo contra el tráfico de personas, estamos trabajando con las oficinas de registro locales para obtener certificados de nacimientos para niños y niñas sin registrar, incluyendo a Rowena y Vicente. Después de recopilar toda la documentación y requisitos necesarios, los hermanos han recibido sus certificados de nacimiento, junto a otros 10 niños y niñas que recibirán pronto el suyo. 

Además de facilitar el proceso de registro, también conducimos sesiones de concienciación en las comunidades para ayudar a las familias a reconocer el valor del registro de nacimiento y cómo puede proteger a los niños y niñas del peligro, el abuso y la explotación. 

“Aunque yo no esté registrada, estoy satisfecha sabiendo que mis hijos, con este papel tan valioso, tendrán más oportunidades de crecer seguros y recibir una educación”, dice Rubelita.