“Sobreviví porque pedí ayuda y alguien me escuchó”

Carmela, filipina de 24 años, sobrevivió al tráfico infantil después de haber sido vendida por su propia madre. Ahora trabaja como asistente social y es una firme activista contra el abuso y la explotación de niñas, niños y mujeres.





Carmela relata el fatídico día, 10 años atrás, en que las autoridades locales finalmente la rescataron, junto a sus hermanas, después de que su madre intentara venderlas a una red de trata. 

“Aún no había salido el sol y todo estaba oscuro. Mis hermanas y yo estábamos en un autobús que en tres horas llegaría al aeropuerto, nuestra madre estaba sentada unos pocos sitios detrás de nosotras. Yo solo rezaba para que algo pasara y no llegáramos al aeropuerto. De repente, el autobús se detuvo. La policía entró buscando a alguien, un agente se aceró y me preguntó: “¿Eres Carmela? ¿Dónde está tu madre?”.

El lenguaje de la violencia

Carmela y sus dos hermanas pequeñas tuvieron una infancia llena de dificultades. Su madre era la única responsable de ellas, así que nadie podía protegerlas de su maltrato. 

“Aprendí lo que era la violencia siendo muy pequeña” cuenta Carmela “Fui maltratada física y psicológicamente desde que tengo memoria”. 

Carmela sufría maltrato físico severo, su madre la golpeaba y hasta la empujaba por las escaleras y la educación era una forma de escapar, estudiaba concienzudamente y tenía las mejores notas en primaria. Durante su graduación, su madre la besó y felicitó, pero Carmela sabía que solo aparentaba delante de los demás y aún conservaba las marcas de la última paliza. 

En ese momento decidió que iba a completar sus estudios “Era la única forma que tenía de mejorar mi vida y la de mis hermanas y, quizá, cambiar el comportamiento de mi madre”. 

Vendidas por su propia madre

Cuando Carmela estaba en el instituto, empezó a sospechar de su madre que, de repente, tenía mucho dinero disponible aunque no tenía un trabajo fijo. Su madre le explicó que el dinero provenía de su padre, que lo enviaba para pagar sus estudios. 

Sin embargo, sus sospechas crecieron cuando sus vecinos, sobre todo algunas madres, empezaron a hacer visitas frecuentes y le prohibían escuchar las conversaciones. 

“Una a una, todas las chicas de mi barrio, algunas de ellas mis amigas, fueron marchándose a trabajar a Manila”. 

Un funcionario local acusó a su madre de obligar a niños y niñas a prostituirse en la ciudad. Su madre lo negó efusivamente y Carmela le creyó. 

Semanas después, su madre le contó a Carmela que su padre quería quedar con ella y sus hermanas en la ciudad, Manila. Unos días antes del vuelo, su hermana pequeña vio que su madre y un hombre deconocido se enviaban mails y la verdad salió a la luz. Carmela y sus hermanas iban a encontrarse con un pederasta, no con su padre. “Esta vez, nos vendía a nosotras, a sus propias hijas”. 

Aterrorizada, Carmela se lo contó a sus familiares, quienes buscaron ayuda en el colegio. Finalmente contactaron con nuestra organización, ya que dirigimos un proyecto contra el tráfico de personas en su zona. Trabajando junto a las autoridades, se organizó el rescate de Carmela y sus hermanas.  

El 13 de diciembre de 2008, llegó el día, Carmela y sus hermanas fueron rescatadas por la policía local. Su madre fue arrestada y actualmente está cumpliendo condena tras ser acusada de tráfico infantil.

Aunque hubieran crecido bajo los maltratos de su madre, su vida siguió siendo muy dura. Tenían que permanecer bajo la protección de servicios sociales y, durante los siguientes seis años, Carmela tuvo que vivir separada de sus hermanas.

Tras dejar el colegio en su segundo año en el instituto debido al estrés, Carmela reflexionó y decidió que debía completar sus estudios. Se unió un curso alternativo del gobierno e hizo el examen de aceleración. “Aprobé el examen y fui directamente a la universidad”.

Carmela empezó un grado en Trabajos Sociales con 19 años y finalmente obtuvo su título. Dos años después consiguió la custodia de sus hermanas pequeñas. 

Alguien que escucha

Actualmente Carmela trabaja en la secretaría del Consejo Interinstitucional contra la Trata de su región, un consejo gubernamental encargado de dirigir la implementación de las leyes contra la trata de personas en el país.

“Como superviviente de la trata ahora siento la responsabilidad de ayudar a otras personas que siguen viviendo ese infierno”. 

Carmela ayuda a mujeres y jóvenes a luchar por sus derechos y protegerse de los abusos y la explotación. También es una activista de nuestra campaña #NotForSale que lucha contra el tráfico infantil. 

A través de acciones colaborativas entre el gobierno y organizaciones internacionales, estamos comprometidos a asegurar que las chicas como Carmela sean protegidas del abuso y la explotación. 

“Sobreviví porque pedí ayuda, hablé y alguien me escuchó, ahora yo también quiero ser alguien que escucha y así poder ayudar a otras personas”.