Desde que comenzó el confinamiento, Alexis no podía seguir las clases porque no tenía acceso a Internet. Desde que recibió esta ayuda de Plan International, Alexis está mucho más motivado y lleva mucho más al día las tareas de clase
Alexis tiene 19 años y llegó a España desde su país natal, Perú, hace un año y medio. Desde entonces, vive “apretadito” en una casa “pequeña” de tres habitaciones con ocho personas más: sus padres, su hermano pequeño, su hermana mayor, su marido y sus tres hijos. Aunque dice que está bien así, confiesa que “a veces” le gustaría tener “privacidad”.
Este año, a Alexis le ha tocado vivir un cumpleaños muy diferente por la cuarentena. Tenía planes para celebrarlo, iba a “salir con amigos”, pero no ha podido ser, “ya pasó”, dice resignado el joven que, esta vez, lo ha celebrado únicamente con su familia.
Alexis, quien se confiesa fan de la serie Élite, está estudiando segundo de peluquería y estética. “La verdad es que me encanta”, nos cuenta el joven entusiasmado. En noviembre, “si todo sigue tal y como está previsto”, va a terminar sus estudios y, “de ahí, empiezo las prácticas en alguna peluquería”. Sin embargo, con todos los cambios que está habiendo por el coronavirus, no sabe si su plan sigue en pie y si finalmente podrá hacerlas. Él espera que sí y sueña con que, tras terminarlas, le “acaben cogiendo” para poder empezar a trabajar en algo que le apasiona.
Al igual que les ha ocurrido a miles de estudiantes, las clases presenciales a las que asistía diariamente se han suspendido, lo que ha provocado un cambio en sus rutinas. “No me acostumbro al horario”, nos cuenta este joven que sufre de un trastorno obsesivo-compulsivo.
Si para cualquier persona el confinamiento puede tener efectos psicológicos negativos, para alguien con este trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, puede ser mucho peor.
A pesar de ello, Alexis se muestra “tranquilo” ante esta situación. Desde que llegó a España, el joven está tratándose para que los síntomas no controlen su vida diaria. Todos los días, sobre la ocho de la tarde, se toma un medicamento para dormir. “Me tomo la pastilla y me da sueño sobre las 11 o 12 de la noche”. Lo peor, nos cuenta, es que le cuesta “muchísimo” levantarse al día siguiente: “me despierto súper cansado”, cuenta.
Antes del confinamiento, la rutina de Alexis consistía en levantarse, desayunar, ir a clase, volver a casa y después, si tenía planes, quedar con los amigos. “Ahora, me levanto muchísimo más tarde y es peor, porque necesito hacer cosas por la mañana”. Nos cuenta que, aunque intenta tener otros horarios más tempranos, el hecho de no asistir a clase, unido a los medicamentos que toma, está haciendo que le cueste más llevar unos horarios fijos.
La UFIL en la que estudia, ha puesto a disposición del alumnado una plataforma online en la que los profesores cuelgan archivos, mandan y corrigen deberes y se comunican con los alumnos. Sin embargo, cuando empezó el confinamiento, Alexis no podía seguir las clases porque no tenía acceso a Internet: “estaba atrasado porque no podía entrar a la plataforma. Ahora, gracias a la ayuda de Plan International puedo conectarme y hacer los ejercicios”.
Estaba atrasado porque no podía entrar a la plataforma. Ahora, gracias a la ayuda de Plan International puedo conectarme y hacer los ejercicios.
Desde que recibió esta ayuda de Plan International, Alexis está mucho más motivado y lleva mucho más al día las tareas de clase. “Hago todo en el momento. Me lo mandan y ahí mismo lo hago”. De esta manera, el joven ocupa parte de su tiempo y evita el aburrimiento que supone para un adolescente estar todo el día en casa. También aprovecha el tiempo libre para “bailar y hacer muchos Tik Toks”.
Además, Alexis ayuda en casa, donde tiene unas tareas asignadas y donde la mayoría del tiempo hay algo que hacer porque son muchas personas. “Siempre hago las cosas y estoy con mis hermanos. Me toca lavar los trastes, la habitación y el baño. A veces también me toca recoger. Cada uno tiene su tarea asignada. A mi hermano le toca quitar el polvo y mi hermana es la que cocina”.
Su madre, mientras tanto, trabaja como interna en otra casa. Antes del confinamiento pasaba 3 o 4 veces por semana fuera de casa, pero desde que declararan el Estado de Alarma en marzo, no puede salir de la casa en la que trabaja para visitar a su familia. Alexis lleva más de un mes y medio sin verla. La echa “muchísimo” de menos y le pone triste no saber cuándo va a volver. Cuando lo haga, Alexis también va a tener que compartir habitación con ella, además de con su hermano y con su padre, pero no le importa en absoluto. “Quiero verla”.
Otra de las cosas que más añora y repite Alexis a lo largo de la entrevista es salir con sus amigos. Dice que, por si acaso, aún no ha pensado que es lo primero que va a hacer tras esta situación, pero, en cuanto pueda, aunque le “de nervio contagiarse”, quiere “salir a pasear” con sus amigos.
De momento se conforma con demostrarle su apoyo y cariño “como puede”, a distancia. “Cada vez que suben un estado les pregunto cómo están, qué están haciendo para no aburrirse, porque me imagino que deben estar aburridos. Ellos me cuentan que están trabajando y estudiando desde casa, igual que yo. Tengo muchas ganas de verlos”.