Muchos alumnos en Burkina Faso, un país en la región del Sahel que también se ve afectada por la violencia, el conflicto y la inseguridad alimentaria, no retomarán las clases hasta el próximo año escolar.
Durante el pasado mes de mayo, Pauline, de 15 años, fue engañada por un hombre mayor que ella para que abandonara a sus padres y se casara con él. Su historia es la de miles de chicas de Burkina Faso que han tenido que dejar de ir a la escuela debido a la COVID-19, y se han visto más vulnerables y expuestas al abuso, la violencia y la explotación.
Pauline, de la zona oriental de Burkina Faso, asistía a clases hasta que la escuela cerró. Durante una actividad de sensibilización de familias puerta a puerta en su comunidad, el equipo de Plan International se enteró de su desaparición al hablar con sus padres, que estaban preocupados por ella. Inmediatamente lo reportaron a los servicios sociales y Pauline fue localizada viviendo con la familia de un hombre mayor que ella.
El hombre, desconocido por sus padres, la convenció con engaños para que fuera a vivir con él y Pauline, sin tener edad suficiente para dar su consentimiento, se vio en riesgo de ser forzada a casarse, como le ha ocurrido al 10% de las niñas menores de 15 años en el país africano y al 52% de las de chicas de menos de 18 años, según datos de 2017.
Después de dos semanas de negociación con los servicios sociales, el hombre accedió a dejarla libre para que pudiera regresar a su hogar y volver a ver a su familia. “Cualquier padre o madre quiere ver que a sus hijos e hijas les va mejor que a ellos y mi sueño es que mi hija sea profesional”, dice Mireille, la madre de Pauline, para quien que la educación de su hija es una prioridad.
Según el informe “Adolescentes en Emergencias: voces del Sahel”, tanto en Burkina Faso como en Mali, un tercio de las chicas no habían asistido nunca a la escuela o sólo lo habían hecho durante un año y, muchas veces, esto no se debe tanto a la inseguridad o a que las escuelas hayan sido destruidas, sino que, por tradición, se cree que las adolescentes deben quedarse en casa para evitar que se junten con los varones.
Mireille siente que Pauline sufrió abusos de parte del hombre que quiso casarse con ella, que se aprovechó de que ella no estaba yendo a la escuela: “No culpo a mi hija por huir”, pero está convencida de que un matrimonio a la edad de su hija sería problemático.
Muchos alumnos en Burkina Faso, un país en la región del Sahel que también se ve afectada por la violencia, el conflicto y la inseguridad alimentaria, no retomarán las clases hasta el próximo año escolar. Para proteger a todas las niñas y jóvenes en esta situación, Plan International, que está trabajando en la respuesta a la emergencia por la Covid-19 en todo el mundo para proteger a la infancia y la adolescencia, ha puesto en marcha un programa de protección infantil que incluye formación sobre estas formas de violencia.
“Sin la intervención de Plan International no hubiera podido salvar a mi hija del matrimonio infantil”, explica Mireille. A partir del próximo año, la organización apoyará a Pauline para que pueda volver a la escuela y ella se ha comprometido a centrarse en sus estudios.
Las niñas y adolescentes del Sahel están viviendo una triple tragedia en una de las regiones más críticas del planeta. Se han juntado el conflicto, la inseguridad alimentaria y el colapso económico y ha generado una situación catastrófica para toda una generación de adolescentes que está en grave riesgo.
Plan International hace un llamamiento a los gobiernos y a la comunidad internacional para que destinen fondos de forma urgente para ofrecer asistencia humanitaria en la región, atendiendo las necesidades de niñas y adolescentes, y den prioridad a las negociaciones de consolidación de la paz y ayuden a poner fin al conflicto. Además, advierte de que la pérdida de educación y medios de vida, la falta de alimentos, la tensión en los servicios de salud, el aumento de la violencia de género y la restricción de la circulación debido a la pandemia aumentarán los riesgos a los que se enfrentan las niñas a medida que el virus aumenta su carga de responsabilidades y limita, aún más, sus oportunidades.