En Laos, muchos niños y niñas abandonan la escuela después terminar la primaria por las dificultades económicas de sus familias y porque las escuelas secundarias están demasiado lejos de sus comunidades. Los que sí continúan con sus estudios, suelen vivir fuera de casa durante la semana, en alojamientos humildes y sin poder comer.
Nim está en segundo de secundaria y va a una escuela que está a unos 10 km de su casa. Las dos horas de camino le obligan a pasar la mayor parte de la semana en la residencia escolar. “Voy a la escuela el domingo por la tarde y vuelvo a casa el viernes por la tarde. La distancia no importaría si tuviera una moto, pero mi familia es muy pobre”.
En 2016, Plan International puso en marcha un ambicioso proyecto para construir dormitorios en diez escuelas del distrito de Pha Oudom, en la provincia de Bokeo, con el fin de garantizar que los niños y niñas que viven fuera de casa tengan un lugar seguro donde alojarse. “Creo que las instalaciones están bien, por ejemplo, los baños y la cocina, pero la comida es un problema”.
La mayoría de los padres no pueden dar dinero a sus hijos para que compren comida, asó que los y las estudiantes se tienen que buscar la vida. “Muchas veces, durante los fines de semana, busco plantas y verduras y me las llevo al dormitorio junto con algo de arroz. Esa es mi comida durante la semana”.
Sin embargo, las escasas provisiones de Nim no son suficientes para los cinco días. “También tengo que recolectar verduras y hortalizas en los arrozales cercanos a la residencia para poder cocinar. Algunos días, sólo como arroz con sal y otros son aún peores, solo tengo una comida para todo el día”.
Bounthien, de 14 años, cursa cuarto de secundaria. “Durante los dos primeros años, mis padres me construyeron un pequeño refugio de bambú en los terrenos cercanos a la escuela. Lo compartía con mis amigos. Era muy duro vivir en ese refugio; no había luz, teníamos que usar una linterna de gasolina y no había instalaciones de agua”.
Bounthien vive ahora en uno de las residencias construidas por Plan International, pero, al igual que Nim, la comida es su mayor preocupación. “Incluso ahora, que tenemos mejores dormitorios gracias a Plan International, los estudiantes tienen que traer su comida de casa. Quiero traer comida de casa para comer en la escuela durante los días laborables, pero mis padres no tienen casi arroz”.
Para apoyar a los y las estudiantes que viven en las residencias, Plan International está repartiendo alimentos para que les duren todo un curso escolar. Cada estudiante recibe 18 kg de arroz; 40 latas de pescado; 10 paquetes de pasta y 1 botella de aceite, para dos meses.
“Gracias a que Plan International nos ha proporcionado esta comida, ahora tendré más tiempo para hacer ejercicio y hacer mis deberes. Puedo comer variado y esta comida me durará unos dos meses”.