Ocho meses después desde que comenzaran los ataques en la región etíope de Tigray, miles de niños y niñas siguen separados de sus familiares. Muchos, están viviendo en campamentos de desplazados que se han creado de forma provisional en las escuelas, iglesias y otros edificios de la comunidad. Bilen*, de 13 años, vive sola en un campamento superpoblado del norte de Gondar, en la región de Amhara.
“Mi padre está refugiado en Sudán. Mi madre se casó con otro hombre después de llegar al campamento y se mudó con él a una ciudad cercana. Viene a visitarme una vez a la semana”, explica Bilen.
Más de 2 millones de niños, niñas y personas adultas se han visto obligadas a huir de la región de Tigray como consecuencia del conflicto y necesitan ayuda urgente para acceder a alimentos, medicamentos para la desnutrición, alojamiento, servicios sanitarios, atención psicológica, agua potable y servicios de saneamiento.
Una de las mayores preocupaciones de Bilen es la escasez de alimentos. Cada mes, el gobierno de Etiopía le da un saco de trigo de 15kg, pero dice que no es suficiente para sobrevivir. “No es solo que tenga que comer trigo todos los días; tampoco tengo suficiente. Es muy difícil encontrar comida en este campamento”.
Bilen consigue algo de comida cuando su madre la visita y también gracias a una mujer que vive en el mismo campamento que ella: “me ayudan y, gracias a eso, sobrevivo. Me da vergüenza pensar que dependo de ellas. Deberían darnos más alimentos y de mejor calidad”.
Cuando vivía en Tigray, a Bilen le iba bien en la escuela. “Antes del conflicto, estaba en quinto grado. Cuando empezaron los ataques, ya no pude ir a la escuela, y tampoco he podido hacerlo desde que llegué al campamento”.
Gracias a Plan International, en colaboración con la oficina de educación, los alumnos y alumnas del campamento recibieron materiales educativos para que pudieran continuar con sus estudios. Entre otras, Bilen recibió ayuda para matricularse en primaria y ahora, por fin, va a empezar sexto.
Aunque el gobierno está tratando de reabrir las escuelas, la falta de profesorado y de materiales sigue siendo un gran reto. Hasta el momento, desde Plan International hemos ayudado a 3.200 niños y niñas desplazadas a volver a las aulas, pero la escasez de alimentos y la inseguridad son los principales problemas que provocan que los niños y niñas no vayan a la escuela.
“Me siento triste por ser tan joven y tener que estar expuesta a tanto sufrimiento y tantos peligros. Muchas niñas y niños pequeños como yo se han visto obligados a interrumpir su educación debido a la escasez de alimentos y a la falta de redes. El país atraviesa una gran crisis. Estoy muy preocupada por el conflicto. Deberíamos tendernos la mano. Quiero ser enfermera cuando termine mis estudios porque quiero ayudar a las personas que, como yo ahora, están en apuros”.