En la estación de tren de Chelm (Polonia), Katarina, de 27 años, espera para coger un tren a la cercana ciudad de Lublin. Su padre les ha dejado allí a ella, a su hermano de cinco años y a su madrastra. Tras despedirse emocionado, dio media vuelta y volvió a cruzar la frontera con Ucrania.
“Soy de Kiev, del centro de la ciudad. Cuando todo esto ocurrió yo estaba allí. El día en que comenzó, mi padre me llamó a las 5 de la mañana y me dijo que había comenzado la guerra y nos teníamos que ir a otro pueblo.
La situación en Kiev es aterradora. Mi madre me llama todos los días porque se ha quedado allí. Tenemos una frontera a la izquierda y otra a la derecha de Kiev. La de la derecha es terrible, realmente es la guerra. No lo puedes entender si no los has visto con tus propios ojos.
Todos los días, cuando nos íbamos a dormir oíamos las alarmas y teníamos miedo de que pasara algo. En cuanto oyes cualquier sonido piensas que es una bomba y que tenemos que correr para ponernos a salvo.
La primera vez que oímos la alarma corrimos a un lugar para protegernos. Al cabo de un tiempo se convirtió en una rutina y nos sentimos fatal porque es parte de nuestra vida ahora mismo. Muchas escuelas y hospitales están siendo atacados y están matando a gente.
Hoy mi padre nos ha traído en coche hasta Polonia y nos ha dejado aquí. La situación en Kiev no es buena y mi padre se ha ido a un pueblo. Está bien que yo esté aquí, pero mi madre y mi padre siguen en Ucrania. Mi hermano de cinco años y la actual mujer de mi padre están aquí conmigo.
Una vez pasadas las seis de la tarde no se puede conducir en las carreteras, así que nos quedamos en un hotel. Después, tardamos dos horas en cruzar la frontera. No me puedo creer lo que está pasado. No es fácil, no sé cuándo volveré a ver a mi madre.
Ahora mismo nos dirigimos hacia Lublin. Tenemos que encontrar un lugar donde quedarnos. Mi hermana vive allí y tiene sitio. Intentará encontrar algo para nosotros, pero no es fácil, ya que está yendo mucha gente.
Antes de que comenzase la guerra era comercial de una empresa de telecomunicaciones. Puedo trabajar de manera online, pero aún no sé dónde nos alojaremos ni si habrá Internet allí.
Todo el mundo que se ha ido ha dejado sus hogares. Mis amigos y mi familia se han marchado, yo igual y ahora lo único que tengo es esta bolsa. Todo el mundo piensa que esto terminará dentro de poco tiempo.
Mi hermano no entiende nada de lo que está pasando. Es nuestro primer día aquí y aún no le hemos explicado nada. A veces me pregunta que cuándo volveremos a ver a nuestro padre y que si podremos ir pronto a casa.
Quiero que la guerra termine ya y decirles a mis padres que vuelvo con ellos. Me gustaría dar las gracias al resto del mundo, hemos visto que hay mucha gente con ganas de ayudar”.