Fatoumata, de 25 años, nació con un defecto congénito en las extremidades que le impidió desarrollar adecuadamente sus piernas cuando era niña, sin embargo, siempre ha estado decidida a no dejar que su discapacidad afectase a su futuro.
Las vidas de las personas con diversidad funcional en las áreas rurales están marcadas por la falta de acceso a servicios básicos como educación, formación y oportunidades laborales. A menudo, se les excluye de los colegios, lo que limita sus posibilidades de acceder a programas de formación profesional y encontrar empleo decente.
Fatoumata tiene 25 años y nació con un defecto congénito en las extremidades. “Desde que empecé la escuela secundaria hasta ahora, me he estado manteniendo a pesar de mi discapacidad”.
Fatoumata logró estudiar hasta el último año de la escuela secundaria, pero las dificultades financieras hicieron que no pudiera completar su último año y se vio obligada a abandonar antes de poder graduarse. Como no quería perder el tiempo quedándose en casa sin hacer nada, Fatoumata decidió inscribirse en un curso de repostería que ofrecía Plan International en su comunidad.
El curso duró un mes y, hoy en día, la joven prepara todo tipo de pasteles utilizando el equipo que le dimos, que incluía un horno, un ventilador de pared y herramientas de repostería. “Este programa me ha servido para tener confianza en mí misma”, dice.
Después de su formación, Fatoumata pudo pedir prestado dinero a su tío para abrir una tienda en una zona concurrida de la ciudad, atrayendo a más clientes e incrementando sus ingresos. Ahora espera poder ahorrar lo suficiente para comprar un frigorífico. “Esto me permitiría hacer diferentes tipos de pasteles y mantenerlos fríos por más tiempo”, explica Fatoumata.
Fatoumata desea seguir haciendo crecer su negocio y dice que su mayor temor es tener que depender de alguien más para que la apoye, o peor aún, verse obligada a mendigar como muchas personas con discapacidad en Guinea.
“Aunque no tengo hijos propios, tengo que asegurarme de que mis hermanos menores y sobrinas no sufran”, nos cuenta.
Como parte de nuestro programa de Centro de Excelencia en África Occidental, Plan International está trabajando en Coyah, en el oeste de Guinea, para reducir las barreras que enfrentan las personas con discapacidad y asegurar que tengan acceso a servicios esenciales en igualdad de condiciones que el resto de la sociedad, a la vez que mejoran sus ingresos y los de sus familias.
Fatoumata es un ejemplo inspirador de resiliencia y determinación, demostrando que, a pesar de los obstáculos que conlleva tener una discapacidad, ha sido posible para ella encontrar soluciones para mejorar su situación y contribuir a su familia y comunidad.
“Gracias a la formación que recibí de Plan International, ahora soy económicamente independiente. En el futuro, espero poder ayudar a otras personas en situaciones vulnerables, tengan discapacidad o no”, concluye Fatoumata.