En un instituto de secundaria cerca de un campamento de personas refugiadas en Ruanda, Alice, de 16 años, lidera un club de nutrición de 30 miembros dedicado a combatir la desnutrición tanto en el campo de refugiados como en las comunidades circundantes.
Los miembros del club se reúnen todos los miércoles de 3 a 5 de la tarde y visitan a familias locales para informarles sobre cómo crear huertos y sobre la importancia de llevar una dieta saludable y equilibrada, especialmente para niños y niñas en periodo de crecimiento.
“Nuestro principal objetivo es servir de modelo a seguir para otras personas a través de nuestras campañas y sesiones formativas”, explica Alice.
Alice, una estudiante de tercer año, comenzó su campaña por una mejor nutrición con su familia y vecinos, muchos de los cuales pasaban por alto la importancia de incorporar verduras en sus dietas. “La mentalidad de mis padres y vecinos cambió y les enseñé cómo establecer sus propios huertos”, dice.
Los miembros del club de nutrición, que lleva activo casi dos años, han participado en varias sesiones de capacitación integrales para aprender todos los aspectos de la agricultura moderna. Utilizan sus habilidades para establecer sus propios huertos y granjas de hongos y también comparten sus conocimientos con la comunidad para generar un cambio positivo.
Hasta ahora, dentro y fuera de los campamentos de refugiados, el club ha contribuido a crear más de 90 huertos, lo que ha resultado en una cosecha de 140 kilogramos de verduras utilizadas para los programas de alimentación escolar.
“Una de nuestras preocupaciones principales es el retraso en el crecimiento infantil, por lo que nos dirigimos específicamente a niños y niñas de preescolar”, explica Fred, un estudiante de 17 años.
Gracias a las iniciativas del club de nutrición, hoy se evidencia una notable transformación en la comunidad. Aimerance, una madre de 32 años, reconoce que las sesiones de capacitación han traído un cambio positivo en la vida de su familia. “Hoy sabemos cómo preparar dietas saludables, utilizando verduras y frutas para proteger a nuestros hijos contra el retraso en el crecimiento”.
Este proyecto, que se lleva a cabo en cinco campamentos de refugiados, abarca diversas actividades como establecer asociaciones e instalaciones para el cultivo de hongos, crear viveros de vegetales y huertos, distribuir ganado como conejos, cerdos y cabras, y apoyar a los agricultores locales con una variedad de semillas, fertilizantes, abono orgánico y herramientas. Además, los participantes aprenden habilidades comerciales, y el apoyo financiero ofrece a través de grupos de ahorro.
Alice dice que está orgullosa de servir como modelo a seguir para los 2.100 estudiantes de su escuela, así como para los adultos en su comunidad, explicando que el lema de su club en el idioma local de Kinyarwanda es: “Twese hamwe twiyemeje kurwanya imirire mibi nk’abonse ibere rimwe. Ni ihame kandi dukomeyeho”, que se traduce como: “Juntos, estamos comprometidos como uno solo para combatir la desnutrición. Este es nuestro principio, y estamos dedicados a él”.