El Día Mundial de las Personas Refugiadas, celebrado anualmente el 20 de junio, nos recuerda la difícil situación de millones de personas obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos, desastres, persecuciones y violencia. Esta fecha subraya la importancia de proteger sus derechos fundamentales y apoyarlos en la construcción de nuevas vidas.
En la actualidad, presenciamos los niveles más altos de desplazamiento humano en la historia moderna, con 120 millones de desplazados forzosos. Desde Centroamérica hasta Ucrania, Sudán, Burkina Faso y Nigeria, millones de familias huyen diariamente en busca de seguridad y protección, y los recientes conflictos han duplicado el número de personas refugiadas y desplazadas.
Durante los conflictos, los niños y niñas son los más vulnerables, ya que sus derechos básicos, como la vida, la salud, la protección, la educación y el juego, están en riesgo. La infancia refugiada enfrenta un alto riesgo de violencia, explotación y abuso, siendo las niñas y adolescentes especialmente vulnerables. En zonas de conflicto, 1 de cada 5 niños y niñas se encuentra en situaciones extremadamente difíciles.
Construyendo futuros con oportunidades
Más de un año después del conflicto en Sudán, miles de personas siguen huyendo de la violencia. Kaoussar, de 16 años, escapó de Darfur Occidental con su familia, pero se separaron durante la huida. Ahora, en un campamento de refugiados en Chad, asiste a un espacio temporal de aprendizaje: “Me gusta venir aquí porque hago muchas actividades con mis profesores y compañeros. Me mantiene ocupada y cuando llego a casa hago los deberes”.
En la frontera entre México y Estados Unidos, la joven pareja venezolana formada por Lucas* y Delia* y su hijo de siete meses esperan entrar a Estados Unidos. Abandonaron su país debido a la difícil situación económica, la inflación, la corrupción y la falta de oportunidades. Lucas relata su experiencia cruzando Paso del Darién, una densa selva entre Colombia y Panamá: “No sabíamos cuándo iba a terminar. Caminas y caminas y el primer día que entramos en la selva nos quedamos sin comida. Estuvimos casi un día y medio sin comer, la única comida que nos quedaba era para el bebé, y nos quedamos sin agua. Dijimos que no íbamos a morir en medio de la selva”. Ahora, en la frontera con Estados Unidos, Lucas y Delia tienen la esperanza de cumplir su sueño: “Queremos encontrar trabajo en Estados Unidos para darle a nuestro hijo el mejor futuro”.
Viktoriia vive en Bucarest desde mayo de 2022 con sus dos hijos, Nikita, de 14 años, y Leva, de dos, tras huir de Ucrania debido al conflicto. “Caminamos 7 km bajo la lluvia, cruzamos la frontera y buscamos refugio. Tras algunas noches en casas temporales, encontramos un piso pagando dos meses por adelantado. Después, un viejo amigo en Rumanía nos ofreció alojamiento, y llegamos justo antes del cumpleaños de mi hija. Aquí, mi hija está feliz pintando y jugando con otros niños, y mi hijo, aunque al principio estaba enfadado y no dormía, está mejor. Extrañamos nuestro hogar… Cada dos semanas les digo a mis hijos: ‘En dos semanas volveremos a casa’”.
El Trabajo de Plan International
Nuestro trabajo se centra en mejorar la salud, nutrición, juego, aprendizaje temprano y protección de la infancia, contribuyendo a que disfruten de una de las etapas más importantes de sus vidas, crucial para su futuro. A través de diferentes programas, trabajamos para garantizar que los derechos de la infancia sean respetados y protegidos en contextos de crisis humanitaria.
Desde Plan International, establecemos centros de educación y espacios seguros que no solo responden a las necesidades inmediatas, sino que también fortalecen el liderazgo juvenil, especialmente entre las niñas y mujeres jóvenes, asegurando su participación en decisiones que afectan sus vidas y comunidades.