El European Humanitarian Forum debe prestar atención a los niños y niñas que viven en crisis olvidadas

El European Humanitarian Forum debe ser un espacio de construcción de un nuevo paradigma, basado en la compasión, la solidaridad y los principios humanitarios, afirma Unni Krishnan, director humanitario mundial de Plan International. 

Hace unos días, en medio del caos y la desesperación de Haití, conocí a Sylvie, de 13 años. Estaba en un Child Friendly Spaces gestionado por Plan International y voluntarios locales. En este espacio, la infancia participa en actividades lúdicas, musicales, educativas y recreativas. Los sueños de Sylvie se asemejan a los de la mayoría de niños y niñas en situaciones de conflicto, catástrofes y otros contextos humanitarios. Ella quiere que termine la violencia y las puertas de su colegio vuelvan a abrirse. ¿Es demasiado pedir? 

A pesar del rápido deterioro de la situación, Haití lucha por ocupar un hueco en los medios de comunicación internacionales. Esto es importante porque, con notables excepciones, la regla sigue siendo que cuanta menos cobertura mediática de una crisis, menos apoyo tiene. Algunas catástrofes acaparan titulares y suscitan respuestas inmediatas, mientras que otras languidecen en la oscuridad, con las víctimas olvidadas y el sufrimiento pasado por alto. 

Niños y niñas en crisis olvidadas 

Soy testigo de la difícil situación de Sylvie y no puedo evitar cuestionar las prioridades de nuestro mundo. ¿Cómo podemos aceptar que los gritos de los supervivientes se vuelvan invisibles por el clamor de noticias que compiten entre sí? ¿Cómo es posible que las necesidades de los más necesitados, como los niños o las niñas, queden relegadas ante la indiferencia? 

Las agencias humanitarias se enfrentan a la fatiga de los donantes y los medios de comunicación, y a la escasez de recursos, lo que hace que los servicios esenciales para la infancia, como la educación y la protección, queden relegados a un segundo plano. En un mundo en el que 110 millones de personas se ven obligadas a desplazarse principalmente por guerras, conflictos y catástrofes, 43 millones de las cuales son niños y niñas, los que se encuentran en situaciones más vulnerables suelen ser los menos prioritarios. 

Somos testigos de ello una y otra vez, con Gaza, Sudán, Ucrania, los campos de refugiados rohingya, los migrantes venezolanos y los refugiados en la brecha del Darién, entre otros. 

Los hechos pintan un panorama desolador. Este año, sólo se dispone del 1,0% de los fondos necesarios para proporcionar protección a los niños en crisis, con un 3% asignado a la educación en situaciones de emergencia (Servicio de Seguimiento Financiero, OCHA). El sueño de Sylvie de vivir en paz y poder ir a la escuela es emblemático de los millones de personas cuyas vidas se ven trastornadas por fuerzas que escapan a su control. 

European Humanitarian Forum: ¿progreso o ejercicio vacío? 

El European Humanitarian Forum debe ser un espacio que construya un nuevo paradigma, arraigado en la compasión, la solidaridad y los principios humanitarios. Los participantes deben abogar por una Unión Europea que dé prioridad a la solidaridad mundial basada en valores y en una visión a largo plazo. 

La protección de la infancia es inseparable del derecho internacional humanitario, infraestructuras como hospitales y escuelas pueden ser espacios seguros para los niños y niñas. 

Esto debe comenzar con un acuerdo colectivo de que ningún niño o niña debe quedar desatendido. Nuestros dirigentes deben adoptar medidas políticas, humanitarias y diplomáticas enérgicas para hacer frente a las necesidades urgentes. 

La revisión de las Directrices de la UE sobre los niños y niñas y los conflictos armados es un paso en esa dirección. La UE debe abogar por la prevención y erradicación de todas las violaciones graves contra la infancia en los conflictos, y garantizar la financiación a largo plazo de los programas de apoyo a los niños y niñas en situaciones de conflicto. 

¿Dónde están los niños y niñas en el año de las superelecciones? 

El mundo en el que me gustaría vivir es un mundo compasivo, justo y pacífico. Todos podemos y necesitamos contribuir, de formas grandes y pequeñas. 

Como trabajador humanitario que trabaja a menudo en primera línea en situaciones de crisis, me asombra la resistencia de la infancia. Para que el mundo reconozca sus necesidades y sueños, necesitamos un cambio de mentalidad. 

Este año superelectoral, 60 países celebran elecciones nacionales, que algunos califican de “fiesta universal de los adultos”. Los niños y niñas están en gran medida ausentes de los debates electorales. Aunque cada elección es diferente, los partidos políticos en general reconocen que el apoyo de su electorado es crucial para influir en los votantes. Esto lleva a menudo a hacer hincapié en compromisos muy estrechos y selectivos que nos impiden evaluar colectivamente en qué mundo queremos vivir. 

Se necesitan cientos de cambios, y los pasos concretos que se dan en ocasiones como la FHE son sólo el principio. Nuestra ambición debe ser audaz. Aportar cambios duraderos, situando a los niños en el centro de las decisiones que afectan a los niños y niñas.