Silvia, de 17 años, vive en una comunidad rural del departamento de Chalatenango, en El Salvador. La vida en esta zona puede ser dura para los y las jóvenes, ya que hay pocas oportunidades de empleo y tienen bajos ingresos. La mayoría vive de la agricultura. “Los jóvenes siembran la tierra y la abonan, cultivan maíz y frijoles. Algunos trabajan como jornaleros”, explica Silvia.
Muy pocos jóvenes continúan sus estudios más allá de primaria, ya que los institutos de secundaria están muy lejos. “Si no tienes coche, tienes que ir andando, son dos horas de camino desde aquí hasta la escuela”, nos cuenta Silvia, y añade. “Algunas chicas ya tienen marido”.
Según una encuesta realizada en 2022 por el Banco Central de Reserva de El Salvador, de cada 100 habitantes rurales, aproximadamente 15 no saben leer ni escribir, y la asistencia a la escuela en las zonas rurales ronda el 47%.
Desde muy pequeña, Silvia ayudó a su familia en el negocio de la apicultura. Su abuelo enseñó el oficio a su padre y él, a su vez, a ella. Desde entonces se ha interesado mucho por la apicultura y dice que, a diferencia de otras jóvenes de su pueblo, ella está centrada en su futuro. “Creo que tengo una forma de pensar diferente, ahora mismo no busco marido y quiero salir adelante por mis propios medios”.
En 2020, Silvia tuvo la oportunidad de inscribirse en un programa de capacitación económica para jóvenes dirigido por Plan International, que ayuda a los y las jóvenes a encontrar empleo mediante formación profesional y asesoramiento empresarial. Gracias a este proyecto, Silvia pudo obtener el asesoramiento técnico y el capital inicial necesarios para poner en marcha su propia empresa apícola.
“Mucha gente me dijo que no era un negocio para una mujer porque las abejas pican mucho”, dice, y añade que decidió hacer caso omiso de estos consejos. El Salvador exporta cada año 1.000 toneladas de miel de colmena, lo que convierte al país en uno de los principales productores de miel de Centroamérica.
Todos los días Silvia sale de su casa a las seis de la mañana para dirigirse a sus colmenas en el bosque, caminando varios kilómetros hasta llegar a ellas. “El trayecto no es fácil, tengo que cruzar cuatro arroyos y si están crecidos o inundados, tengo que cruzarlos como puedo”, explica.
Una vez que Silvia llega a su colmenar, primero se asegura de que las hormigas no hayan invadido los panales, luego alimenta a las abejas y emprende el largo viaje de vuelta a casa. Por la tarde, repite el mismo proceso.
Silvia comercializa la miel que ella misma produce, llevándola en transporte público hasta la capital, San Salvador, donde puede vender sus tarros de miel a los comerciantes. Con su trabajo como apicultora, Silvia ha conseguido romper las barreras de género y las desigualdades económicas que existen entre hombres y mujeres en El Salvador, donde es menos probable que las mujeres trabajen para obtener ingresos o busquen trabajo activamente. En 2021, sólo el 46,8% de la población femenina en edad de trabajar tenía un empleo.
Plan International está trabajando para garantizar que los y las jóvenes de El Salvador tengan las habilidades y los recursos necesarios para mejorar sus oportunidades en el mercado laboral, proporcionándoles formación profesional, orientación profesional, emprendimiento y formación en habilidades para la vida.
Silvia dice que le inspira seguir adelante soñar con un futuro mejor. “Quiero salir adelante porque si no buscas una salida, nunca vas a llegar a ningún lado y eso es lo que me motiva, quiero poder salir adelante”.