Nuestros programas de alimentación escolar contribuyen a que los niños y niñas permanezcan en clase para conseguir un futuro con mejores oportunidades.
Ishatu, o Isha, como la llaman todos, es una niña de 10 años que vive en una pequeña comunidad en el distrito de Port Loko, en Sierra Leona.
Una niña brillante y curiosa que siempre quiere aprender cosas nuevas y que está en tercer curso de primaria. Es la tercera de cuatro hermanas y su madre, soltera y en paro, lucha cada día por llegar a final de mes.
La vida era particularmente difícil para Isha antes de entrar en el comedor escolar de Plan International. Su madre solo le podía dar 1 leone (0,0046 céntimos) para la escuela. Isha no podía comprar alimentos nutritivos, lo que la dejaba exhausta a la hora de concentrarse durante las clases.
Isha comienza su día a las 5 de la mañana: lava los platos, busca agua y se prepara para la escuela. Al colegio va con todas sus hermanas, pero el largo viaje hace que a menudo lleguen tarde. Cuando regresa a casa repite la misma tarea: buscar agua y limpiar. En su apartamento solo hay una habitación y vive con otras seis personas de la familia.
El programa de alimentación escolar integrado de Plan International asegura que niños y niñas como Isha reciban una comida escolar al mediodía.
“Ahora como cada mediodía en la escuela”, dice Isha. “Me ayuda a mantenerme enfocada en clase y estoy agradecida por ello. Ojalá pudieran alimentarnos más de una vez al día y ayudar a mi familia, porque quiero salir de la pobreza”.
El Sr. Koroma, su profesor, dice que, desde que se introdujo el programa de alimentación escolar, Isha está más activa en clase, participando en debates o respondiendo preguntas.
“No se trata solo de proporcionar comidas, se trata de brindar a la infancia la oportunidad de aprender y tener éxito”, explica. “El programa de alimentación escolar ha permitido que Isha y otros estudiantes se concentren en sus estudios, sin preocuparse de dónde vendrá su próxima comida”.
El Sr. Koroma nos dice que muchos niños y niñas en la comunidad quieren ir a la escuela, pero no pueden como consecuencia de la pobreza. “Insto al gobierno a seguir brindando apoyo a niños como Isha asegurándose de que el programa de alimentación escolar siga en su lugar”.
“Creo que, con este tipo de apoyo, más niños y niñas en la comunidad tendrán la oportunidad de recibir una educación y alcanzar su máximo potencial”, dice. “He visto la diferencia que ha hecho en la vida de Isha y muchos otros niños como ella, y creo que es una inversión crucial en nuestro futuro”.
Motivada por un fuerte deseo de acabar con el círculo de la pobreza y mejorar las condiciones de vida de su madre y hermanas, su determinación es una inspiración. “Animo a todos los niños y niñas a priorizar su educación y esforzarse por la excelencia”, dice.