“La desigualdad es el desafío más importante de nuestro tiempo. La brecha de riqueza y la exclusión de las mujeres, la juventud y los grupos marginados bloquean el verdadero desarrollo.” Ruth, 21 años, Liberia
Hace treinta años, en 1995, se celebró en Copenhague la primera Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, un encuentro histórico que situó a las personas y al desarrollo social en el centro del progreso global, y sentó las bases para décadas de cambio, desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta la Agenda 2030 que nos guía hoy.
Esta semana, los líderes mundiales vuelven a reunirse en Doha, Catar, para la Segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social (WSSD2). El enfoque estará en evaluar los avances, identificar las brechas que aún persisten y determinar cómo el mundo puede promover el desarrollo de manera inclusiva y justa para todos y todas.
Plan International considera la Cumbre como una plataforma fundamental para colocar los derechos y las voces de las niñas y jóvenes en el centro de la agenda global de desarrollo. Los desafíos son inmensos, pero también lo son las oportunidades.
Abordar la desigualdad
El mundo de hoy no podría ser más diferente al de hace 30 años. Enfrentamos una tormenta perfecta de crisis interconectadas. Muchos gobiernos están limitando las libertades que permiten a las personas expresarse y organizarse, y crece la resistencia contra la igualdad de género y los derechos humanos. La carga insostenible de la deuda está obligando a numerosos Estados a recortar servicios públicos esenciales como las escuelas y los centros de salud, y las mujeres y las niñas siempre soportan los principales impactos de estas políticas de austeridad.
Al mismo tiempo, los conflictos y la crisis climática están desplazando a millones de personas, y se estima que las niñas y mujeres representan el 80 % de quienes se ven obligadas a huir. Mientras, aunque la revolución digital ofrece oportunidades extraordinarias, también se ha convertido en un nuevo frente para la exclusión: la violencia de género facilitada por la tecnología, la explotación y el abuso sexual online, la desinformación y la creciente brecha digital de género amenazan con silenciar a las niñas y excluirlas del futuro.
Sin embargo, la pobreza, la desigualdad y la exclusión no son inevitables. Son el resultado de decisiones y voluntades políticas. Por eso, esta Cumbre es nuestra oportunidad de tomar decisiones diferentes y mejores. Es una oportunidad única para redefinir las prioridades globales y renovar la promesa de justicia social para una nueva generación.
Nuestra visión: un futuro justo, digital y resiliente para cada niña
Las decisiones que se tomen en Doha influirán en las políticas globales y nacionales durante los próximos años, estableciendo una visión compartida para la cooperación internacional, las prioridades de desarrollo y la financiación.
Por encima de todo, esta cumbre puede servir como un puente hacia la próxima fase del desarrollo global, una basada en la justicia, la solidaridad y la igualdad, y decidida a cumplir, por fin, la promesa de no dejar a nadie atrás. Es una oportunidad para que las y los jóvenes no solo compartan su visión del futuro que desean, sino que también sean una parte clave en su construcción.
Para lograrlo, hacemos un llamado a la acción rápida y eficaz en tres áreas clave:
1. Financiación justa y sostenible
Los gobiernos deben reformar el sistema financiero global para reducir las cargas de la deuda y liberar recursos para lo que más importa, como prevenir y responder a la violencia de género, proporcionar educación y atención médica de calidad (incluidos la salud y los derechos sexuales y reproductivos) y construir sistemas universales de protección social. Estos sistemas protegen a las familias de las crisis y evitan que las niñas se vean obligadas a abandonar la escuela o a casarse antes de tiempo.
“Para erradicar la pobreza, debemos ir más allá de la caridad y construir sistemas de igualdad. Esto significa invertir en educación, atención médica y tecnología de calidad que lleguen a las comunidades rurales y marginadas. Crear oportunidades para que jóvenes y mujeres lideren negocios sostenibles puede romper la pobreza generacional.”
—Damaris, 22 años, El Salvador
2. Un futuro digital seguro e inclusivo
La tecnología debe ser una fuerza para la igualdad, no para la exclusión. Esto significa cerrar la brecha digital de género para que las niñas tengan el mismo acceso a competencias y oportunidades digitales. También implica exigir a los gobiernos y a empresas que rindan cuentas para crear espacios digitales seguros, libres de violencia, acoso y abuso, al tiempo que se protegen la libertad de expresión y la privacidad.
“Para hacer frente al abuso digital, muchas niñas y mujeres se retiran de los espacios en línea, no por elección, sino por necesidad. Esto afecta negativamente a su capacidad para participar social, económica y políticamente en esos espacios, lo que puede resultar perjudicial en una sociedad cada vez más digitalizada.”
—Letitia, 20 años, Irlanda
3. Las niñas en el centro de la respuesta a las crisis
Ya sea una inundación, una sequía o un conflicto, las crisis afectan más duramente a las niñas. Enfrentan mayores riesgos de violencia, explotación e interrupción de su educación. Las respuestas deben diseñarse teniendo en cuenta sus necesidades y derechos específicos. También debemos ampliar la financiación climática que apoye directamente a las niñas y a sus comunidades para adaptarse y fortalecer su resiliencia.
“La educación brinda a las personas las herramientas para construir futuros mejores y puede inspirar la acción frente a desafíos globales como el cambio climático. Al priorizar el acceso universal a una educación de calidad, podemos romper los ciclos de pobreza y crear sociedades más justas, resilientes y sostenibles.”
—Marwa, 21 años, Irlanda
Construyendo el futuro que las niñas quieren
Necesitamos compromisos audaces que coloquen a las niñas y a las mujeres jóvenes en el centro de las decisiones y leyes que afectan sus vidas para que la cumbre de Doha envíe un mensaje claro: que la cooperación global sigue siendo importante y la igualdad de género es fundamental para el progreso social.
En Plan International, estamos en Doha junto con jóvenes de diferentes países para ayudar a garantizar que esto suceda. Trabajaremos con gobiernos, defensores de la juventud y aliados para asegurarnos de que la cumbre cumpla su promesa: un mundo más justo donde cada niña tenga el poder, la seguridad y la oportunidad de construir su propio futuro.
El camino que seguimos no es sostenible ni justo. La cumbre representa un punto de inflexión. Al poner la justicia, la igualdad y los derechos de las niñas en el centro de nuestras decisiones, podemos construir un futuro en el que nadie se quede atrás.


