Proyecto de comedor escolar en Mali para combatir el absentismo escolar

El hambre tiene un efecto devastador en la educación de los niños y las niñas, afectando a su concentración y capacidad de aprendizaje. En Mali, el número de estudiantes que abandonan la escuela está aumentando a un ritmo alarmante, en gran medida, como consecuencia de la pobreza, la inseguridad y la falta de alimentos. Para mantener a los niños y niñas en la escuela, en Plan International trabajamos en la región de Gao, en el norte del país, proporcionando comidas escolares nutritivas a más de 4.000 alumnos cada día. 

Assiatou, 9 años, estudiante 

“Estoy en cuarto curso. Mi padre se llama Mohamed, mi madre Fati, mis dos hermanas pequeñas se llaman Khalimatou y Leila, y mi hermano pequeño Rachid. 

“Nos gusta nuestra escuela porque nuestros profesores son muy buenos, y cuando voy a clase, me junto con mis amistades y con otros niños y niñas. 

A partir del segundo mes del año, nos han empezado a dar comidas. Son alimentos nutritivos, y podemos comer hasta saciarnos. Antes, cuando mi padre no tenía dinero para darme, no comía nada. 

Ahora, me gusta ir a la escuela porque hay comida y mis padres están contentos de saber que me alimento bien. Damos las gracias al proyecto que nos ofrece estas comidas en el ámbito escolar. Cuando sea mayor, me gustaría ser profesora”. 

Idrissa Mohomodou, director de la escuela 

“Desde 2007, el número de matriculaciones en la escuela no ha dejado de aumentar, a pesar de la crisis que atravesamos desde hace tiempo. Este año tenemos 656 alumnos y, de ellos, 309 son niñas y 347 niños.  

 Nuestra escuela es antigua, fue fundada en 1963, y, aunque al principio disponía de comedor, dejamos de tenerlo. Entonces, Plan International empezó a trabajar aquí y, a día de hoy, el comedor desempeña un papel esencial.  

Antes de la intervención de Plan International, teníamos 642 alumnos, y hoy tenemos 656. Todos los que estaban en situación irregular han retomado las clases con normalidad. Por lo tanto, el comedor influye en su asistencia, productividad y también en sus resultados. 

Estoy convencido de que el comedor tiene un impacto muy importante en los padres y en la comunidad en general. En el marco de este proyecto, Plan International también ha creado un huerto y nos ha facilitado un gallinero.  

A nivel interno, el Comité de Gestión Escolar, que actúa como intermediario entre la escuela y la comunidad, ha tomado medidas: decidieron que, después de cada cosecha, pedirían a los padres que contribuyeran para poder abastecer el comedor, incluso después de la marcha de Plan International.   

Plan International ha pensado en nosotros. Les agradecemos mucho su apoyo, porque sin ellos, creo que este año habría sido similar a los anteriores en cuanto al número de estudiantes que asisten a clase y sus resultados académicos. Por tanto, expresamos nuestra gratitud a Plan International”. 

Moussou, 10 años, estudiante 

“Estoy en quinto curso. Mi padre se llama Soumaila y mi madre Maimouna. En nuestra escuela no hay insultos ni violencia. Tengo una compañera muy popular que se llama Aichata. Nos divertimos juntas en las fiestas llevando la misma ropa. Compartimos intereses comunes. 

Nuestra escuela tiene un comedor dirigido por personas que son muy cuidadosas con la higiene. Además, se aseguran de que a nadie le den alimentos sin cocinar. Los platos y las ollas están bien lavadas, y ellos mismos lo mantienen todo limpio. La comida del comedor es deliciosa y el lugar está limpio. 

Antes de que abrieran el comedor, no teníamos qué comer y, muchas veces, pasábamos hambre. Ahora, por el contrario, comemos bien en la escuela. A menudo, al volver a casa, ya no necesitamos volver a comer, nos vamos a casa a descansar. Gracias a que hay un comedor, muchas más personas se han animado a matricularse en la escuela, ya que algunos dudaban por la falta de alimentos. 

 

Mi madre está encantada desde que se abrió el comedor. Antes siempre tenía hambre en clase, pero ahora puedo comer y beber agua potable. Vuelvo a casa con el estómago lleno. Todos los días, mi madre me pregunta qué he comido, y yo se lo cuento. 

Cuando tenía hambre y no había nada, pedía comida. Mucha gente me echaba, porque me consideraban una huérfana. Es difícil aprender cuando tienes hambre. Estudiar con el estómago vacío no es fácil, pero cuando comemos, las clases son más fáciles de entender. Estudio mejor. Cuando sea mayor, si mi padre está de acuerdo, quiero trabajar en el ejército para proteger a la gente”.