De sobrevivir a la trata a ser feliz, libre e independiente

Cada año, se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas el 30 de julio, para sensibilizar sobre la situación de las víctimas de esta violación de derechos humanos y promover y proteger sus derechos.  

La trata afecta a millones de personas, principalmente mujeres y niñas que son sometidas a explotación sexual, trabajos forzados y otras formas de abuso. En este contexto, Plan International desarrolla programas centrados en la prevención, protección y apoyo a supervivientes como Mala*, cuya historia es un ejemplo de cómo se puede ofrecer un futuro mejor cuando con el apoyo adecuado. 

Hace 22 años, cuando tenía solo 16, Mala*, una niña nepalí, fue vendida a un burdel en Bombay. La joven describe esos dos años como los peores de su vida. “Estaba encerrada en una habitación y era obligada a prostituirme. No podía hablar con mi familia. Fue la peor época de mi vida”, comparte Mala, ahora de 39 años. 

Esta situación tuvo un impacto devastador en Mala, tanto física como mentalmente. Justo cuando había perdido toda esperanza de escapar, fue rescatada por su hermana mayor y cuñado, quienes vivían en Bombay en ese momento. 

Mala vivió con su hermana durante los siguientes 7 años, trabajando como empleada doméstica en varios hoteles de la ciudad. Sin embargo, aunque había escapado del burdel, aún no se sentía segura y frecuentemente sufrió abusos sexuales por parte de los dueños de los hoteles y sus empleadores. 

Con la esperanza de acabar con esos abusos, accedió a casarse con un hombre indio al que apenas conocía. Pensaba que el matrimonio la protegería. Sin embargo, las cosas no resultaron como esperaba. 

“Mi esposo me mantenía confinada y oculta en una habitación. No me permitía conocer a sus amigos ni a su familia. No teníamos certificado de matrimonio. Después de tres años, di a luz a mi hija. Fue entonces cuando descubrí que mi esposo ya estaba casado y tenía una familia en su pueblo”, cuenta. 

Incapaz de ver un futuro para sí misma en Bombay, decidió regresar a Nepal con su hija. Con la ayuda de sus vecinos, logró viajar a Gorakhpur, cerca de la frontera con Nepal, donde entró en contacto con Maiti Nepal, una organización dedicada a ayudar a los sobrevivientes de trata de personas. 

Su historia llegó a oídos de la Organización de Conciencia y Desarrollo Rural (RADO), socio de Plan International para el proyecto ProTEcT (Prevención, Rastreo, Educación y Transformación). 

Tras evaluar su situación, el proyecto ProTEcT le proporcionó asistencia alimentaria inmediata. “Recibir esos alimentos fue un gran alivio. Pudimos alimentarnos durante 40 días con ese apoyo”, dice Mala, quien también recibió una transferencia de efectivo de 15.000 rupias (cerca de 165 euros) que utilizó para comprar dos cabras. 

Al haber pasado toda su vida adulta en India, Mala no tenía una tarjeta de ciudadanía nepalí, y su hija, nacida en India, carecía de un certificado de nacimiento que la escuela le solicitaba constantemente. 

Con el apoyo de RADO, Mala inició el proceso para solicitar una tarjeta de ciudadanía, una tarjeta de discapacidad y un certificado de nacimiento para su hija. Gracias al proyecto, tras un largo y arduo proceso, finalmente consiguieron lo que necesitaban. 

“Pude entregar una copia del certificado de nacimiento de mi hija a su escuela. Ahora puedo abrir una cuenta bancaria usando mi certificado de ciudadanía, y mi tarjeta de discapacidad significa que recibo una asignación mensual de 2.100 rupias (unos 23 euros)”, comparte Mala. 

Además, Mala se inscribió en el programa de empoderamiento económico “Enterprise your Life” (EYL) a través del proyecto ProTEcT, donde aprendió las habilidades necesarias para iniciar un negocio de cría de cabras. 

Gracias a su dedicación y esfuerzo, Mala ahora tiene 14 cabras en su granja. Nos dice que finalmente es feliz, se siente segura por primera vez en su vida y está orgullosa de poder criar a su hija de manera independiente. “Mi motivación en la vida es asegurar un futuro mejor para mi hija”, dice. 

“He experimentado cambios significativos en mi vida gracias al apoyo continuo de Plan International y RADO. Ahora tengo ciudadanía, una asignación por discapacidad y mi propia fuente de ingresos. Me siento más segura y optimista sobre la vida”, concluye Mala.