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La pandemia de COVID-19 está poniendo en riesgo los avances conseguidos en las últimas décadas en la defensa de los derechos de niñas y adolescentes. Juntos, debemos apoyar a las niñas y adolescentes más vulnerables y frenar los retrocesos en su educación, en su protección y en sus oportunidades de futuro.
No podemos permitir ni un paso atrás en los derechos de las niñas y las adolescentes, que tanto trabajo y esfuerzo ha demandado.
Por eso trabajamos para evitar que esto suponga un retroceso en los derechos de las niñas en situación más vulnerable, apoyando directamente a 20 millones de personas – especialmente niñas y mujeres jóvenes – en 52 países.
CONSECUENCIAS DEL COVID-19 EN LAS NIÑAS Y ADOLESCENTES
- Están impidiendo que muchas niñas tengan acceso a la educación.
- Las presiones familiares dentro del confinamiento y la falta de acceso a los mecanismos de protección usuales están exponiéndolas a más violencia.
- Las autoridades sanitarias están concentrando recursos en la lucha contra la pandemia, lo que reduce las posibilidades de acceso a la atención sanitaria que necesitan, incluyendo la salud materno-infantil.
- Está complicando su acceso a agua potable, medidas de higiene y saneamiento básico.
- Está reduciendo sus oportunidades de acceso al empleo y oportunidades de futuro , limitando sus derechos y poniéndolas en una situación aún más vulnerable.
EDUCACIÓN PARA LAS NIÑAS Y ADOLESCENTES VULNERABLES
Ir al colegio era un gran reto antes de la pandemia. El impacto del cierre de escuelas va más allá de la pérdida de clases y retraso en el aprendizaje, afecta a la educación de niñas y adolescentes buscando una mejor calidad de vida.
Mientras las escuelas están cerradas, muchas niñas corren el riesgo de ser víctimas de violencia, maltratadas o abusadas. Las escuelas son un entorno protector que mantiene a las niñas a salvo de la violencia, los embarazos no deseados, el tráfico infantil, los abusos, la explotación y el reclutamiento en grupos armados.
Con esta interrupción de las clases, muchas niñas y adolescentes nunca volverán a la escuela, lo que supone el fin de su educación y la pérdida de su potencial.
OPORTUNIDADES DE FUTURO PARA DE LAS NIÑAS Y ADOLESCENTES VULNERABLES
Apoyaremos la educación a distancia en 50 países ofreciendo clases virtuales y distribución de materiales educativos en el hogar. Trabajaremos con el profesorado, los padres y madres, los servicios de salud y otras organizaciones para que niños, niñas y adolescentes reciban apoyo educativo durante la crisis sanitaria producida por el coronavirus.
¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE LA FALTA DE PROTECCIÓN PARA LAS NIÑAS Y ADOLESCENTES VULNERABLES?
El estrés social, la restricción de movimientos y el aislamiento social causado por los prolongados confinamientos del Coronavirus han generado una situación de crisis para las niñas y adolescentes vulnerables, exponiéndolas a un mayor riesgo de diferentes formas de violencia: familiar, sexual, matrimonios tempranos forzados o mutilación genital femenina.
Para garantizar que cuenten con los mecanismos adecuados, promoveremos proyectos para proteger a las niñas, adolescentes y jóvenes vulnerables frente a la violencia. Impartiremos formación al personal comunitario para poner en marcha medidas que prevengan, detecten y protejan a la infancia vulnerable, en particular a las niñas, frente a la violencia, la explotación sexual, los abusos, la separación familiar y el estrés emocional.
CONSECUENCIAS ANTE LA FALTA DE EDUCACIÓN, PROTECCIÓN Y OPORTUNIDADES
- El número de niños y niñas que viven en hogares pobres aumentará un 15%, hasta alcanzar 672 millones en todo el mundo.
- En todo el mundo, 152 millones de niños y niñas se ven obligados a trabajar, y la crisis económica generada por el coronavirus podría suponer un aumento de la explotación infantil.
- Más de 310 millones de jóvenes, mujeres en mayor medida, no trabaja desde el inicio de la pandemia de COVID-19, lo que supone más del 16% de los jóvenes de todo el mundo.
- En Mozambique y en Zimbabue, las mujeres constituyen la mayoría de la mano de obra en el campo. Con el confinamiento y el distanciamiento social, las mujeres ya no cuentan con sus fuentes de ingresos básicos y no pueden ganar suficiente dinero para comprar alimentos para ellas y para sus familias.