8 de septiembre: Día del cooperante

El día del cooperante se celebra el 8 de septiembre para reconocer el trabajo de unos 2.600 españoles por el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza junto a las poblaciones más vulnerables del planeta. Coincide con la Declaración del Milenio de Naciones Unidas en la que 189 Jefes de Estado se comprometieron a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, hoy sustituidos por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para conmemorar este día, en Plan International, organización presente en 70 países que lucha por un mundo justo que promueva los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, recogemos los testimonios de nuestros compañeros del área de cooperación y ayuda humanitaria sobre su trabajo en terreno con Plan International en diferentes países del mundo. 

GONZALO SILLA, REPÚBLICA CENTROAFRICANA

Viajé por última vez a República Centroafricana en julio. Profesionalmente era mi tercera vez allí, el tercer proyecto en el que iba a trabajar en este país en el corazón de África, pero mi preocupación en cuanto a la seguridad y la situación de la gente era la misma de siempre. He trabajado en Senegal, Kenia, Uganda, India, Filipinas, Haití, Bolivia, Perú…pero la primera vez que me asignaron República Centroafricana como destino tuve muchas dudas: no sabía cómo enfrentarme a un contexto tan frágil que recientemente había sido afectado por un golpe de Estado. Las noticias que leía no tranquilizaban a nadie.

Quizás la pasión por este trabajo y un toque de aventura me llevaron a aceptar, casi sin pensarlo, el proyecto que me llevó a vivir allí durante casi siete meses. Hoy puedo decir que probablemente haya sido el contexto más duro en el que he trabajado como cooperante. Al terminar el proyecto, como en muchos otros, pensé que ya no volvería a República Centroafricana, y sin embargo, a aquella primera vez llena de dudas le sucedieron una segunda y una tercera vez.

En mi última experiencia en la oficina de Plan International en Bangui, la capital del país, mi objetivo era buscar oportunidades para conseguir poder desarrollar nuevos proyectos. Esta vez volví a comprobar la difícil situación que atraviesa la población que, desplazada de sus hogares, se ve afectada por un conflicto casi crónico. 

Los trabajadores de las oficinas locales trabajan muy duro, en condiciones muy básicas, para asegurar que la población consiga tener unas mínimas condiciones de vida

Es extraño porque, pese a todas las dificultades por las que atraviesan, yo siempre tengo un buen recuerdo de República Centroafricana por su gente, alegre y amable, pese a convivir con la incertidumbre y el riesgo cada día y con serios problemas de alimentación a causa del conflicto. La violencia los expulsa de sus hogares, construidos con mucho tiempo y sus propias manos; los campos ya no pueden ser cultivados y se dejan atrás abandonados; se desplazan con las posesiones más básicas; los niños y niñas sufren malnutrición, pierden su derecho a la educación y a una protección que ya no encuentran en ninguna parte.

Las organizaciones realizan una labor necesaria pero muchas veces insuficiente en una situación así. Muchas veces sientes que lo que aportas es tan poco para lo mucho que necesitan…y sin embargo, los proyectos de seguridad alimentaria resultan básicos para garantizar el acceso de alimentos en estas zonas y a estas poblaciones desplazadas. Los temas a resolver con extrema urgencia siempre son educación, protección y nutrición, y los trabajadores de las oficinas locales trabajan muy duro, en condiciones muy básicas, para asegurar que la población consiga tener unas mínimas condiciones de vida.

 

STEFANO FINO, SUDÁN DEL SUR

Sudán del Sur siempre ha sido un país controvertido para mí, desde la primera vez que puse un pie sobre su tierra en 2011, justo después de la declaración de independencia. Controvertido porque desde su nacimiento las esperanzas y expectativas de un futuro mejor fueron muy altas, a pesar de que el país no tenía mucho que ofrecer en términos de infraestructura, ni física ni humana.

Desde el pasado julio, el país ha sufrido un empeoramiento de la inseguridad alimentaria, que ya afecta a 5.5 millones de personas. Cuando Naciones Unidas declaró la alerta roja de hambruna el 13 de marzo de 2017, no me sorprendió en absoluto, porque yo venía siguiendo de cerca la situación cada vez más difícil del país desde que salí en 2015, y mi primer pensamiento fue para todos los niños y niñas y las familias con las que había vivido allí y que sabía que iban a sufrir de nuevo una crisis humanitaria.

La pasión por este trabajo hace que nunca puedas dejar de pensar en todas las personas con y para las que trabajamos

En la oficina de España no dudamos ni un minuto a la hora de tomar la decisión de que yo me desplazara a Sudán del Sur y cuando en el equipo de emergencias me pidieron ir, la decisión ya estaba tomada. Una semana después de la confirmación, ya estaba en Juba para apoyar a la oficina de Plan International en Sudán del Sur. Una espiral de sentimientos me golpeó desde que puse un pie en el aeropuerto internacional de Juba, que ahora se parece más a un campo de refugiados, ya que está en obras y la terminal temporal consiste en un par de tiendas. Fui uno de los primeros apoyos que llegó al país, junto con el responsable de respuesta a la emergencia, y enseguida me di cuenta de las diferencias desde que marché, viendo la cantidad de niños y niñas en la calle, mendigando unas monedas para comprar comida o algo de beber.

Los dos meses de misión en Sudán del Sur pasaron en un abrir y cerrar de ojos, trabajando de cerca con los compañeros de la oficina local y sufriendo con los plazos, los debates sobre las operaciones, las prioridades y los retos y el objetivo siempre presente de apoyar lo antes y lo mejor posible a las personas que más lo necesitaban. Y a pesar del estrés y el cansancio, en los últimos días de misión solo podía pensar una cosa: ¿qué les pasaría a estas personas una vez que yo estuviera de vuelta en casa? Mi trabajo allí era iniciar el proceso, sentar las bases de los proyectos que seguirían funcionando, pero la pasión por este trabajo hace que nunca puedas dejar de pensar en todas las personas con y para las que trabajamos. 

 

ELISA PAZ, NIGERIA

Durante dos meses, estaré desplazada en la emergencia del Lago Chad, trabajando con Plan International en la respuesta a esta crisis humanitaria desde Nigeria y Níger, en las zonas más afectadas por la violencia de Boko Haram. La situación en Nigeria es muy difícil: más de ocho años de conflicto armado en el norte del país han dejado 17 de millones de personas en situación de vulnerabilidad extrema y un impacto en la región sin precedentes.

Recientemente viajé a Maidiguri, la capital de la provincia de Borno, el estado del noreste del país que está sufriendo en mayor medida el conflicto. Cuando nos desplazábamos por la ciudad, me llamó la atención el hecho de que no había niñas por la calle; había muchos niños, porque es una época de vacaciones escolares, pero no había ninguna niña. Pregunté a mis compañeros de Nigeria por qué las niñas no estaban en la calle, y me dijeron que el miedo a los ataques, los secuestros y la utilización de las niñas como bombas humanas han hecho que las familias las recluyan en casa.

La cooperación y la ayuda humanitaria han de ser altavoz de las violaciones de derechos y las injusticias

En el mundo de la cooperación uno siempre se pregunta al final del día si lo que hacemos sirve o no sirve para algo, pero en esta emergencia, y en otras en las que he estado presente, el mensaje de la gente siempre es de agradecimiento: por aliviar el sufrimiento por el que están pasando, porque son muchos días sin comer, escuelas destruidas y medios de vida perdidos por un conflicto del que ni siquiera son parte. Nos agradecen que estemos presentes pero también nos piden que contemos lo que está pasando y lo que están viviendo. La cooperación y la ayuda humanitaria tienen un componente de apoyo a la población, pero también han de ser altavoz de las violaciones de derechos, de las injusticias y de la situación que atraviesan millones de personas que muchas veces son invisibles.