CAMBIANDO VIDAS GRACIAS AL APADRINAMIENTO

Por Gladys Rivera, Equipo de Apadrinamiento Plan International Ecuador  

Durante los últimos 21 años he tenido una trayectoria maravillosa en el equipo de apadrinamiento de Plan International en Ecuador. Muchas personas podrían pensar que resulta monótono, y, de hecho, algunos días lo son. Sin embargo, hay otros momentos en los que sientes que estás contribuyendo a cambiar vidas.

Hace unas semanas, viví una de esos momentos. Recibí un email en el que se me informaba del fallecimiento de un padrino. Recibir este tipo de noticias no es extraño, pero esta vez fue muy particular.

El padrino, el Sr. Espósito, falleció con las fotos de sus cuatro apadrinados en las manos, cuidándoles y demostrándoles su cariño hasta el final. En su lecho de muerte, pidió a su familia que hiciera un donativo, para cubrir sus aportaciones mensuales de apadrinamiento hasta que los cuatro fueran mayores de edad.

Apadrinar a una niña o a un niño del otro lado del mundo no consiste solo en hacer una aportación mensual, sino que muchos padrinos quieren marcar la diferencia en la vida de los niños y establecer una relación cercana a través de fotos y cartas.

Nuestro programa de apadrinamiento nos permite apoyar a las comunidades para que avancen a largo plazo y también nos ayuda a garantizar que los niños que forman parte de este viaje llamado apadrinamiento, conozcan sus derechos y se conviertan en ciudadanos activos dentro de sus comunidades.

Con los fondos que recibimos, nuestra organización desarrolla numerosos proyectos, alineados con nuestra estrategia de país, que se actualiza cada cinco años.

Es fácil identificar a los niños y niñas que participan en programas de Plan International. Es fantástico ver su crecimiento personal. Al principio, suelen ser tímidos y parece que no tienen ganas de hablar en público o de reflexionar sobre las situaciones que les afectan; pero al final, son capaces de expresar sus opiniones y exigir que se cumplan sus derechos. Esto es algo que no se podría lograr sin la estabilidad que aporta nuestro programa de apadrinamiento a las comunidades.

Con el apadrinamiento no solo percibimos cambios en la vida de los niños y niñas apadrinados, sino también al otro lado del mundo; en los hogares de miles de padrinos y madrinas. Dicen que tienen sus fotos en el salón, o en la puerta de la nevera; detalles como estos demuestran que han establecido una auténtica conexión con su apadrinado.

Si hablamos de crear una relación cercana, y de mantenerla a lo largo del tiempo, se me viene a la cabeza una pareja de Bélgica. Cuando los conocí, ya eran padrinos desde hacía más de 20 años. 

Como viajaban regularmente a Ecuador, siempre quisieron ser padrinos para apoyar a los niños del país que aman. Durante una visita, fue increíble ver cómo recordaban cada detalle, no solo de sus niños apadrinados, sino de cada uno de sus familiares, incluyendo nombres y edades. Fue como recibir la visita de un familiar que vive en el extranjero, así lo sintieron todos.

 Para llegar hasta la remota comunidad de Santa Elena, inaccesible por carretera, tuvimos que cruzar un río en coche, y, después, caminamos durante dos horas. No les importaba el sol ni el cansancio, su motivación era llegar y ver la cara de la niña a la que habían escrito durante años. Cuando por fin se encontraron, la chica les dijo que estaba contenta de que alguien se preocupara por ella.

“Para mí, el apadrinamiento es una de las áreas más importantes de nuestra organización, porque nos permite estar cerca de la comunidad y conocer de primera mano la vida y los sueños de los niños. Me ha permitido verles crecer y ser testigo de sus alegrías y penas. 

Una historia de las muchas que puedo contar es la de Cindy, que desde que me uní a Plan International hace siete años, ha mantenido una comunicación constante con su padrino alemán. 

Es bonito ver cómo comparten sus vidas; su amor por los perros, por ejemplo. Cindy, que ahora tiene 17 años, escribe sobre sus sueños: quiere ser veterinaria, y su madrina la apoya y motiva y le dice que es una carrera preciosa, y siempre menciona que su perro Bongo le manda saludos”, Vanessa Narvaez, facilitadora de apadrinamiento.

 Podría contar muchas más historias como esta, pero quiero terminar destacando que nuestro programa de apadrinamiento nos permite crear un vínculo permanente con nuestras comunidades, enriqueciendo la vida de los padrinos y madrinas, así como la de los niños apadrinados, que siempre estarán conectados por un vínculo de solidaridad.