La embajadora de buena voluntad que rompe las barreras de género

En Camboya, Sreyno, de 19 años, se ha comprometido a hacer de su comunidad un lugar mejor para las niñas y las jóvenes. Tras lograr evitar el matrimonio precoz de niña, ahora es embajadora de buena voluntad de Plan International y afirma que no parará hasta que la igualdad de género sea una realidad. Sreyno tiene un plan para acabar con la discriminación de mujeres y niñas y antes de lo previsto: 

1) Terminar la escuela 

2) Convertirse en embajadora de buena voluntad  

3) Ayudar a las niñas a romper las barreras que las frenan 

Tras haber estado a punto de verse forzada a abandonar la escuela y contraer un matrimonio precoz, Sreyno, de 19 años, que vive en una comunidad rural de la provincia camboyana de Siem Reap, es plenamente consciente de la importancia de la educación para acabar con el ciclo de la pobreza: “Si abandono la escuela ahora porque soy pobre, seré aún más pobre en el futuro si no termino el bachillerato”.  

Sreyno tenía 16 años cuando sus padres le dieron un ultimátum: casarse o irse al extranjero a ganar dinero para ayudar a la familia. “La mañana que fui a comprobar los resultados de mis exámenes de noveno curso, esperaba que mis padres los celebraran conmigo cuando volviera, pero actuaron con normalidad y no se alegraron por mí”. 

“Como la situación económica de mi familia era complicada, decidieron que abandonara los estudios y me dieron dos opciones: Mi madre me dijo que, si no emigraba, tendría que casarme. Me pareció que sería un matrimonio infantil, pues entonces sólo tenía 16 años. Lo pensé, dije que no y rechacé su decisión”. 

El Foro Económico Mundial calcula que, al ritmo actual, aún faltan cinco generaciones más para alcanzar la igualdad de género. Como consecuencia de la arraigada desigualdad de género en Camboya, el 19% de las niñas del país se casan antes de los 18 años y el 2% antes de los 15 años. El matrimonio infantil es aún más frecuente en las zonas rurales y remotas, con una elevada población de minorías étnicas. En la provincia de Siem Reap, donde viven Sreyno y su familia, el 23% de las mujeres de entre 20 y 24 años estaban casadas o en pareja antes de los 18 años. 

Con la esperanza de encontrar una solución, Sreyno acudió a su tío, que trabaja en el cercano paso fronterizo con Tailandia. “Él entiende las consecuencias negativas de la migración para las niñas. Mi tío convenció a mis padres de que no me obligaran a emigrar. Después de hablar con ellos, acordaron que, por muy difícil que fuera, me apoyarían para que acabara la escuela. Me alegré mucho”. 

Deseosa de tomar el control de las decisiones que la afectan, Sreyno decidió participar en un proyecto de capacitación en liderazgo para chicas. “Llegué a conocerme a mí misma, mis sueños, mis expectativas y lo que quiero hacer en la vida. Conocí a los miembros del equipo y aprendí que tengo derecho a tomar mis propias decisiones”. 

Con su confianza renovada, Sreyno se unió al programa Campeones del Cambio y se reunió con funcionarios del gobierno local para abogar por una mayor igualdad entre chicos y chicas: “También participé en actividades de sensibilización comunitaria para averiguar a qué problemas se enfrentan las niñas y me ofrecí voluntaria como embajadora de buena voluntad”. 

Al convertirse en embajadora de buena voluntad de Plan International, Sreyno se comprometió a apoyar el empoderamiento de las niñas y las jóvenes para que puedan decidir sobre sus propias vidas y dar forma al mundo que las rodea. 

“Mi madre vino conmigo el día que firmé el Memorando de Entendimiento para trabajar con Plan International, estaba muy sorprendida y no dejaba de sonreír porque no esperaba que yo llegara hasta este punto. Desde entonces, empezó a animarme para que siguiera haciendo todo lo posible por ayudar a la comunidad. Ahora mis padres respetan mis decisiones como hija suya y valoran lo que quiero conseguir en la vida”. 

Sreyno está más decidida que nunca a romper las barreras de género que impiden a las niñas alcanzar todo su potencial. “Ahora tengo el valor de informar de cualquier problema a las autoridades locales para encontrar soluciones y apoyo. También ayudo a educar a las niñas de mi comunidad invitándolas a reuniones para compartir mis aprendizajes”. 

“Las niñas deben tener las mismas oportunidades”, concluye.