Jóvenes en Guatemala: Juntas contra el matrimonio infantil

El Día Mundial de la Población, celebrado desde 1989, es una oportunidad para dirigir la mirada hacia los asuntos más urgentes e importantes que afectan a las personas alrededor de todo el mundo. Este año, el Fondo de Población de Naciones Unidas ha elegido como lema central de la jornada «invertir en las adolescentes».

Pero, ¿por qué las adolescentes? Porque, en todo el mundo, ellas se enfrentan a una mayor discriminación que día a día, de muchas maneras, las impide desarrollar su potencial. Sufren situaciones de violencia y miedo, se ven obligadas a abandonar la escuela, son víctimas del matrimonio infantil y madres cuando su cuerpo todavía no está preparado para ello.

Plan International defiende que invertir en las niñas para combatir la desigualdad que las somete a nocivas normas sociales y actitudes y tradiciones que las silencian, no es sólo lo correcto, sino lo más inteligente. Cada vez es más evidente que, cuando les damos la oportunidad, las niñas son agentes de cambio fundamentales para el desarrollo sostenible, aportando beneficios no sólo a sí mismas, sino a sus familias, comunidades y países. 

Es el caso de Álida, Rosy y Mayra, tres jóvenes activistas del municipio de Carchá, en Guatemala. Viven en comunidades vecinas y son amigas desde hace años. Juntas han participado en numerosas actividades organizadas por Plan International donde han tomado conciencia sobre sus derechos, han aprendido la importancia de defenderlos y han reforzado su autoestima y capacidad de liderazgo.

Con el tiempo, han ganado en confianza y ahora son capaces de expresarse por sí mismas y enseñar a otros niños y niñas sobre sus derechos. Estas tres amigas han conseguido el apoyo de sus familias y sus comunidades para impulsar el cambio.

Álida, Rosy y Mayra participaron hace poco en una exitosa campaña liderada por Plan International para acabar con el matrimonio infantil en Guatemala. Como parte del movimiento Por Ser Niña, la organización, con el apoyo de las propias niñas y jóvenes, impulsó una iniciativa para elevar a 18 años la edad legal de matrimonio.

Finalmente, después de meses de trabajo, el Congreso aprobó en agosto de 2015, una ley que aumentó la edad mínima del matrimonio a los 18 años, aunque permite que las adolescentes de 16 años puedan aún casarse con un permiso judicial. 

“Una amiga mía que se casó a los 13 años ya tiene varios hijos. Para mí, es duro verla en esta situación después de haber jugado juntas en la escuela”, reconoce Álida, que está muy preocupada por la realidad de las niñas en su comunidad.

Un cuarto de los partos en Guatemala son de madres adolescentes – se trata de una de las mayores tasas en América Latina. La prohibición del matrimonio infantil es un paso adelante para prevenir el embarazo temprano y favorecer el acceso a de las niñas la educación, cuyo abandono las impide salir del círculo de la pobreza y las expone aún más a la violencia doméstica y sexual.

Está comprobado que cada año de escuela primaria aumenta entre un 10 y un 20% los futuros ingresos de las niñas. Las niñas que tienen acceso a la educación son más capaces de decidir por sí mismas sobre los asuntos que afectan a sus vidas – entre ellos, si, cuándo y con quién casarse.

“Creo que la gente joven se ha alegrado mucho con el aumento de la edad mínima del matrimonio, pero a los adultos les sigue pareciendo algo difícil de aceptar. Dicen que somos demasiado jóvenes y no sabemos nada”, explica Rosy.

Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte de niñas entre 15 y 19 años a nivel global, y los bebés nacidos de madres adolescentes se enfrentan a “un riesgo sustancialmente mayor” de morir que los que nacen de mujeres de 20 años de edad, según la Organización Mundial de la Salud.

“Cuando supe que habían aprobado la nueva ley, me alegré mucho de haber aportado mi granito de arena. Estuve recogiendo firmas y formé parte del equipo de personas que hizo posible el cambio. Me siento muy orgullosa”, cuenta Mayra.

Álida también es optimista sobre su futuro: “Cuento con el cariño y el apoyo de mis padres, que tanto me han ayudado. Quiero ir a la universidad para estudiar trabajo social y poder ayudar a mi comunidad”.  

Estas amigas se están preparando para un nuevo reto: promover la nueva ley en sus comunidades, escuelas y familias, con el fin de que el matrimonio infantil pase a ser una cosa del pasado.

Con Álida, Rosy y Mayra, Plan International trabaja por un mundo que valore a las niñas, promueva sus derechos y acabe con las injusticias y todo tipo de discriminación que se ejerce en su contra. Un mundo que les dé la oportunidad de aprender, liderar, decidir y prosperar.