Fatoumata se arrepiente de haber permitido que mutilaran a su hija. Ahora ha decidido que ninguna otra niña de la familia tendrá el mismo destino.
“Si una niña no ha sido mutilada, no encontrará marido. Eso es lo que decía todo el mundo antes”, dice Fatoumata, de 55 años. “Pero ya sabemos que eso no es verdad. Hay otros grupos étnicos en Mali que no practican la MGF y la gente se casa igual”.
Un día, su hija llegó a casa muy molesta. “Me contó que su marido prefería acostarse con su otra esposa porque ella le daba más placer en la cama. Sí, en mi casa hablamos de esas cosas. Después de que tus hijos están casados, los ves como iguales y puedes hablar con ellos con sinceridad”.
“A mí no me parece normal que una mujer no pueda disfrutar del sexo. No importa si eres hombre o mujer, una vez que están casados ambos tienen derecho a sentir placer. Pero claro, siempre habrá hombres que piensen que no es necesario el placer de las mujeres”.
Cuando circuncidaron a su hija, todo el pueblo celebró: “Antes era un rito de iniciación para todas las niñas, pensábamos que laspreparaba para el futuro y toda la comunidad participaba. Hoy en día ya se ha convertido en algo más controversial, se hace de manera discreta en la casa y a niñas cada vez más jóvenes, así se aseguran de que no lo comente con sus amigas. Además, una niña muy joven se recupera mejor del dolor”.
“Estaba en un grupo de chicas y después nos llevaron a todas a una casa, allí vi todo lo que podía salir mal, muchas tenían inflamación, a otras les quedaron cicatrices graves, una incluso murió”.
Según Fatoumata, han pasado 12 años desde que se practicó la mutilación a alguna chica de su familia: “Fue algo que decidí yo misma, sin preguntarle a mi marido y fue porque mi hija seguía contándome los problemas que tenía con su marido. Si depende de mí, mi nieta no será circuncidada. Las primeras chicas de la familia que no tuvieron que sufrir la mutilación ya están casadas y no tuvieron ningún problema para encontrar esposo. A los hombres de hoy en día no les importa eso”.
Su hija, Sanaba, tiene 24 años y trabaja en el campo junto a su esposo. Tienen cuatro hijos juntos, incluyendo a Aissatou, de tres, una niña muy coqueta. Hoy lleva un vestido rosa, zapatos muy limpios y trenzas en el cabello; y no para de hablar. Sanaba fue una de las últimas chicas de la familia en ser mutilada: “No tuve problemas en el embarazo ni en el parto” nos dice y luego baja mucho la voz y comenta en un susurro “Tampoco tengo ningún problema para llegar al orgasmo”.
Aunque ella no tuvo complicaciones mayores, lo considera prácticamente un milagro: “Tenía 10 años y sufrí mucho, sangré demasiado y la mujer que me mutiló lo hizo con las cuchillas tradicionales. Recuerdo que ella estaba molesta con mi familia porque yo era demasiado mayor. Estaba en un grupo de chicas y después nos llevaron a todas a una casa, allí vi todo lo que podía salir mal, muchas tenían inflamación, a otras les quedaron cicatrices graves, una incluso murió”.
Aún recuerda que su madre estaba muy triste de que ella tuviera que pasar por eso: “Estaba impactada de que mi madre permitiera que me hicieran algo así. Me sentí decepcionada y furiosa con mi abuela por llevarme a esa casa”.
Ahora Sanaba hace el esfuerzo de hablar con sus vecinos, especialmente los que tienen hijas pequeñas para explicarles los riesgos: “Las mujeres de mi edad deben apoyar a las adolescentes. Muchas chicas de 14 ó 15 años están decididas a no mutilar a sus hijas y alguien tiene que apoyarlas para que se aferren a esa decisión”.