Nuestro género nunca debe ser un obstáculo

En muchas zonas de Brasil, la pobreza, el hambre y la falta de servicios sanitarios y educativos le roban la oportunidad a miles de chicas de tener una infancia digna. Participando en nuestros programas de liderazgo, ellas pueden cambiar sus, desarrollar sus habilidades y ganar la fuerza que necesitan para alcanzar sus metas. 





Val, de 19 años, creció en una comunidad sin servicios básicos, sin biblioteca ni alumbrado público. El resultado fue que, con 8 años, aún no sabía leer ni escribir su propio nombre. 

Su madre falleció cuando ella tenía 2 años, así que Val pasaba los días jugando y paseando por las calles con sus hermanos, sólo volvían a casa cuando su padre llegaba del trabajo. 

Pero Val, desde pequeña quería salir de su comunidad, romper el ciclo de pobreza y tal vez, algún día, viajaren avión. Fue entonces, cuando su tía, que vive en San Luis, la ciudad más grande de la provincia de Marañón, la invitó a vivir allí. Quería ofrecer a Val la posibilidad de decidir su propia vida y evitar que callera en el matrimonio temprano, como muchas de sus amigas en el pueblo. 

“Cuando llegué a San Luis lo primero que quería hacer era ver un avión. Era lo que más deseaba. Pero encontré mucho más que eso: las luces, las calles, todo era nuevo para mí y nunca me había sentido tan feliz. Cuando llegué a casa de mi tía me sentí emocionada porque había televisión y electricidad”. 

“Al día siguiente, mi tía me apuntó a un colegio y fue otro gran descubrimiento: los libros, las bibliotecas y un montón de personas dispuestas a ayudarme y enseñarme. La profesora me enseñó a leer y escribir, solo eso ya fue una gran victoria. Cada cartel o letrero que me encontraba por calle lo leía y descubrí que me apasiona leer y escribir”, nos cuenta Val emocionada. 

Ganando poder

Un día, los coordinadores del programa Liderazgo en las Escuelas fueron a hablar sobre el proyecto a su colegio. Val se interesó de forma inmediata y se apuntó para poder participar en el proyecto. 

El principal objetivo de esta iniciativa es empoderar a las chicas para que reconozcan el papel y el poder que tienen en su comunidad, ayudarlas a luchar contra la violencia y la desigualdad y apoyar su determinación para convertirse en líderes y demostrar que ser una chica nunca debería ser un obstáculo para alcanzar sus metas. 

Desde el primer momento, Val se sintió identificada con los objetivos y valores del proyecto. “Creo que es muy injusto que nos limiten, nadie debería tener menos oportunidades. Si una chica quiere hacer algo, debe hacerl. Si a una chica le gusta jugar fútbol no debería ser un problema. Ya basta de pensar que es cosa de chicos. Este programa y la gente a la que he podido conocer me motiva a ir más allá y romper mis propias barreras”.

A través de una serie de ejercicios y talleres, Val ya cuenta con los argumentos necesarios para hablar sobre estos problemas con su familia y amigos. Tiene un fuerte interés por la oratoria, por lo que muchas veces es elegida para presentar los proyectos en los que trabaja su grupo. Una de las reuniones que más le impactó fue en Codó, donde compartió sus experiencias trabajando en el programa Liderazgo en las Escuelas. 

Escuchar otras historias, descubrir los problemas de otras chicas jóvenes y conocer a chicas que se han enfrentado a las mismas situaciones que ella, ha cambiado su vida. “Creo que, aunque tuviera los derechos de las mujeres y niñas en mente, no llegué a comprenderlos hasta que viajé a Codó y pude ver todas las caras de un mismo problema”. 

Nuevas raíces

Val sigue siendo invitada para hablar con las nuevas participantes sobre su experiencia en el programa y resolver sus dudas. Se ha convertido en un referente femenino y todas sus amigas les piden consejos cuando se encuentran en situaciones difíciles. 

Quiere completar su educación e ir a la Universidad a estudiar trabajo social para poder ayudar a la gente a hacer diferentes sus vidas. Al final de año, Val se examinará para acceder a un grado superior en Brazil. 

“He conseguido creer en mi misma, he aprendido a luchar, ser una mujer empoderada, a tener fuerza para conseguir lo que me proponga y seguir el camino que quiero. He conocido a muchas personas con los mismos intereses que yo, con diversidad de opiniones, personas que están en mi misma lucha. Me siento aceptada, nunca más sola. Hoy me siento más fuerte para afrontar los problemas e injusticias que pueda encontrar”.