La pandemia puede arruinar décadas de avances conseguidos en materia de infancia e igualdad de género.
Es imposible hablar del Día Internacional del Niño y Niña Africana y no expresar preocupación por el impacto que está teniendo la COVID-19 en los niños y niñas de todo el continente. Es imposible no pensar que la pandemia está tirando por la borda décadas de progreso en los derechos de la infancia en África y exponiendo a millones de niñas a un gran riesgo de violencia, abuso y explotación. Toda una generación de niños y niñas está en peligro de de quedarse atrás debido a la COVID-19, y, sin duda, las niñas son las que van a sufrir las peores consecuencias.
Además de perder la educación, las niñas -especialmente en las comunidades pobres y marginadas- están mucho más expuestas al hambre, el trabajo infantil, la trata de personas, el matrimonio temprano forzado y la mutilación genital femenina debido a la pandemia.
En un continente en constante lucha contra la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los conflictos y la recesión económica, el virus está agudizando las desigualdades existentes, incluidas las económicas y las de género, y afectando al entorno en el que crecerán los niños y niñas africanas.
A pesar de la rápida respuesta de los gobiernos africanos, la COVID-19 sigue teniendo repercusiones devastadoras para la educación, la salud, la seguridad y la protección de los niños, y especialmente de las niñas, de toda África.
En tiempos de crisis, las niñas son las más afectadas debido a unas normas sociales que las perjudican y las discriminan por partida doble, por su edad y por su género. A consecuencia del virus, unos 743 millones de niñas están ahora fuera de la escuela. Es poco probable que muchas de ellas regresen, debido a problemas que van en aumento en el confinamiento, como el embarazo adolescente o el matrimonio forzado.
El cierre de escuelas y el confinamiento también han dado lugar a un aumento de los casos de mutilación genital femenina en algunos países africanos. Recientemente en Egipto, tres niñas, todas menores de 18 años, fueron sometidas a mutilación genital femenina con el pretexto de que las iban a vacunar contra el coronavirus. Según los informes, un médico fue a la casa de las niñas después de que su padre les dijera que les iban a poner una “vacuna”. Se reportó que las niñas fueron drogadas antes de ser mutiladas. Todo esto en un país donde la práctica está prohibida desde 2008.
La COVID-19 sigue teniendo repercusiones devastadoras para la educación, la salud, la seguridad y la protección de los niños, y especialmente de las niñas, de toda África.
En Somalia, se está percibiendo el confinamiento como un momento oportuno para llevar a cabo esta práctica, ya que se cree que ahora se cuenta con más tiempo para la “curación”. Esta creencia, unida a la grave crisis económica, está llevando a muchas cortadoras a volver a practicarla para obtener algún ingreso. De hecho, se ha producido un aumento de cortadoras que van casa por casa para cortar a las niñas.
Estos son sólo algunos ejemplos claros de cómo la pandemia está exponiendo a las niñas y las mujeres a un mayor riesgo de violencia y abuso, incluso en sus propios hogares, ya que el estrés provocado por el brote acentúa las desigualdades de género existentes.
Las personas que sufren violencia o corren el riesgo de sufrirla están teniendo dificultades para acceder a los servicios de protección correspondientes, debido a las medidas de aislamiento social y a la desviación o retirada de los fondos y recursos necesarios, incluidos los destinados a la salud sexual y reproductiva, la salud mental y el apoyo psicosocial.
Kenia, Sudán del Sur, Liberia y Níger han informado recientemente de un aumento de la violencia doméstica, infantil y de género. A medida que la COVID-19 se extiende por el continente, se teme que esta situación siga aumentando.
Las autoridades locales y nacionales deben seguir invirtiendo y dando prioridad a la protección de las niñas y las adolescentes contra la violencia de género, la explotación sexual y la mutilación genital femenina. Mientras el virus siga propagándose y se mantenga el aislamiento social, las medidas deben adaptarse para garantizar que las niñas y las jóvenes puedan acceder a estos servicios esenciales.
Los gobiernos africanos también deben garantizar que las familias no sufran hambre mediante ayudas en efectivo a los hogares vulnerables; que la educación a distancia sea accesible y asequible para todos los niños, y especialmente para las niñas de las zonas rurales o las que no tienen acceso a Internet; que las líneas de ayuda y centros para víctimas violencia de género existan y sigan funcionando, y que las niñas y las adolescentes puedan tener acceso a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva.
Si bien los efectos de la pandemia pueden haber eclipsado el tema de este año del Día Internacional del Niño y Niña Africana -“Acceso a un sistema judicial adaptado a los niños y niñas en África”- no debemos olvidar su propósito para acelerar la protección, el liderazgo y la igualdad de oportunidades para la infancia en África, de acuerdo con los objetivos de la Unión Africana. Todos los actores involucrados deben trabajar para asegurar que no deshagamos los avances obtenidos durante las últimas décadas en materia de derechos de la infancia e igualdad de género.