A pesar de que hasta ahora el coronavirus no está teniendo consecuencias devastadoras en el país, los efectos a largo plazo del confinamiento todavía no son perceptibles.
Mientras los países vecinos siguen luchando para tratar de frenar la propagación de la COVID-19 en América Latina y el Caribe, donde ya se han alcanzado los tres millones de casos, Paraguay ha logrado mantener la enfermedad bajo control, con alrededor de 2.500 casos confirmados y 20 personas fallecidas, un número muy bajo comparando con el resto de la región. Esto tiene que ver, en parte, con el asilamiento relativo de Paraguay, pero también con las estrictas medidas de confinamiento impuestas por el Gobierno, que incluyen el cierre de las escuelas, fronteras y actos públicos, así como un toque de queda nocturno, a partir de las 20:00.
A pesar de que hasta ahora el coronavirus no está teniendo consecuencias devastadoras en el país, los efectos a largo plazo del confinamiento todavía no son perceptibles. Para niñas como Lilian, de 13 años, la interrupción de su educación le ha dejado la sensación de que se está quedando atrás, sobre todo porque no puede acceder a Internet para seguir las clases a distancia.
“La educación me va muy mal porque no tengo un teléfono móvil propio y necesito usar uno para acceder a las plataformas de aprendizaje online. No tengo una buena señal de Internet en mi comunidad y, además, tengo problemas económicos, por lo que mi familia apenas puede recargarme el saldo”, explica Lilian.
La cuarentena está teniendo un impacto muy negativo en los y las estudiantes más desfavorecidos y sus familias, especialmente en los países más pobres como Paraguay, donde la pobreza extrema va en aumento y está dejando a las familias con menos recursos sin medios para pagar los costes de la escolarización. Para las niñas, que se ven afectadas de manera desproporcionada durante las crisis, las consecuencias educativas de la pandemia se prolongarán mucho más allá del período de cierre de las escuelas.
“Casi no tengo contacto con mis compañeros y compañeras de clase. Lo que más extraño es ir a la escuela y estar con mis amigos y amigas. Creo que las niñas tienen más carga de trabajo en el hogar debido a la típica opinión de que las tareas domésticas son trabajo de niñas o mujeres”, explica Lilian.
Son este tipo de estereotipos y normas sociales arraigadas las que hacen que las niñas en riesgo de exclusión tengan mayores probabilidades de abandonar la escuela definitivamente, y que las mujeres y las niñas sean más vulnerables a los peores efectos de la pandemia.
Para ayudar a niñas como Lilian, hemos creado el folleto “¡Aprendamos con Kiara!” para informar de forma clara y sencilla a los niños y niñas sobre la COVID-19, incluyendo medidas para evitar la propagación de la enfermedad. El folleto también ofrece consejos sobre corresponsabilidad, explicando cómo distribuir las tareas domésticas de forma equitativa, así como sobre cómo identificar y denunciar casos de violencia durante la cuarentena.
Además de por su educación, Lilian también está preocupada por la economía de Paraguay, que ya se había visto afectada antes de la pandemia por las consecuencias de la sequía. “Lo que más me preocupa es que la economía se desplome, que las personas desempleadas no encuentren trabajo, y que las familias pobres, es decir, las más vulnerables, no reciban ayuda del gobierno”, explica Lilian.
Lilian vive en casa con sus padres y hermanos menores, pero sus hermanos mayores no han podido regresar a casa desde que se impusieron las restricciones por la pandemia. “No he visto a mis hermanos desde hace tres meses. Trabajan en la ciudad y, por miedo al contagio, es mejor que no vengan”, dice Lilian.
Con la flexibilización paulatina de las restricciones de confinamiento en Paraguay, Lilian espera que su vida vuelva a la normalidad y que se reabran las escuelas. “Mi mensaje a todas las niñas es que tengan fe y esperanza, y, sobre todo, la fuerza para superarlo. Esto pasará pronto, y estaremos juntos de nuevo, como siempre lo estuvimos”.