Educación inclusiva de calidad: la clave para la justicia climática y de género

La COP26 ha sido aplazada por la pandemia, pero las niñas y jóvenes no han dejado de exigir una respuesta urgente al cambio climático, que tenga un enfoque de género y ponga la educación en el centro de la estrategia, para garantizar el progreso hacia una sociedad más justa y sostenible, indican las expertas Jess Cooke y Leah Moss.





En noviembre de 2020, los líderes mundiales y los expertos en cambio climático deberían haberse reunido en la COP26 para impulsar un ambicioso programa de acción climática e implementar el Acuerdo de París. De cara a esta conferencia, los gobiernos se habían comprometido a actualizar sus estrategias con medidas más ambiciosas para mantener la temperatura global debajo de los 1.5°C.

A pesar de que la pandemia ha imposibilitado que se celebre un encuentro de este tipo, la acción climática es más urgente que nunca y la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París refuerza esa urgencia.

Las chicas demandan una respuesta al cambio climático

Las niñas y jóvenes están exigiendo un cambio. En Bangladesh y Etiopía están reclamando un acceso igualitario a la información, especialmente en temas climáticos, y una mayor participación en la toma de decisiones. Una educación inclusiva y con perspectiva de género es fundamental para avanzar hacia la justicia climática y, además, debe incluir pruebas científicas y reforzar las habilidades que motiven conductas y estilos de vida más sostenibles.

La educación más transformativa dota a las niñas y mujeres jóvenes con las habilidades y conocimientos necesarios para abordar la crisis climática y acaba con los estereotipos de género que limitan a las niñas a la hora de participar en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Por lo tanto, tiene el poder de eliminar las principales barreras que excluyen a las chicas del desarrollo e implementación de las respuestas climáticas de sus países.





Las jóvenes pueden tener un papel fundamental en la adaptación al cambio climático

Debemos reconocer la importancia de las chicas en la adaptación al cambio climático y en la mitigación de sus efectos. La inversión en sistemas educativos resilientes, que respondan a sus necesidades, no solo reduce el abandono escolar de las niñas, sino que ayuda a crear una generación de mujeres que lideren la respuesta climática.

Aunque la pandemia ha tenido efectos graves en la educación de las niñas y ha afectado la escolarización de más 1.500 millones de estudiantes, también ofrece una oportunidad a los líderes de transformar y fortalecer el sistema educativo para que pueda anticipar y responder a las catástrofes climáticas y prepararse para el creciente número de personas desplazadas debido a estos fenómenos.

Hoy en día, en la mayoría de las escuelas, se sigue utilizando un currículo desactualizado, que perpetúa una cultura nociva para el planeta y la sociedad, menospreciando la urgencia de la acción climática. Además, tiende a reforzar estereotipos de género y a imponer futuros profesionales distintos para chicos y chicas.

A las jóvenes no se les suele animar para que opten por carreras de la rama de las ciencias, tecnología, ingeniería, matemática, economía y política; limitando su potencial de liderazgo en una economía verde. Esto queda demostrado en la industria de las renovables, en la que las mujeres comprenden entre un 20% y un 25% de la fuerza laboral, y en la diplomacia climática, donde solo un 35% de los delgados nacionales en el Acuerdo de París son mujeres.

El momento del cambio ha llegado

El momento es ahora. La COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de desafiar modelos anticuados y tradicionales para adaptarlos a una sociedad que exige compromisos concretos de justicia climática y de género. Los responsables de las políticas educativas deben reconocer la importancia de la educación climática y el papel central de las niñas y jóvenes. 

Si bien la ciencia detrás de la crisis climática es fundamental y debe conocerse, también debe ampliarse el foco sobre la dimensión política y social de la problemática. Esto requiere buscar un equilibrio entre las acciones que se pueden tomar individualmente, como el reciclaje, y el enfoque holístico, que reconoce el papel esencial de los gobiernos y las grandes empresas en esta crisis.

Debemos aprovechar la oportunidad para hacer realidad una educación realmente transformativa, que promueva la justicia climática, racial, intergeneracional y de género. Esta será la principal herramienta para garantizar que la humanidad pueda coexistir con la naturaleza y prosperar.