“AHORA ES MÁS IMPORTANTE QUE NUNCA QUE MANTENGAMOS LA SOLIDARIDAD CON LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS”

Cuando le preguntamos su fecha de nacimiento, Yaya dice que nació “sobre el 31 de diciembre de 1982”, pero no sabe la fecha exacta. Sin embargo, sí recuerda sus años como alumno en la escuela; una de las primeras construidas por Plan International en la región Centro-Norte de Burkina Faso.

Yaya se unió nuestro programa de apadrinamiento cuando tenía 10 años y sus padrinos se llamaban Gina y Mike, una pareja cuya nacionalidad no recuerda. Yaya aún guarda una foto de la joven pareja y piensa en ellos a menudo, recordando los regalos y los materiales escolares que le mandaban. “Todo este tiempo, he guardado su foto. Tengo otras que deben estar todavía en la casa de mi pueblo, junto con sus cartas”, nos cuenta.

A sus 38 años, Yaya recuerda lo orgullosos que estaban sus padres. “Para ellos era un honor que yo fuera un niño apadrinado, y nosotros éramos felices porque sabíamos que personas que vivían muy lejos, nos enviaban cartas y juegos”.

La hermana de Yaya también se beneficiaba del programa de apadrinamiento, al igual que la mayoría de los niños de su pueblo. Desde 1979 hasta 2018, más de 3.000 niños y niñas de la zona de Dargo habían sido apadrinados. “Un trabajador comunitario solía ir de casa en casa con las cartas y nos las leía. Aprendimos cuándo era verano o invierno leyéndolas. Gracias a esto, estábamos un poco más adelantados con la lectura”, explica Yaya.

“El trabajador nos hacía preguntas y, basándose en nuestras respuestas, escribía las cartas que luego recibían nuestros padrinos y madrinas. Hablábamos de los árboles; de nuestros animales”, recuerda Yaya mientras esboza una sonrisa. También recuerda varias visitas de los padrinos a su aldea, porque era una oportunidad para celebrar con bailes y canciones.
¿Habría podido Yaya continuar con su educación sin el apadrinamiento? Es difícil de predecir, pero en sus propias palabras, no hubiera sido nada fácil. “Mi padre nunca fue a la escuela, pero comprendió la importancia que tenía. Él mismo se esforzó mucho para que pudiéramos ir. Pero mis hermanos mayores dejaron de estudiar. Somos fulani (un pueblo nómada), y generalmente nos dedicamos a la ganadería. Yo me resistí. Podría haber dejado de ir a la escuela mucho antes”, narra Yaya.

nosotros éramos felices porque sabíamos que personas que vivían muy lejos, nos enviaban cartas y juegos

Durante sus años en la universidad, Yaya caminaba 12 km todos los días porque no tenía ningún otro medio de transporte. En su segundo año, se mudó más cerca de la universidad y Plan International le pagó la inscripción. “De lo contrario, me habrían expulsado de la universidad”, explica Yaya, que tuvo que pagar su propia habitación. Unos meses después, dejó de ser apadrinado.

Yaya se formó durante 12 años y nunca repitió un solo curso. Poco después de terminar sus estudios, fue contratado para dar clase en una escuela satélite creada por UNICEF. Más adelante, aprobó dos exámenes y se formó en un instituto público de la capital. Hoy en día, Yaya es periodista y presenta las noticias en fula, una lengua del África Occidental, y también produce programas para la radio nacional.

Recientemente hemos invitado a Yaya a la sede de Plan International en Burkina Faso, donde se reunió con el Director del país y el equipo de apadrinamiento, con quienes mantuvo una larga charla. El mensaje que manda a nuestra organización es simple: Pido a Plan International que continúe apoyando a los niños y las niñas, es un verdadero aporte para nuestro país”

En los últimos tiempos, varias regiones de Burkina Faso se han visto sumidas en la inseguridad, y muchas familias, incluida la de Yaya, cuyo tío fue asesinado a tiros, se han visto afectadas por los ataques. La aldea natal de Yaya acoge ahora a cientos de familias desplazadas que han sido acogidas por la comunidad en una muestra de solidaridad. En la actualidad hay más de un millón de desplazados internos en Burkina Faso, de una población total de 20 millones de habitantes.

A día de hoy, en Burkina Faso hay casi 49.000 niños apadrinados, de los cuales, el 66% son niñas. De ellos, alrededor de 2.000 han tenido que huir de los ataques de los grupos armados. Estamos trabajando para hacer un seguimiento cercano a los niños y niñas apadrinados y apoyándolos durante la crisis. “Es más importante que nunca que se mantenga esta solidaridad con la infancia”, concluye Yaya.