pandemia de la COVID-19 ha incrementado la tasa de desempleo, y, como resultado, muchos niños y niñas se han visto obligados a abandonar la escuela. Por otro lado, las familias se están enfrentando a grandes dificultades financieras ya que sus ingresos se han visto afectados por las restricciones de movilidad y los confinamientos para contener la propagación del virus.
Deolinda, de 19 años, es una de las muchas adolescentes que ahora vive en un centro de acogida con su familia después de que el ciclón destruyera su casa y sus terrenos. Gracias a un proyecto de empoderamiento económico que desarrollamos junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Gobierno de Mozambique, Deolinda ha podido mantener a su familia, compuesta por siete miembros.
El año pasado, Deolinda abrió su propio puesto de comida, justo enfrente de la casa en la que vive. “Como parte del proyecto, recibí 3.000 meticales mozambiqueños (unos 35 euros, siendo el sueldo medio mensual alrededor de 210 euros) que me ayudaron a abrir mi tienda. Antes de tener este negocio, nadie de mi familia tenía un móvil, lo hacía que comunicarse fuera difícil. Ahora tenemos un teléfono móvil y una pequeña radio. Tampoco teníamos redes para pescar, pero ahora que las tenemos, vendemos mucho pescado y esto sirve para que mi negocio siga funcionando. A mi familia todavía le faltan muchas cosas, pero estamos cómodos porque hemos podido mantener el puesto abierto incluso durante la pandemia”.
La pandemia ha supuesto un desafío para mi familia, pero me ha enseñado que la escuela es importante.
Actualmente, Deolinda no asiste a clase como consecuencia del cierre de escuelas en todo el país. Muchos días, la joven sigue las clases a través de su nueva radio y, mientras tanto, vende algunos productos disponibles en su tienda: pescado seco, verduras y especias. Una vez finalizada su educación secundaria, Deolinda espera estudiar economía en la universidad, así que está feliz porque ahora, gracias a su puesto, está aprendiendo sobre negocios; una experiencia que le servirá para complementar los conocimientos teóticos que adquiera más adelante.
“La pandemia ha supuesto un desafío para mi familia, pero me ha enseñado que la escuela es importante. Allí aprendemos matemáticas, y eso me ha ayudado a llevar mejor mi negocio. Ahora quiero aprender más porque me interesa la economía y quiero que mi negocio crezca, por eso invertí las ganancias que había conseguido en el puesto en una radio. Durante la pandemia, la radio me ha ayudado a estudiar y a informarme”, nos cuenta Deolinda.
Nuestro proyecto de Recuperación de los Medios de Vida y Empoderamiento Económico después de los Ciclones ha ayudado a muchas jóvenes como Deolinda a sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Mientras los adolescentes y jóvenes buscan formas de obtener ingresos y proteger su futuro, desde Plan International, de la mano de nuestros socios, seguimos facilitando financiación a los desplazados y afectados por el ciclón en la provincia de Sofala.