By Nora Lindstrom, Senior Lead for Digital Programmes and Influencing and Nikita Shrubsolve, Digital Policy and Advocacy Officer.
El concepto tecnología femenina o femtech engloba avances en el ámbito digital que han supuesto una mejora en las vidas de niñas, adolescentes y mujeres.
En los últimos años, hemos visto el auge de este tipo de productos, como las aplicaciones de salud y bienestar, relacionadas con el ciclo menstrual, o los sacaleches inteligentes. Al igual que los lavavajillas y las lavadoras en la década de 1950, la tecnología moderna se ha aplicado a las necesidades de las mujeres para fomentar su independencia.
Sin embargo, no es suficiente. La necesidad de las niñas y las mujeres de una tecnología que les sirva va más allá de la salud y el bienestar. La tecnología femenina, tal y como se ha definido anteriormente, es mejor que lo anterior, pero la verdadera tecnología feminista tiene que ser mucho más.
La tecnología que replica sesgos de género también es dañina
La falta de diversidad entre los creadores de tecnología es, a estas alturas, bien conocida. Sólo una cuarta parte de los desarrolladores de tecnología en las principales empresas del sector son mujeres. Como la tecnología tiene sesgos intrínsecos, esto da lugar a que un conjunto particular de prejuicios -los que suelen tener predominantemente los hombres- se refleje en los productos digitales, cada vez más omnipresentes en nuestras vidas.
¿El resultado? Productos digitales que son abiertamente sexistas, así como otros que, de forma más sutil, reproducen las desigualdades de género existentes y refuerzan las normas y estereotipos de género. Un ejemplo: la tarjeta de crédito de Apple que ofrecía líneas de crédito más pequeñas a las mujeres que a los hombres.
O tomemos como ejemplo las plataformas de redes sociales dominantes. El informe “(In)seguras online” (2020) de Plan International reveló que el 58% de las niñas encuestadas han sufrido abusos o acoso en las redes sociales. Si son negras, tienen discapacidad o se identifican como LGBTIQ+, la cosa empeora.
Sus experiencias de niveles tóxicos de acoso online las alejan de estos espacios y las privan de su derecho a la información, la creación de redes y la educación en Internet. Mientras tanto, los agresores tienen las de ganar. Durante mucho tiempo, el diseño de las plataformas de los redes sociales no ha funcionado para las niñas*.
Esto está cambiando lentamente: muchas plataformas se están adaptando para hacerlas más seguras para los grupos discriminados. Sin embargo, si hubieran sido diseñadas originalmente por equipos más diversos y teniendo en cuenta la experiencia de los usuarios, esta adaptación no habría sido necesaria.
Más allá de la no discriminación
La verdadera tecnología feminista va más allá de crear productos digitales que no discriminen a las niñas y a las mujeres. La no discriminación debería ser lo mínimo que pudieran esperar de cualquier tecnología.
La tecnología explícitamente feminista tiene que ser una tecnología que no sólo no margine, no discrimine y no reproduzca sesgos, sino que nos ayude a desafiar las normas y estereotipos de género perjudiciales que sustentan nuestra sociedad y nos empuje hacia comportamientos más inclusivos.
Esto es Equality Tech: tecnología que hace avanzar la igualdad aprovechando las propias características de la tecnología. Sheboard es un ejemplo de Equality Tech. Es una aplicación de texto predictivo que anima a sus usuarios a utilizar un lenguaje menos sexista cuando escriben sobre niñas y mujeres. En lugar de completar el texto y sugerir que las niñas son, por ejemplo, “lindas”, la aplicación puede proponer “aventureras”, “divertidas” o “inteligentes”, recordando así al usuario las muchas, diversas y diferentes cosas que las niñas son y pueden ser.
Para avanzar en la igualdad de género y alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, necesitamos más productos de Equality Tech. Con este fin, Plan International ha estado trabajando con niñas, adolescentes y jóvenes para que aporten ideas e imaginen sus propios productos de Equality Tech. En el último año, han creado ideas como Truthify, una aplicación que etiqueta las imágenes modificadas de forma expresa para que los usuarios sepan que no representan la realidad; o Wardwall, un filtro para los canales de las redes sociales que alerta automáticamente a los usuarios que pretenden utilizar un lenguaje abusivo, para que se lo piensen dos veces antes de usarlo.
Nuestro siguiente paso es desarrollar prototipos basados en algunas de estas ideas, para mostrar cómo los productos digitales pueden ser aliados de la igualdad de género, y abogar por que estas ideas se incorporen al diseño tecnológico del sector.
Porque, por mucho que una aplicación para la regla facilite la gestión de la menstruación, las inversiones en tecnología e innovación feminista deben ir más allá de responder superficialmente a las necesidades de las mujeres y las niñas. En cambio, debemos desarrollar productos, estructuras y sistemas tecnológicos que desafíen la desigualdad e impulsen un cambio social y de comportamiento inclusivo. Esa es la verdadera tecnología feminista. Que sea Equality Tech.