Un año después de la explosión en el puerto de Beirut, la vida de las niñas y las jóvenes ha cambiado radicalmente. Las cicatrices psicológicas y emocionales son difíciles de borrar, así que Plan International, en colaboración con socios locales en Beirut, ha estado prestando apoyo psicosocial durante este primer año.
Hoy, te contamos la historia en primera persona de algunas de estas niñas y jóvenes.
Céline, 17 años: “cualquier ruido después de la explosión me sobresaltaba”
“No pude dormir durante las primeras semanas, me despertaba asustada con cada ruido. Incluso sonido de una puerta cerrándose me sobresaltaba”, afirma Céline.
Su madre, viendo esta reacción, se puso en contacto con uno de los socios locales de Plan International en Líbano. Un par de días después, Céline ya estaba recibiendo sesiones de apoyo psicológico.
“Fueron de gran ayuda. Dibujamos mucho, cerramos los ojos y recordamos ese día para aceptar lo que había pasado en lugar de negarlo”.
Saman, 15 años: “El especialista nos llevó por nuestros recuerdos hasta que dejamos de sentir miedo”
La hermana de Céline también recibió apoyo psicológico: “el especialista normalizó lo que habíamos pasado. La meditación y el ambiente de la sala donde éramos atendidas nos dieron tranquilidad”, cuenta Saman.
Khouloud, 5 años; y Nour, 10 años: aprendiendo a gestionar el shock
Tras la explosión, Khouloud estaba en shock y se quedó en silencio; mientras que su hermana, Nour, empezó a morderse las uñas y a arrancarse el pelo, explica Rania, madre de estas dos niñas, que acudió a uno de los socios locales con los que trabaja Plan International para pedir ayuda.
A Khouloud le resultaba difícil pensar en la explosión y lloraba cada vez que se le pedía que recordara los acontecimientos de ese día. Durante las sesiones, se les enseñó a gestionar el shock que habían sufrido y el miedo persistente a que pudiera volver a ocurrir.
Además, se reubicó a su familia en un edificio seguro, lo que ayudó a que las niñas comenzaran una nueva etapa.
La higiene menstrual, otra necesidad que cubrir
Además de las secuelas psicológicas, la gestión de la higiene menstrual es otro problema en un país que se enfrenta a una grave crisis económica: “comprar compresas para un hogar con dos niñas y una mujer nos supone una cuarta parte de nuestros ingresos mensuales”, lamenta Manisan, madre de Céline y Saman.
Según un estudio realizado por Plan International y Female, una ONG libanesa, el 76% de las mujeres y niñas del país tienen más dificultades para comprar productos de higiene menstrual debido al aumento de los precios en el último año.