Fudia, sierraleonesa de 28 años, es maestra desde el pasado mes de abril. En su cultura, no es habitual que una mujer complete sus estudios universitarios. El camino para lograrlo estuvo lleno de obstáculos para Fudia, pero Plan International le ayudó a superarlos: “esto es un sueño hecho realidad. En lugar de abandonar la escuela, hoy soy maestra”.
Esta joven pone rostro a la situación que viven muchas mujeres en su país. Las dificultades económicas de su familia le obligaron a dejar la escuela al terminar su segundo año en Secundaria. Sin embargo, se esforzó por seguir estudiando de forma autónoma: “les pedía prestados los cuadernos a mis amigas cuando salían de clase y copiaba lo que habían aprendido ese día”, explica Fudia.
Las cosas se complicaron aún más a raíz de la muerte de su padre. Sus hermanos pequeños tuvieron que dejar también la escuela y su madre le dijo que no tenía otra opción que venderla en matrimonio.
Si bien su marido parecía simpático y cariñoso, su actitud cambió cuando Fudia le contó su idea de ser maestra en la escuela comunitaria de su pueblo. Entonces, como él no tenía estudios, se enfadó: “decía que un hombre culto me alejaría de él y se obsesionó con el deseo de tener hijos”.
Los líderes religiosos de la comunidad y sus propios familiares presionaron a Fudia para que cumpliera los deseos de su marido. Parecía imposible escapar de ese callejón sin salida, pero el trabajo de Plan International en su comunidad, en el distrito sierraleonés de Port Loko, supuso un giro de los acontecimientos.
Allí, uno de nuestros programas se dedica a formar a mujeres marginadas para que se conviertan en maestras voluntarias. El proyecto apoya a las mujeres para que vayan a la universidad y obtengan su título.
Una gran oportunidad para cambiar de vida
Fudia no podía creer que se hubiera presentado una oportunidad así: “sabía que me traería más problemas, pero estaba dispuesta a asumirlos”, asegura. Tras asistir a un taller de formación apoyado por Plan International, se inscribió para formarse como maestra en un curso de un año de duración dirigido por su colegio local.
Aunque los comienzos fueron difíciles, a medida que avanzaba el curso, las habilidades y la confianza de Fudia aumentaron y ahora es una profesora capaz de elaborar el plan de clase, gestionar el aula e impartir lecciones con facilidad. Con una sonrisa y una abrumadora sensación de felicidad, Fudia sostiene que, “aunque mi marido se divorció más tarde por mis ambiciones, me alegro de que Plan International me abriera un camino para el desarrollo de mi carrera”.
El Proyecto de Acceso de las Niñas a la Educación de Plan International pretende aumentar el número de maestras en Sierra Leona, donde 8 de cada 10 maestros de Primaria son hombres. El proyecto ha apoyado a más de 470 mujeres que, a pesar de todas las dificultades, hoy son maestras.