La provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, está sumida en una crisis de seguridad cada vez mayor, ya que cientos de miles de personas huyen de sus hogares en medio de la violencia. Cientos de personas han muerto a manos de insurgentes armados que están quemando y saqueando casas y expulsando a la gente de sus pueblos.
El conflicto en el norte de Mozambique ha obligado a más de 700.000 personas a abandonar sus hogares desde que comenzó el conflicto en 2017, incluida Hope*, de 16 años, que huyó de su pueblo costero en Cabo Delgado junto con sus tres hermanas en marzo de 2020.
“Me fui con mis hermanas cuando los insurgentes empezaron a quemar casas y a matar gente en mi pueblo. Mis padres no tenían dinero para pagarnos la huida en barco y el marinero les dijo que la única manera de permitirnos a mí y a mis hermanas subir al barco era si me casaba con su hijo. Ahora estoy embarazada de siete meses y no he visto a mis padres desde que me fui”, explica Hope.
Para muchas niñas como Hope, el viaje desde sus lugares de origen era peligroso y había pocos preparativos para garantizar su seguridad. Por ello, muchas niñas llegaban sin compañía a sus destinos, sin la protección de sus padres, lo que las hacía vulnerables a los abusos sexuales y a la explotación.
“Cuando nos fuimos, mis padres me dijeron que iban a escapar después. Sé que mi pueblo se ha convertido en un lugar peligroso para vivir, así que espero que hayan conseguido escapar. Mis hermanas viven en un centro de reasentamiento en otro distrito. No pudieron quedarse conmigo porque tengo que vivir en casa de mi suegra y cuidar de mi marido y su familia”, nos cuenta Hope.
Cómo seguir estudiando en mitad del caos
Ahora que vive en Pemba, la capital de Cabo Delgado, Hope pudo volver a la escuela tras recibir un uniforme escolar donado y un par de zapatos. Aunque la escuela le permite evadirse de sus problemas, lucha por superar las barreras lingüísticas y las diferencias culturales entre ella y su nueva familia. También le preocupa si podrá seguir estudiando tras el nacimiento de su hijo, pues ya se ve presionada para contribuir económicamente.
“Ahora mismo no tengo dinero y mi marido no tiene trabajo, así que será difícil ir a la escuela después de dar a luz. Mi suegra me ha dicho que puede encontrarme un trabajo para que pueda mantener a mi hijo. Tendré que dejar de ir a la escuela para cuidar de mi hijo en casa y, cuando sea mayor, quiero volver para terminar el séptimo curso”, dice.
En respuesta a la urgente necesidad en Cabo Delgado, Plan International ha estado distribuyendo kits a niñas y mujeres adolescentes para ayudarlas a gestionar sus necesidades de higiene menstrual.
“Estoy contenta de haber recibido un kit porque no tengo dinero para comprar estos productos. No he recibido ninguna ayuda desde que llegué a Pemba. Quiero que Plan International siga ayudándome porque hay muchas cosas que no tengo, como comida para mí y para mi hijo”, dice Hope.
Plan International condena todos los ataques contra la población civil en Cabo Delgado e insta a la comunidad internacional a ampliar su apoyo a los desplazados internos. Estamos ampliando nuestras operaciones en la región y nos proponemos llegar a 80.000 personas con asistencia humanitaria, proporcionando instalaciones de agua, saneamiento e higiene inclusivas y creando oportunidades de subsistencia para los niños y niñas, jóvenes y sus familias.