No podía dejar que mi matrimonio destruyera mi futuro

Keya*, de 17 años, vive en Bangladesh. Cuando cumplió 13 años, su familia empezó a recibir propuestas de matrimonio. Debido a la complicada situación económica de la familia, cada vez les resultaba cada vez más difícil rechazarlas. Keya soñaba con seguir estudiando, pero después de casarse a los 14 años, su familia política dificultó, aún más este sueño.

“Les pedí a mis padres que aplazaran mi matrimonio para después de terminar mis exámenes, pero mi familia me dijo: ‘somos una familia pequeña y pobre. Tu padre no es una persona rica. Es mejor que te casemos”.

Bangladesh tiene una de las tasas de matrimonio infantil más altas del mundo. Según la ONU, más del 50% de las mujeres bangladesíes que ahora tienen alrededor de 20 años se casaron antes de cumplir los 18. Casi el 18% se casó antes de cumplir los 15.  Las causas de estas elevadas tasas de matrimonio infantil son múltiples. Aunque la pobreza es una de las principales causas, también hay factores como las tradiciones y cultura y la falta de acceso a la educación.

Tras su matrimonio, Keya se tuvo que ir a vivir a casa de sus suegros, pero una vez allí se dio cuenta de que su marido se comportaba de forma extraña y era adicto a las drogas. “Al ver su comportamiento, me asusté. Me casé muy joven y mi marido no se comportaba bien. Luego me dijeron que tenía que dejar de estudiar. Se me rompió el corazón por ambos motivos”.

Con la ayuda de su madre, Keya se las arregló para seguir estudiando en casa de sus padres, cogiendo a escondidas los libros de su escuela local, pero, tras sufrir abusos por parte de su marido, Keya se dio cuenta de que no le sería posible seguir estudiando mientras siguiera en ese matrimonio.

“La lógica de mis suegros era que, como estaba casada, debía quedarme en casa. ¿Para qué iba a seguir estudiando? Así que un día vine a casa de mi padre. Me inventé la excusa de que teníamos un programa en nuestra escuela al que tenía que asistir. Hablé con mi profesor. Le pedí ayuda para poder presentarme a los exámenes”, explica Keya.

Después de intentar que su matrimonio funcionara durante 18 meses, Keya decidió que tenía que marcharse para poder continuar con su educación, que era lo más importante para ella.

Ahora Keya está divorciada y vive con sus padres. Ha empezado a estudiar para los exámenes del 10º curso, pero debido a la pandemia de la COVID-19 su escuela está cerrada desde 2020. Depende de las clases intermitentes que imparte su madraza local, y teme que, cuando las escuelas vuelvan a abrirse, su familia no pueda permitirse enviarla de nuevo a la escuela.

Plan International está apoyando la escuela de Keya con intervenciones para reducir el matrimonio infantil, precoz y forzado, incluyendo la sensibilización entre los y las jóvenes y adolescentes. La madre de Keya también está recibiendo formación para mejorar sus finanzas y conseguir, de este modo, que su hija pueda continuar con su educación.

Nuestros programas para acabar con el matrimonio infantil en Bangladesh pretenden llegar a 26.000 niños, niñas y jóvenes en el distrito de Barguna. Estamos colaborando con 108 escuelas para hacer que los entornos de aprendizaje sean más seguros, inclusivos e igualitarios. También se está formando al profesorado en protección de la infancia.

*El nombre ha sido cambiado para proteger la identidad